Capítulo # 5

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Camilla


— Me arde el ojo —dije—, me arde mucho, llévame al baño por favor.

Salimos del camerino y entramos al baño cercano. Él me ayudó a lavarme el rostro.

— Alza la cabeza —dijo—. ¿Te sigue ardiendo?

— No, ya no —respondí.

No me había dado cuenta que seguía sin camisa, volvió a mojarse las manos y las pasó por debajo de mi ojo.

— Todo el maquillaje se te corrió.

— No importa, igual me lo estaba quitando.

Me alejé para salir del baño y regresar al camerino, pero me resbalé con el agua en el suelo. Gabriel me agarró de la cintura, quedando muy cerca de su cara. Observé sus ojos verdes, llenos de enigma y atracción. "Maledetti occhi verdi," pensé. Por favor, Camilla, deja de...

— Será mejor que se separen si no quieren levantar sospechas —dijo Israel al entrar al baño. Rápidamente nos separamos.

— ¿No estaban haciendo nada, cierto? —preguntó con picardía.

— Y si así fuera, ¿qué? —comenté. Ambos nos reímos.

— No me vengan con sus tonteras —dijo.

Salí del baño con Gabriel y vimos a un par de empleadas afuera, mirándonos más bien a él, y estaban sin mascarillas ni medidas de bioseguridad.

— Chicas, por favor, la mascarilla y a trabajar —dije. Empujé a Gabriel hacia el camerino, y él me miró con el ceño fruncido. Terminé de guardar mis cosas.

— ¿Nos vamos? —preguntó Gabriel. Le lancé las llaves de la Mercedes.

— Adelántate, voy a buscar algo en la oficina. — Salí hacia la oficina, con Ariel acercándose a mí.

— Llevo prisa y no quiero hablar.

— Pues tendrás que hacerlo —dijo. No le presté atención y seguí mi camino a la oficina, seguida de mi primo.

— Necesito tu...

— No te ayudaré a solucionar tus problemas —lo interrumpí. — No voy a ayudarte, ya he hecho demasiado. Sigues cometiendo los mismos errores. — Abrí un cajón para sacar mi bolso.

— Estoy en problemas con Krystel.

— Soluciónalo, es tu matrimonio, no el mío. — le respondí cortante. — Supongo que estás a punto de ser descubierto con una de las secretarias.

— Por eso necesito tu ayuda, especialmente tu voto en la junta.

— ¿No entiendes o quieres que te lo explique con plastilina? Si piensas que voy a ir a Recursos Humanos para despedir a Maricarmen, estás equivocado. Si lo miramos así, ¿qué quieres que justifique? Eres tú quien la acosa. Ella no te presta atención, solo tú. —no voy a despedir empleados por sus caprichos —Maricarmen es una trabajadora seria, no como las anteriores que despedí por su falta de compromiso. Pero con Maricarmen no tengo justificación. La alejaré de ti, ya que sé cómo te pone nerviosa.

— No entiendo la decisión de mis abuelos —dije mientras me dirigía al parqueadero, donde Israel y Gabriel ya me esperaban en el vehículo.

Abrí la puerta trasera, ya que Isra estaba de copiloto y Gabriel iba a conducir. Gabriel arrancó el coche y nos dirigimos a un restaurante cercano.

— ¿Por qué demoraste tanto? —preguntó Gabriel.


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