Damian.
A veces me juro no volver a meterme en líos ajenos, pero ahí estaba ella, una chica loca a punto de tirarse del puente. Qué maldito día más pesado. Trataba de no involucrarme con nadie, pero el destino parece disfrutar contrariándome.
—Lamento que los juegos de mi hija te hayan costado la vida —dijo el hombre—, pero te agradezco profundamente que la hayas salvado cuando ese auto disparó en su dirección.
Observé al señor con atención. Parecía tener unos 50 años y se notaba que era adinerado y educado, con un toque de humildad. ¿En qué líos andará su niñita?
—A veces los juegos traen malas consecuencias, pero lo de hace un rato no fue un juego —respondí.
El señor negó con la cabeza, se levantó del asiento junto a mi cama de hospital. Dio varias vueltas, se acercó a la puerta y puso el seguro. Luego, se me acercó y habló en voz baja.
—Mi hija corre peligro. Si no fuera por ti, estaría muerta. Ariannela tiene un enemigo poderoso que la persigue desde hace años. Al parecer, Mark ha regresado. Ya no sé dónde llevarla ni cómo esconderla.
Me quedé en silencio, sorprendido. Esa chica tan joven ya tenía un enemigo mortal. ¿Qué edad tendrá?
—Disculpa, ¿cómo te llamas? —preguntó.
—Damian. Soy nicaragüense, tengo 24 años.
—Eres joven. ¿Qué haces por estos lados? —preguntó, curioso.
—Buscando una nueva vida, trabajo, lo que sea. Disculpe, ¿cómo se llama usted? —esta vez pregunté yo, intrigado.
—Mauricio Miller. Mucho gusto, joven. Entonces, ¿estás solo? ¿Y tu familia?
—No tengo. Mis padres murieron cuando era un cipote. Tengo mis documentos en el bolso, pero estoy ilegal por poco tiempo. Espero que no sea un inconveniente.
El señor Mauricio asintió, pero sus ojos seguían fijos en mí. Parecía tener algo más que decir.
—Dime, ¿trabajarías conmigo? Que seas legal o no, eso para mí no importa.
Lo miré, sorprendido, pero asentí rápidamente.
—Será un gusto. De hecho, estoy buscando trabajo.
—¿Sabes hacer todo tipo de trabajos?
—Sí, señor, todo lo legal —repliqué seriamente.
—Bien. Quiero que seas el guardaespaldas de Ariannela. Mi hija necesita alguien que la proteja y que la domine para que deje de ahuyentar a los empleados.
¿Es esto en serio?
—¿Dominarla? ¿Por qué?
El señor Mauricio suspiró y tomó asiento en el sofá.
—Mi hija es especial. Nadie ha podido soportar sus arranques. Todos los guardaespaldas que he contratado se han ido. Ella los ahuyenta con su carácter duro. Cuando se pone en peligro, provoca que se vayan por su cuenta. No puedo darte más información hasta que vea interés en ti para quedarte a su lado.
Vaya, la niñita inmadura de papi. Algo curioso, le pregunté a don Mauricio.
—¿Por qué es así? Disculpe, no quiero ser un entrometido, pero ¿por qué una chica tan joven actúa de esa manera? ¿Y por qué ya tiene enemigos?
******
El caso de mi hija es muy delicado. Su comportamiento ha sido así desde que sufrió una tragedia, de la cual no puedo hablarte por ahora. Pero si aceptas trabajar para mí, lo haré a su debido tiempo. Lo que debes saber es que esa chica de hielo tiene un pasado que marcó su vida. Necesita a alguien que dé todo por ella. ¿Me entiendes?
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Seduciendo A mi GuardaEspaldas.
RomanceAriannela Miller es una chica con los más límites de arrogancia que puede existir. Su vida no ha sido fácil, guarda un secreto que lamenta día a día, ella se ha vuelto fría como el hielo, oculta su verdadero yo dentro de una máscara protectora, sin...