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Silencio.

Era todo lo que había a mi alrededor al despertar. El sol entraba por la ventana, permitiéndome saber que ya era de tarde.

Mi primer instinto al despertar fue buscar mi celular, hasta que recordé que estaba donde Luke, así que no tuve más que girarme y ver la hora en el reloj, tenía razón, era la 1 de la tarde, había dormido unas 5 horas.

No tenía muchos ganas de levantarme, pero aun así me levanté a bañarme, el clima lo ameritaba.

¡Hacía un calor de mil demonios!

Al salir, escuche la puerta principal cerrarse, busque rápidamente un short y una blusa, seguramente mi madre llegó de trabajar.

¡Al fin! ¡Moría de hambre!

Salí de mi cuarto buscando a mamá, pero una silueta más grande que ella me obligo a pararme, y buscar algo con que atacarle. Y gracias a los dioses, un paraguas estaba recargado en la pared.

Sin pensarlo dos veces, salte sobre la silueta y comencé a golpearla.

—¡Largo ladrón! ¡Te metiste con la chica equivocada! ¡Te meteré el paraguas por el culo si no te vas!

Una risa ronca salió de la masa que apaleaba con el paraguas, y le metí otro golpe más fuerte, por reírse. ¿Quién se creía?

—¡Maldición Di, bájate!—. Oh, era Luke.

Eso explica lo sencillo que fue golpearlo.

Me bajé de su espalda, y se giró a verme con una mueca de dolor.

—¿En qué momento te volviste boxeadora y no me entere?

No me moleste en contestar, en su lugar, le di un golpe con todas mis fuerzas en la cabeza, sonreí al escucharlo quejarse, lo merecía, nadie le mandaba a entrar a mi casa así como así.

—Te lo mereces por asustarme, y entrar sin tocar.

—Di, dejaste la puerta abierta—. Me tendió el celular junto con mi ropa, lo tomé de mala gana, caminando a la cocina con Luke siguiéndome.

Intente prender mi celular, y un símbolo apareció en la pantalla, efectivamente, necesitaba batería. Lo conecté sin ánimo, por suerte mi cargador estaba ahí en la cocina, no hubiera ido a buscarlo.

—¿Ya comiste?

Mi estómago gruño con respuesta, lo que causo una sonrisa bobalicona en Luke.

—¿Quieres comer algo?

—Eso es obvio Luke Kurt.—su sonrisa creció, hizo un ademán con la cabeza para que lo siguiera, así que lo hice.

Antes de salir de casa, verifique dos veces para asegurarme si estaba cerrado, no quería ni imaginarme que otra masa desconocida entrara a mi casa.

Comenzamos a caminar y reconocí el camino, íbamos a una pizzería cercana, que Luke amaba. En realidad, yo también la amaba, pero Luke aún más que yo.

—Tú pagarás—. Mencione al ver la fachada rústica del lugar, recibiendo una mirada de reproche de su parte.

—Melody, me harás pobre.

—Tú invitaste.—rodó los ojos y me abrió la puerta para entrar, apenas cruzar el delicioso aroma a pizza nos recibió.

Este lugar era el paraíso.

Una sonrisa boba se formó en mi rostro, al imaginarme comiendo una. ¿Se podía casar con la comida? Porque quisiera casarme con una, aunque claro, el matrimonio duraría hasta que me la comiera, no todo en la vida era dulce, siempre había un fin; el comérmela, sería el final.

Te veo en mis...¿sueños?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora