Capítulo #6

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Gabriel

Le había dicho a Camilla que llevaría las cosas al coche y que después nos encontraríamos en la tienda de accesorios para bebés donde ella estaba.

Cerré la puerta de la camioneta después de guardar las compras y, al girar hacia la entrada del centro comercial, escuché una voz familiar llamándome.

— ¡Gabriel! — exclamó un chico de unos catorce años, un tanto nervioso, pero con una sonrisa leve.

Era Tristan, el hijo de uno de los primos de Camilla; un niño dentro del espectro autista, y a pesar de que solía ser bastante reservado, siempre me saludaba cuando nos cruzábamos.

— ¡Hey, Tristan! ¿Cómo estás? — le pregunté con un tono tranquilo, intentando no alterarlo ni hacerlo sentir incómodo.

— ¡Hola, Gabriel! — respondió con entusiasmo. — Estoy bien, solo que he estado esperando mucho tiempo para ver qué había en la tienda de deportes. ¿Y tú?

— Yo también estoy bien, gracias. Solo ayudando a tu tía Camilla con algunas compras — contesté mientras le daba una palmadita amistosa en el hombro —, y ya sabes que la mayoría de cosas cuando compra son para ustedes.

Nos pusimos a charlar mientras él me contaba sobre sus clases de equitación y los nuevos equipos que quería probar. La conversación era animada y relajada.

— ¿Y con quién viniste, Tristan? — le pregunté, aún manteniendo un tono ligero. Sabía que el chico era muy independiente, pero siempre se movía bajo la supervisión de alguien, y no podía imaginarlo aquí solo.

Antes de que pudiera responder, sentí una presencia detrás de él. Levanté la vista y ahí estaba. Una melena pelirroja, casi naranja, que reconocería en cualquier lugar.

Yanelis.

Mi cuerpo se tensó de inmediato. No esperaba verla aquí, mucho menos así. Me saludó con esa sonrisa que, aunque coqueta, me generaba más incomodidad que cualquier otra cosa. Intenté mantener la compostura, pero sabía que mi semblante había cambiado por completo. La tranquilidad que sentía charlando con Tristan se desvaneció como humo.

— ¡Hola, Gabriel! — su voz tenía ese tono dulzón que siempre usaba cuando buscaba provocar una reacción. No respondí enseguida, simplemente asentí levemente, tratando de no prestarle demasiada atención, aunque por dentro sentía un nudo formarse.

No necesitaba más complicaciones. Suficiente tenía con el hecho de que Yanelis fuese mi compañera en la nueva producción televisiva en la que estaba trabajando. Cada vez que compartíamos una escena, tenía que recordarme que el pasado debía quedarse en el pasado, que ya no había nada entre nosotros. Y no es que me costara... Mi mente estaba ocupada en otra cosa, o más bien, en otra persona.

Pero verla allí, en ese momento, con esa familiaridad que nunca llegaba a ser del todo adecuada, me hizo sentir incómodo. No quería regresar a eso.

— Yanelis... — respondí, con una voz más neutral de lo que me habría gustado. No quería darle la impresión de incomodidad ni mucho menos alimentar la tensión que inevitablemente surgía cuando nos encontrábamos.

Ella no pareció notar, o tal vez no le importaba. Yanelis se acercó hasta Tristan y, sin reparar en su incomodidad, le pasó un brazo por los hombros, atrayéndolo hacia ella. Observé el gesto con cierta molestia. Tristan, a su manera, trataba de alejarse, claramente incómodo con el toque repentino de su madre. Sabía que él no respondía bien a esos gestos, sobre todo cuando estaba relajado y en su propio espacio. Pero Yanelis no parecía notarlo, o tal vez simplemente no le importaba.

¡Pues Yo Soy Su Padre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora