❝ sonando en mis oídos ❞

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Beomgyu llegó a su casa hecho un lío, recibiendo un montón de preguntas y regaños por parte de su madre, al no llegar a la hora que prometió. Dio una excusa barata porque su dolor de cabeza le hacía imposible soportar su voz, aunque en realidad ni siquiera podía soportar el sonido de su propia respiración.

Subió a su habitación y se recostó boca abajo, con el rostro hundido en la almohada y el estómago un tanto revuelto aún. Había cepillado sus dientes antes de encerrarse en su cuarto, pero aun así el mal sabor no abandonaba su paladar.

Seguía pensando en Soobin y se sentía un estúpido, sinceramente. Preferiría simplemente olvidarse del asunto, borrarlo de su memoria para siempre, pero su mente seguía recordandoselo una y otra vez. Lo peor es que estaba comenzando a acordarse de todo lo que había sucedido poco a poco y, en aquel momento, estaba retorciendose sobre la cama con vergüenza mientras revivía todas las sensaciones que implicaron besar a Soobin.

Él realmente besó a Soobin ¡un beso, un buen beso! El sonrojo se apoderó de su rostro cuando recordó con exactitud lo que pasó después. Ni siquiera podía aceptarlo para sí mismo, incluso si su piel ardía y estaba un tanto enrojecida en algunas zonas prefería creer que era una jugada de su malicioso cerebro.

No sabía que era peor, sí aceptar que Soobin y él habían tenido un momento tan íntimo en aquella cocina o excusarse con que podrían ser solo invenciones de su mente. Es decir, asumir que tenía ese tipo de pensamientos acerca de Soobin tampoco era lo mejor.

Sus ojitos se cerraron con fuerza mientras jadeaba y llegaban las imágenes de lo que sucedió una vez que llegaron a la casa del pelinegro. Estaba a punto de llorar por culpa de la vergüenza, no quería ver a Soobin, ni siquiera podría dirigirle la mirada porque en aquel momento la única imagen que predominaba en su mente era la del más alto haciéndole... uh...

Se golpeó en el rostro cuando una corriente lo recorrió al pensar en la felación que Soobin le hizo. No, no podía ponerse caliente por eso. Solo pasó porque estaba más que ebrio, pero no pasaría de aquella ocasión, el mayor y él seguirían siendo buenos amigos y... ya.

Se incorporó un poco, tomando su móvil. Ya no estaba cansado, tenía las mejillas calientes y necesitaba ver videos de gatitos lindos o algo por el estilo para limpiar por completo su mente.

 Ya no estaba cansado, tenía las mejillas calientes y necesitaba ver videos de gatitos lindos o algo por el estilo para limpiar por completo su mente

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Cuando por fin fue lunes supo que no tendría un día fácil. Soobin era un completo imbécil y probablemente lo molestaría con lo que habían pasado el viernes por la noche, porque al más alto le encantaba irritarlo de todas las maneras posibles.

Algo dentro de él se removió incómodo mientras sus orbes miraban el asiento vacío a su lado. Soobin no había llegado aún, y a pesar de que no era de las personas que amaba llegar temprano al colegio, tampoco solía llegar tan tarde como para que en aquellos momentos su lugar siguiera solitario.

Tampoco habían mensajeado mucho el fin de semana, con excepción de una imagen un tanto estúpida que el pelinegro le había enviado. Al menos, estaba aliviado de que el contrario siguiese compartandose como de costumbre, sin embargo, aún no estaba listo para enfrentarlo.

drunk-dazed ↯ soogyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora