El hijo de un Dios

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Un ser, con poder sobresaliente, se sienta en la oscuridad de su reino, con su rostro apollado en su puño, y su cuerpo encorvado y aburrido, sin tener el mínimo interés en lo que lo rodea, solo se consentra en sus reflecciones mentales.
Es curioso, como los Dioses, son aquellos seres más fuertes del mundo, que lo gobiernan y marcan su destino, y aún así, son la tercera generación de deidades que lo hace. La más pequeña, y aún así, goverbavan sobre todo.

Los primordiales. Luego los Titanes, y finalmente los Dioses. A pesar de llamarse a si mismos dioses, pecaban más que muchos humanos en el transcurso, de cuentos de millones de años, de arrogancia y prepotencia.

Infidelidad. Problemas maritales. Peleas familiares. Disputas. Relaciones desaprobadas por la familia. Una suegra que nunca aprobaría, al marido de su hija. Este último, era el que mejor definía al problema, tan humano como el mismo consepto de mortal, que ahora aflijia al hombre sentado en su trono.

Hades, dios del Inframundo. El primogénito de Cronos. Hermano de Zeus y Poseidon, era el mayor de los 3. Hades como Poseidon, no vivía en el Olimpo, la montaña que antes era el cuartel general de sus hermanos, durante la Titanomaquia.
El vivía en su reino, el cual le tocó en el sorteo que hicieron los 3 hermanos. A él le tocó el Inframundo. No chisto, o protesto nada. Era realmente indiferente en cuanto, a gobernar su propio reino. No era algo que lo hubiera puesto nervioso, al momento que eso paso, pero devia admitir, que el Inframundo, era el lugar perfecto para el.

Al contrario de sus hermanos, como Poseidon, cullos dominios, se delimitaban al océano y sus aguas, el reino del Inframundo era tan basto como el mismo Universo. El Inframundo, posee varios niveles, para aquellos que solo murieron con culpa, o un pecado menor, y para aquellos, que vivieron y cometieron actos innombrables.

El era el rey de todo en su mundo. Ni siquiera Zeus, era capas de contradecirlo si bajaba a su reino, rebido a qué en ese mundo, el era el más fuerte, y el rey de todo. Y como buen rey, deseaba una reina.

En una ocasión, salió al mundo humano a pasear, ya que se encontraba particularmente aburrido, al tener las mismas torturas y castigos de siempre. El destino, hiso que cruzará caminos con Perséfone. Hija de Deméter y Zeus, en uno de los tantos amoríos de su hermano idiota. Por culpa de una flecha de su sobrino, el señor del Inframundo se enamoro perdidamente de la diosa.

Perdido en su pasión, la arrastró a sus dominios, dónde la enamoro, y la volvió su esposa. Perséfone se avía enamorado, tanto de Hades como el de ella, pero la intervención de su madre, hiso que la diosa no pasará todo el tiempo que a ella le gustaría, con su amado esposo.

Atado de manos, por las amenazas de su hermana, y las exigencias de la humanidad, Zeus se vio orillado, a suplicarle a su hermano mayor, que soltará a su hija, para que Deméter volviera a hacer crecer la tierra. Hades tubo que aseptar, ya que la amenaza de guerra por parte de Deméter, si no le devolvia a su hija eran reales, y muy peligrosas. La única condición que impuso Hades, y que ni la misma Rea hubiera podido revocar, era que si Perséfone consumía un alimento de su reino, debería pasar la eternidad con el.

En el camino, del Inframundo a la tierra, dónde caminaban Hades y su esposa, está le pidió que hiciera algo, para no ser apartado de el, a lo que esté le sonrió con amor, pero también con trampa.
Le entrego, 12 semillas de Granada, que la Diosa fue comiendo en el camino, sabiendo lo que pretendía su esposo.

Al llegar con su madre, está le abrazo, y pregunto si avía comido algo del Inframundo, a lo que ella le contó, que comio la mitad de las semillas, que el señor del Inframundo ofreció.
Cómo sentencia por esto, Perséfone pasaba 6 Meses al lado de su madre, y otros 6 meses, en el reino de su esposo.

Era la época del año, dónde la esposa de Hades se avía ido. Para la mayoría era razón de felicidad, el saber la llegada de la primavera y el verano, pero para el, significaba volver a su soledad y rutina avitual, sin ver o abrazar a su esposa por las mañanas, como tanto le gustaba al Dios.

Heredero del Inframundo, Descendiente de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora