¿Su primera vez? ♡

38 2 2
                                    

Damián.

No tenía idea de qué hacer. La señorita Ariannela ya estaba encima de mí y, sinceramente, no quería alejarla. Sus manos viajaron hasta el cierre de mi pantalón. Maldición, ya estaba como un toro y, sin embargo, era mi primera vez. Seré sincero, jamás había tenido sexo. Tuve una novia, pero nunca llegamos a nada. Estaba nervioso, quería alejarla, pero sus toques expertos no ayudaban.

—Me vas a decir que no te gusto. Mira, tu pene está listo y yo también.

—Señorita, cálmese.

—No quiero. Estoy excitada y no pienso detenerme. —Declara Mordió su labio y siguió tocándome. Mierda, espero no arrepentirme luego.

Recibí sus deliciosos y suaves labios. A pesar del sabor a alcohol, sus besos eran extraordinarios. Toqué su vagina húmeda y, sin saber qué me pasaba, la bajé encima de mí. Luego la subí sobre mí sin poner toda mi fuerza. La miré y realmente es hermosa, ella es perfecta. Sus manos se enredaron en mi cuello, levantó sus muslos y los colocó sobre mi cadera. Rápidamente me quité la ropa y la ayudé a hacer lo mismo. Ella soltó un gemido cuando nuestros cuerpos desnudos hicieron contacto.

Levanté su pierna y la penetré despacio. Sentí un fuerte ardor, pero seguí moviéndome lentamente. Mi cuerpo temblaba por sentir su cavidad.

—Más rápido —ordenó, moviéndose. Su calor es delicioso, esto es delicioso. Me moví sin importar el ardor. Empecé a sudar por el calor y ella no ayudaba; sus labios se posaron en mi cuello y luego bajaron por mi pecho. Admiré sus hermosos pechos mientras la penetraba rápidamente. Mi boca chupó uno de sus pezones. El frenesí en mi interior era evidente cuando sentí una inmensa sensación que jamás había experimentado en mis 24 años de edad. Bajé mis besos hasta su ombligo, pero me quedé en shock al ver una rosa dibujada en su abdomen, cubriendo una gran cicatriz. Mi semen se derramó en su interior y sentí cómo ella explotaba soltando un gemido de placer. Nuestros cuerpos agitados y sudorosos querían separarse, pero me quedé recostado sobre su pecho, pensando en esa cicatriz.

—Fue tu primera vez, Damián. — cuestionó  y yo Asentí sin mirarla. Qué vergüenza. Me salí de su interior y hice una mueca cuando el ardor se volvió más fuerte.

—Lo siento, olvida esto —mencionó, queriendo levantarse de la cama. Sin embargo, no se lo permití.

—Lo siento, no podré olvidarlo —dije, atrayéndola hacia mí, besando sus labios y nuevamente fundiéndonos en el placer.

El bullicio del móvil llamándome,  hizo que despertara de golpe, me levanté de voladas de la cama,  miré varias llamadas perdidas del padre de Arianela, no supe qué hacer rápidamente  me coloqué el boxer y salí de la habitación para contestar la llamada.

—Don Mauricio, diga— Logre decir con nervios.

—Damián, que ha pasado te he llamado varias veces y no respondes el móvil. Sucede algo que no me quieras decir.—Replica Don Mauricio con voz áspera.

—No, es solo que…

Ariannela aparece en mi campo de visión, me quita el móvil y con voz dulce le habla a su padre.

—Papi estoy donde Mónica, he venido para hacer unas tareas pero le dije a este mequetrefe que no te dijera nada.—Niego escuchando sus mentiras.

—Esta bien cariño, recuerda avisarme, sabes que estoy alerta de todo.

—Tranquilo Pa, llegare por la mañana así que no te preocupes.

—Puedo hablar con la madre de Monica — mencionó y Ariannela rodo los ojos mirándome fulminante.

—Papa es posible que no me creas. Que van pensar los podrás de Mónica de mi, que me estas controlando para todo, no te preocupes dejare de hacer la tarea y llego.

—Hija mía, no diga eso, esta bien tranquila. Quédate y recuerda avisarle a este viejo que solo vive preocupado.—Ariannela sonríe elevando sus cejas.

—Gracias Padre te Amo.

—Hija comunícame con  Damián, te quiero mucho— Expreso preocupado. Pobre señor.

—Yo más, Bay papi.

Ariannela me entrega el móvil y respondí tratando de no parecer nervioso.

—Don Mauricio, dígame.—
Ella sonríe colocando sus manos en mi torso desnudo, cierro los ojos al sentirme débil antes esta chica

—Damián me escuchas.

—Sí señor.

—Bien, vigila a mi hija y recuerda no quitar tus ojos de ella. Cualquier cosa que suceda no dudes en llamar.

—Claro que si señor, a sus ordenes. Usted descuida yo cuído de ella. —Afirmó y a la ves me siento como una mierda al mentirle a este buen hombre. Al colgar la llamada, Ariannela me mira coqueta, su cuerpo es perfecto a pesar de esa marca y unas cuantas extrillas.

—Porque haces esto—murmure besando sus labios y elevándola ahorcadas sobre mi.

—Me encanta tu inexperiencia Damián— Susurra excitada, la llevo a su habitación y sin importar ese maldito ardor, me adentro en su esencia disfrutando de su calor. Ariannela Miller es una mujer que hace que me vuelva loco y ahora creo que hice lo peor, acostándome con la hija de mi Jefe.

Al día siguiente, desperté temprano. Entré a tomar una ducha mientras ella dormía plácidamente. Al finalizar, me vestí con lo mismo de ayer, buscando la manera de irme temprano a la casa grande para cambiarme de ropa. Fui hacia la cocina y abrí el frigorífico. Tenía jugos y cereales dietéticos, todos bajos en grasa.

—Está a dieta con ese delgado cuerpo —murmuré mientras tomaba un poco de leche y le preparaba un tazon de cereales. Luego recogí las botellas vacías de vodka y las colillas de cigarro, dejándolas en el cesto de basura. Busqué la aspiradora para limpiar el desastre que Ariannela y sus amigas habían dejado.

—Garrapata, ¿qué hora es? —preguntó ella, apareciendo en la cocina con un vestido ajustado a su cintura.

—Las ocho de la mañana. Te preparé unos cereales, es lo único que tienes sin carbohidratos… —Ariannela arrugó la frente y negó con la cabeza.

—No tengo hambre, siento que voy a arrojar toda la bebida de anoche —declaró, frotándose el estómago. Se me había olvidado que ayer bebió alcohol como si fuera agua.

—Bien, para no desperdiciarlos me los comeré yo. Luego vamos a buscar algo para irnos a la mansión o me las veré crudas con tu padre.

—Sí, lo que tú digas —respondió desganada, pero luego me miró fijamente—. Damián, lo de ayer… olvídalo. Fue un impulso por lo ebria que estaba. Espero que no hayas tomado muy en serio lo de anoche —dijo sin quitar sus ojos verdes de los míos.

Vaya, lo supuse. Claro que no le mostraré que no me agradó la manera en que lo mencionó.

—Tranquila, señorita. Espero que su impulso no vuelva a ocurrir —señalé, levantándome del banquillo.

—Solo fue para pasarla bien, disfrutamos y listo —declaró, suspirando.

Qué fácil fue para ella decir eso. Me encogí de hombros y terminé de lavar los tazón.

—Es hora de irnos, tu padre puede volver a llamar preocupado —repliqué fríamente.

—Claro, no te preocupes, garrapata. Ya estoy lista, solo busco mi bolso —respondió como si nada, y desapareció en la habitación.

Apreté los puños, molesto por su actitud tan despectiva y autoritaria, sin importarle lo que provocó en mí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Seduciendo A mi GuardaEspaldas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora