Act. 2. Partida de tres

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—Tienes que calmarte. A este paso nos van a ver. Si es que ya no lo hicieron—reclama Reki—. No puedes andar como un loco desesperado.

—Teníamos una semana sin hacer nada.

—Y va a ser otra si no te controlas. —resopla el pelirrojo antes de llevarse la pajilla a la boca y beber del jugo. Langa exhala con decepción.

—Solo me gusta mucho estar con Reki. No me interesa si nos ven.

— ¡A mí sí! Qué raro eres a veces—refunfuña Reki—. Con lo inocente y bien portado que te cree todo el mundo.

—Somos pareja. Me gusta hacerlo contigo.

—Ya pero por qué en cualquier lugar.

—No dijiste que no.

—Porque se supone que nadie podría vernos ahí.

Acaban ambos fastidiados. Para Reki aún es sorpresivo lo efusivo que es Langa. Si bien es cierto que hay un cambio importante entre lo que puede llamarse "Langa" y "Snow", también lo hay entre Langa del día a día y Langa con Reki. Para la gente Langa es el estudiante canadiense bien portado, tranquilo, algo frío como la tundra de la que viene y mal influenciado por Reki a unirse a su amor por el skate. El niño perfecto que no rompe un plato. La realidad es que Langa no muestra para nada su actitud. Lo perfeccionista y casi obsesivo que es, el hecho de que el skate se ha vuelto más cosa suya que de Reki dado el nivel de pasión que pone en ello. El malgenio que le saca y por sobre todo, que es terriblemente libidinoso.

Sucedió de repente en una supuesta tarde de estudio. Reki se aburría como ostra, Langa lo miraba como si no hubiera nada más importante y cuando la madre de Reki salió con las hermanas menores del pelirrojo, Langa se le tiró encima. A pesar de que acordaron tener relaciones sexuales después de graduarse de la secundaria.

Todo pasó bien.

El tema es que ahora pasa demasiado.

Ni siquiera Reki se explica por qué lo hacen tanto.

Langa por su parte no hace sino ver a Reki. Le gusta tocarlo, es tan simple como eso. Dar una explicación es imposible. Sucede y así culmina el asunto por su parte. Estar cerca de Reki sin hacer nada lo exaspera. Sea en un espacio abierto o no. Hay ocasiones peores que otras. Soportables y que se limitan a besuquearse en algún espacio donde no los vean. En otras es tener ganas incluso con medio colegio presente o en pleno S concurrido. Exhala, atontado. Reki es bonito, brillante y... ¡Perfecto! Sencillamente lo adora, hasta un punto ridículo.

—Reki-

—No.

—Ouh.

Se recuesta al lado opuesto. Lo decepciona un poco, pero si Reki dice no tampoco puede obligarlo. Sería incómodo. Pierde gracia. Mira el cielo un rato. La próxima clase no la tendrán porque el profesor no vino, así que piensan quedarse de vagos en la azotea. Un par de pájaros pasan, le recuerdan algo que debió mencionar antes.

—Hoy me llegó esto—Reki blanquea los ojos de inmediato. Puede suponer de que se trata. Es lo único que le llega a Langa últimamente—, pero esta vez no iba dirigida solo a mí.

— ¿Oh?

—Es para los dos.

Reki frunce el entrecejo y se acerca a Langa para poder leer el papel que tiene en la mano.

Para: Snow y el acompañante de Snow.

—Mi autoestima agradece el que no tengo nombre, a menos que se estando pegado a ti. —bufa sin ganas de seguir leyendo a este punto. No tiene un nombre largo ni complicado ¿Por qué ni siquiera le dicen Reki? Empieza a molestarlo.

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