Capítulo 3: "Juntos frente a la tormenta"

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Sin muchos problemas con los que lidiar además de su constante excitación, Connor vivió otros cuatro años en relativa paz.

Su entrenamiento constante a lo largo de los años comenzaba a mostrar su resultado y, poco a poco, su físico alcanzaba el punto mínimo necesario para empezar a practicar su conjunto de artes marciales.

En la escuela, a la cual asistía solo para complacer a sus padres, le iba particularmente bien. De hecho, era el indiscutible número uno, y era bien merecido, pues todos sus puntajes eran perfectos.

Lamentablemente, fue a escasos meses de su cumpleaños número diez que las cosas se descontrolaron por completo.

Primero, tal y como había predicho Elizabeth, una vez el sistema reproductivo de Connor comenzó a desarrollarse, los constantes ataques de lujuria alcanzaron un nivel de peligro aterrador.

De hecho, la primera vez que Connor lo sufrió fue en la escuela primaria. El niño, en plena clase de matemáticas, sintió como si su cuerpo comenzara a calentarse, los latidos de su corazón comenzaron a acelerarse, su sistema límbico (región del cerebro responsable de los impulsos físicos y los elementos del procesamiento emocional) comenzó a trabajar de forma anormal y otras partes de la corteza cerebral que gobiernan el razonamiento superior comenzaron a cerrarse. Sys comenzó a reportar un gran aumento de oxitocinas (hormona que actúa como neurotransmisor en el cerebro, y se fomenta con la excitación sexual y el orgasmo) y noradrenalina (aumenta la excitación, la atención y la energía al activar el sistema nervioso simpático en el cerebro, así como los latidos de nuestro corazón). Como consecuencia, su cuerpo en sí mismo comenzó a moverse impulsado por el instinto y la emoción.

La situación fue tan crítica que el joven Connor casi no podía controlar su deseo de saltar sobre la niña junto a su banco, arrancarle la ropa y violarla en medio del salón.

Con dificultad se excusó de la clase diciendo que tenía fiebre. El profesor no se lo puso difícil y le permitió retirarse, después de todo, las mejillas profundamente sonrojadas, la alta temperatura corporal y el sudor en la frente fueron evidencia bastante convincente.

Al llegar a la enfermería, el joven de cabellos cuervos y ojos negros hizo todo lo posible para calmarse y, tras recibir el visto bueno de la enfermera, se retiró de la escuela temprano.

Al llegar a casa, se encerró en su habitación y comenzó a auto complacerse para intentar reducir su libido (paja señores, mucha paja). La excitación de Connor solo disminuyó tres días después, e irónicamente, el estado "soportable" era lo que el adalid llamó en su momento "ataques de lujuria".

Con el episodio apenas controlado, una noticia impactante llegó al hogar de la joven familia, impactando tanto a la madre como al hijo.

Al parecer, su padre había cometido un error garrafal en el trabajo, haciendo que su empresa casi callera en bancarrota; lo malo fue que los superiores pusieron una gran deuda monetaria en la cabeza de su padre.

Y por si la cosa no podía empeorar, la ausencia del hombre durante una semana reveló al lamentable dúo de que el bastardo había escapado, dejándoles la deuda.

Connor, a parte de un ligero enfado, no presentó más emociones. Sus reencarnaciones le habían enseñado a no encariñarse tanto con su familia pues esta podría clavarte un puñal cuando menos te lo esperas.

A la que si le afectó la noticia fue a la madre de Connor, Shinomiya Kyomi. La joven mujer de 29 años estaba en shock cuando recibió la primera noticia, pero su positivismo le impidió deprimirse, ella creía que, trabajando junto a su esposo, no solo podrían lograr pagar la deuda, sino que, con suerte, esta tampoco afectaría el brillante futuro de su hijo.

Ventajas de tener una Diosa como Sugar MommyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora