Capítulo Seis:

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❝Amigos, solo ello.❞

Después de haber salido de aquél lugar, con la cabeza hecha un desastre debido a lo acontecido momentos atrás y con una maraña de sentimientos en su pecho, Bodoque caminaba a pasos lentos hacia el único lugar que visitaba cada vez que necesitaba estar tranquilo, cada vez que los nervios le ganaban o simplemente pasaba un mal día; el bar. Recorrió un largo trecho pero sus cansados pies lo llevaron finalmente a ese sitio, típico te enojas tanto y olvidas tu motocicleta, bien Juan Carlos. Mentalmente se iba regañando por dejar que su mente jugara así con él. Al final, ¿qué era lo que quería? ¿qué buscaba? ¿qué lograría?

Nada, su mejor amigo no dejaría su relación perfecta por él, por un vago bueno para nada, adicto a las apuestas y a otras cosas. Debía pensar con claridad el asunto, poner un orden a su vida. Ya no podía seguir así, cometió el acto imprudente de pensar con la cabeza caliente y renunció a su trabajo, no podía volver con la cola entre las patas pues si algo lo caracterizaba muy bien, era el ser una persona altamente orgullosa. Estaba completamente ensimismado en sus pensamientos que no notó la presencia de alguien más ahí en el bar, alguien que llevaba viéndolo desde que puso un pie dentro del lugar.  

—¿Bodoque? tiempo sin saber de ti viejo amigo

Esa voz, esa jodida voz podía reconocerla dónde sea. Así que volteó en busca de quién le hablaba, y lo encontró; un chico reconocido por tener vitíligo y una  tez tan pálida, cabello grisáceo desaliñado, ojos negros y un peculiar mechón blanco entre esa cascada gris que tenía por pelo. Vestía informal. No podía creer que le alegraría verlo ahí después de tanto sin verlo, pero así fue, una sonrisa se formó en sus labios al notar como aquél chico se le acercaba.

—¿Huachimingo? ¿Qué haces aquí?

Su voz estaba llena de entusiasmo, después de todo, tenía bastante tiempo sin saber de él. Sus ojos miraban fijamente los contrarios y su diestra palpó el lugar a su lado para indicarle que tomara asiento. 

—Bueno, trabajo en una estación de radio, no es la gran cosa, pero me pagan bien, a la gente le gusta mi sección y bueno, es un ambiente muy bueno, tranquilo, aunque demasiado, yo realmente necesitaba algo de emoción o terminaría envejeciendo ahí. Pero ese no es el caso, ¿Qué haces tú aquí? 

Le gustaba mucho saber que a su amigo le iba de maravilla, no entendía porque, pero incluso se le hacía más ¿atractivo? si, esa era la palabra que buscaba, quizás era por causa del alcohol que pensaba eso, pero el olor de su colonia entremezclada con el aroma a cigarrillo, su porte y vestimenta le hacían pensar ¿dónde había quedado el chico que parecía un vagabundo? No lo sabe, así como tampoco sabe el porque sus ojos buscan a cada rato los ajenos, o el porque siente la necesidad de estar cerca de él, definitivamente era más fácil culpar al alcohol en su sangre que ya comenzaba a hacer efecto.

—Han pasado muchas cosas, viejo amigo. Debería empezar por un "Renuncié al programa" tal vez.

Tras decir eso, sus manos mantuvieron aquél vaso de cristal entre ellas y lo apretó suavemente. Su voz tenía una ligera pizca de diversos sentimientos y emociones, después de todo, había dejado atrás ese trabajo de tantos años, a sus amigos... A la persona que ama. De nuevo la sensación de tristeza comenzaba a golpear su cuerpo, pero esta se disipó rápidamente al sentir como aquélla mano ajena le tomaba por su hombro. Aquello lo hizo voltear a ver a su acompañante, lo primero que vio, fue esa sonrisa, esas jodidas perlas blancas luciendose únicamente para él. Abrió sus ojos de par en par y sacudió su cabeza rápidamente. ¿Qué estaba pensando? No podía creer que realmente pensaba eso sobre su mejor amigo, quizás el alcohol lo estaba acabando y era momento de dejarlo antes de cometer o decir alguna locura.

—Bodoque, realmente no te ves muy bien. Te llevaré a mi casa, no puedo dejar que te vayas así solo.

Oh santa mierda no, ¿cómo podía evitar eso? una parte de su cuerpo quería irse con él y la otra esperaba ansioso a que ese hombre tan refinado entrara por la puerta en su búsqueda. Pero también era realista y estaba consciente de que eso no pasaría, ni ahora ni nunca, pues mientras caminaba hacía afuera del edificio había logrado ver el auto de aquella mujer que Tulio le había presentado, sabía que en estos momentos él estaba con ella.

Para cuándo volvió en si, ya se veía en los brazos de su amigo, quién lo llevaba dificultoso a su auto. ¿Por qué? sentía algo peligroso en si, algo que podría llegar a pasar si estaba más cerca de él, pero ese atrayente y embriagante aroma inundaba su olfato, embriaga todos sus sentidos, haciéndolo caer rendido a sus pies, volviendolo un poco más vulnerable.

—Bodoque, se que quizás no sea el mejor momento para decirlo y que por lo ebrio que estás lo olvidarás al día siguiente, pero hay algo que deberías saber.

La voz tranquila de su amigo captó por completo su atención, haciendo que dejara de pensar en cualquier otra cosa y solo enfocará su mirada en él. 

—¿Mh? dime, sabes que cualquier cosa que necesites lo haría con gusto por ti.

Dijo Bodoque con una sonrisa en sus labios, la reacción de su amigo lo hizo incluso reír un poco, le había parecido adorable el notar como trataba de disimular sus nervios, pero ¿por qué estaba así? 

—Desde que te vi llegar al bar quise coger el valor de decirte esto, hace un tiempo que lo vengo pensando realmente, pero por azares del destino te alejaste y apenas hoy volví a saber de ti. Admito que sufrí tu ausencia Bodoque, pasé mucho tiempo pensando si había hecho algo malo como para que te fueras así.

Cada palabra articulada por el más alto lo estaban mareando pues no comprendía a qué se refería. ¿Irse él? no, debía ser un error, él siempre estuvo presente, quién se había ido de su vida había sido Huachimingo, confundido por la situación pudo sentir una punzada en su cabeza seguido de un intenso dolor.

—Estoy enamorado de ti Juan Carlos, lo he estado desde hace unos años atrás y he esperado el momento para hacértelo saber otra vez..

—¿Otra vez? ¿qué?

Dijo inconsciente, pero en sus adentros sentía unas ganas de salir corriendo, de huir, además el dolor de cabeza de estaba haciendo más y más intenso, insoportable. ¿Cómo fue que terminó así? Él no quería causar este tipo de líos, pero entonces. ¿Por qué su corazón latía desbocado? ¿desde cuándo? Apenas había vuelto a ver a su amigo, era imposible que con unas simples palabras despertara algo en él ¿tan necesitado estaba de amor? Se sentía mareado, confundido, eran sentimientos que nunca había experimentado.

Sus manos apretaron su cabeza como si de esa manera fuese a disminuir su dolor y un gran quejido se escapó de sus labios. ¿Qué le estaba pasando? Recuerdos nublados y borrosos comenzaban a golpear violentamente su mente, en ellas veía siluetas que no podía distinguir y de repente todo se volvía negro.

Huachimingo sabía lo que estaba pasando, él solo le veía en silencio y lo abrazaba con fuerza pues podía sentir como el cuerpo tembloroso de su amigo se volvía más y más liviano. Odiaba verlo así, tan vulnerable, tan ingenuo¿cuánto tiempo estuvo viviendo así? no lo sabía, pero ahora que estaba con él no lo volvería a dejar sólo.

Se negaba a dejar qué aquél conductor volviese a robarle lo que era suyo. 

❛qυerιdo aмιgo❜ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora