Capítulo nueve:

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Huachimingo había esperado en las afueras de las oficinas tal cuál como Bodoque se lo había pedido, impaciente, nervioso, pero sobretodo; intranquilo, no sabía que podía llegar a pasar ahí adentro, de lo único que si estaba consciente, es que Tulio era capaz de todo con tal de salirse con las suyas, lo hizo antes con él, y lo podía volver a hacer si es que llegaba a considerarlo como una amenaza y tenía la certeza que así era. 

—¿Huachimingo? ¿Está todo bien? te veo cansado y estresado.

Esa dulce voz era fácil de reconocer a kilómetros de distancia, sólo había una persona en todo el mundo cuya entonación podía llegar a ser tan angelical y endulzante, alguien que era capaz de tranquilizarlo con solo escucharlo sólo podía ser una persona, Juanin.

—Oh ¿tan mal me veo? supongo que es por el trabajo y las pocas horas de sueño acumuladas en mi cuerpo.

No sé equivocó, el albino estaba justo delante suyo y no se había percatado de ello por haberse ensimismado tanto en sus pensamientos. Juanin lo veía curioso, era como si lo analizara de pies a cabeza y al mismo tiempo supiera leer lo que por su mente estaba pasando.

Cuándo su mirada se enfocó en el menor, pudo recordar varios sucesos de su pasado que lo hicieron tener un pequeño dolor de cabeza, sin embargo, no podía culpar de todo a su mejor amigo Juanin, él sólo seguía órdenes de una persona peligrosa, pero a estas alturas no tenía sentido preguntarle, pues lo más probable era que ya ni siquiera lo recordara.

—Te noto preocupado, Huachimingo. ¿Es por Bodoque?

Su cuerpo se crispó ante tal pregunta por parte del albino y una sonrisa nerviosa se formó en sus labios, no podía ocultar el hecho de que en parte Juanin tenía razón. Estaba preocupado por el pelirrojo, en estos momentos era tan inestable, como una bomba de tiempo apunto de estallar y el hecho de saber que estaba encerrado con el conductor a solas no le ayudaba en absoluto a calmarse.

—Si Juanin, yo.. No quiero perderlo otra vez.

Juanin guardó silencio cabizbajo luego de escuchar eso, pues imaginaba que Huachimingo no hubiese olvidado del todo lo que pasó aquél fatídico día donde perdió a la persona que más amaba.

—Estás consciente de que volverá a hacerte lo mismo, ¿No es así? No sé detendrá hasta sacarte del camino y quedarse con él, deberías rendirte, por tu bien y el de él, no me gustaría volver a vivir algo como eso..

La voz nerviosa del pequeño albino le hacía entender que tenía razón, Tulio tenía tanto poder como para deshacerse de él de la noche a la mañana, lo intentó una vez y su castigo por sobrevivir fue ver cómo el amor de su vida se iba con alguien que ni siquiera quería.

—Lo sé, pero ya no soy un niño de 15 años al que puede asustar ni intimidar, y si acaso muero intentando ser feliz haré que valga la pena, no lo dejaré quedarse con él, no está vez.

Ambos guardaron silencio por unos segundos, el ambiente entre los dos se sentía menos pesado de lo que estaba anteriormente. Juanin dejó escapar un suspiro cansado y tomó las manos del conejo sólo para dejar en ellas un juego de llaves. Después de todo entendía mejor que nadie lo que era no dejar a la persona que ama.

—Cuándo estés listo para la verdad, y quieras que Bodoque recuerde, llévalo ahí, pero ten en cuenta que nada volverá a ser como antes una vez el sepa lo que pasó. ¿De verdad estás dispuesto a pagar un precio tal alto?

Preguntó Juanin al alejarse de él, y al ver esa mirada decidida sólo pudo sonreír dee manera triste.

—Eres un buen hombre Mingo, no importa lo que pase, por favor vuelve a amarlo como la primera vez, estoy seguro que él no te ha olvidado.

—Juanin tu.. ¿Las has tenido por todos estos años?

Preguntó Huachimingo curioso, su expresión pasó a ser una de tristeza, quería ayudar a su amigo a salir del círculo tóxico en el que estaba pero había algo con lo que no podía competir, y eso era el infinito amor leal que le tenía el albino al conductor.

—Todos merecemos ser felices, Huachimingo..

Al terminar esa frase y ver cómo la puerta de la oficina se abría, el albino se apartó de él y se despidió de paso de su mejor amigo pelirrojo, Bodoque se veía tranquilo, seguro, pero sobretodo, feliz, se veía diferente a cuando llegó y eso lo hacía sentir bien. 

Ambos partieron del lugar en dirección al auto, y una vez adentro, no dudaron en partir sin más de ahí, Bodoque guardaba silencio, tanto que parecía que no estaba con él, pero Huachimingo aparte de estar silencioso, era como si su mente estuviese divagando en otro lado.

—Mingo 

La voz suave del pelirrojo lo volvió a la realidad y su mirada se topó con un vidrio delantero lleno de gotas cristalinas producto del diluvio que cayó sin previo aviso, pronto encendió los limpiaparabrisas, y mientras estos hacían su trabajo, Juan Carlos tomó la mano de su mejor amigo, sólo para hacerlo recordar que estaban juntos, que no tenía porque guardarse nada si es que algo lo estaba preocupando.

—Huachimingo. ¿Estás bien? ¿Juanin te dijo algo extraño?

Aquella pregunta hizo que el de hebras grisáceas recordara aquellas palabras por parte del albino. "¿Estás consciente de que volverá a hacerte lo mismo, ¿No es así?" Claro que estaba consciente, ese amargo recuerdo lo atormentó por tantos años y lo hizo caer en la desagradable vida que llevó por unos años, la verdadera pregunta era ¿Estaba listo para volver a sufrir así?

Se preguntó aquello mientras buscaba una respuesta, y justo ahí cuando sus ojos se toparon con los ajenos, supo que estaba listo para cualquier problema si así podía proteger la sonrisa del pelirrojo.

❛qυerιdo aмιgo❜ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora