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Es domingo, he salido a caminar por la playa. Desde pequeña el mar siempre me ha trasmitido tranquilidad. Hace muchos años que no venía aquí. Me siento en la orilla junto a unas rocas. Es tan satisfactorio sentir la brisa en mi rostro, causando un hermoso sonido, que hace olvidarme de todo. Las olas chocando en las rocas, salpicando pequeñas gotas de agua salada que caen en mis piernas y brazos.
Mis ojos se mantienen en esa línea recta que no tiene fin, llamada horizonte visible.

Lanzó una roca al agua, haciendo que rebote unas dos veces, haciendo ondas alrededor de estas, que se esparcen hasta desaparecer.
De vez en cuando cierro los ojos, solo concentrándome en el sonido de las olas. Deseando que todo fuera como en ese instante.

Un sonido de una rama me hace salir del trance, abro los ojos volteándome hacia atrás. No hay nadie, la playa está completamente vacía por la estación del año en que nos encontramos, es que no hay ni ramas, no se de donde vino ese ruido. Al momento en que vuelvo mi vista al agua, se escucha de nuevo el mismo sonido. Extrañada me levanto y voy en busca de donde proviene el pequeño estruendo. Hay una gran roca, camino lentamente hacia allí. Cuando voy a mirar de qué se trata me encuentro con un pequeño e indefenso perrito. Que tiene un pedazo de madera en la boca, intentando morderlo. Es de color marrón claro. Le llamo, me mira unos segundo y vuelve a jugar con el palo.
Intento acercarme y agarrarlo. Empieza a lamerme todo el brazo causando que suelte una risa.

- te haz perdido pequeño- le digo pero no parece tener dueño ya que no lleva ningún collar que le identifique. - No tienes dueño verdad- le hablo como si me fuera a responder, que tonta.

Decido llevarlo a casa. Pobre seguro lleva días sin comer.
Primero paso por el centro comercial para comprar unas croquetas para perros y algunos accesorios para mi nuevo amigo, de seguro le encantan.
Cuando llegamos me encuentro con un auto frente a mi casa.

Es mi padre, de seguro ya llego de su viaje.

- hola guapa, acaso no vas a darle un abrazo a tu padre- me sonríe y me atrae hacia el, mi pequeño - pero qué traes ahí? Qué haces con ese pulgoso, no quiero creer que lo vas a dejar en casa- genial acaba de llegar y ya está buscando una excusa para discutir.

- va a estar en mi habitación, no te preocupes no te va a molestar- me alejo y me adentro a la casa.

Le coloco los recipientes de la comida en una parte de mi habitación, comienza a comer, de seguro estaba hambriento. Se me hace extraño no tener noticias de Kane, hace días no le veo. No puedo evitar sentir añoranza, raramente me gusta su compañía, me siento... no lo sé, ¿bien?
Da igual ahora mismo no debo pensar en eso.

Te gusta y mucho

Maldita conciencia

(...)

He pasado toda la tarde jugando con flopy, y si, le puesto ese nombre, se que es un poco rídiculo pero me gusta para él. Es que es tan pequeño y ... tierno.

Mi móvil suena, es de el mecánico del auto. Contesto y me avisan que ya está arreglado por lo que me pongo una chaqueta y salgo a buscar mi auto.
Voy caminando, pues no se encuentra tan lejos de casa.

- hey, ha quedado como nuevo- el chico que trabaja allí es muy simpático, le conozco hace unos meses. Y he hablado con él algunas veces cuando iba de pasada. Me cae bien.

- me alegro, lo extrañe- digo riendo. Ya necesitaba a mi Niño. No soporto ir en transporte público y todos los viejos raboverdes opinando sobre mi trasero.
Lo observo unos minutos verificando que todo está bien.
Hablo unos minutos con el chico el cual no me se su nombre aún, y me despido pagando el arreglo de mi auto.

Darkness Donde viven las historias. Descúbrelo ahora