4. Simon y el sobre rosa

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Las semanas pasaron y cada vez me era más difícil disfrutar los días en los que no había taller. Porque esos días no veía a Tine. Después de esa primera clase almorzamos juntos y Tine me siguió contando más cosas de él: vivía con sus papás y su hermano mayor en una casa blanca y grande cerca a la escuela. Aunque no tan cerca como para ir a pie, así que todos los días iba a la escuela en bicicleta.

Yo casi no hablaba de mí, al menos no por iniciativa propia, solo respondía a sus preguntas, que casi siempre pasaban los límites de la curiosidad. Me sorprendía como, a pesar de mis respuestas breves, él siempre seguía preguntando despreocupado. Sus tantas preguntas lo llevaron a saber que mis papás no vivían en Bangkok, que yo vivía aquí con mis amigos, que los fines de semana me gustaba tocar la guitarra, jugar al futbol y ver películas rebuscadas. Y también sabía que yo no tenía novia y que nunca había tenido. Y yo sabía también que el tampoco tenía, no porque le hubiera preguntado sino porque lo dijo después de oír mi respuesta. Y no puedo negar, que enterarme de eso, me hizo feliz.

En la segunda clase llegó Ohm, pensé que mi cercanía con Tine terminaría ese día, pero no fue así. A pesar de mis primeros intentos por alejarme antes de verme apartado, Tine siempre me arrastraba con él y con Ohm. Que parecía ser un chico despreocupado y juguetón, pero se le notaba bastante interesado en la actuación.

La actuación no me terminaba de convencer, así que el día de la audición, que decidí hacer más por compartir más días con Tine que realmente por participar en la obra, no me fue muy bien.

— Sarawat, ¿se ha preparado? —preguntó el profesor algo fastidiado luego de que olvidara mis líneas por quinta vez.

— Claro. —respondí, más para evitar una llamada de atención que porque fuera verdad.

— ¿Entonces por qué no puede recordar las líneas?

— Me cuesta concentrarme cuando me presionan. —dije, porque este profesor ya me había sacado de quicio.

— Ah, ¿no le gusta que lo presionen? —preguntó, socarrón.

— No.

— Entonces quizá debamos llamar al señor Tine, porque creo recordar que mientras sus compañeros pasaban la audición, usted estaba muy cómodo sonriendo a cada cosa que le decía el señor, ¿o no? Y que, por eso, por más que han repetido estas líneas docenas de veces, usted no las recuerda porque apenas si las escuchó.

No creo que sea necesario añadir que, ante esto, medio salón soltó en risas. Y mientras una mitad se burlaba de mí, la otra mitad hacía silbidos, molestándonos a ambos de manera romántica. Y aunque no se me notara nada, yo por dentro me había muerto.

— Eso no es necesario. —dije, no sé cómo.

El profesor me odiaba desde la primera clase. Y yo también lo odiaba, porque, por su broma, ahora Tine estaba sonrojado, hasta un imposible rojo, en un rincón del salón junto a un Ohm, que sonriente lo molestaba empujándolo con el hombro.

— Bien señor Sarawat, hagámoslo una vez más. Repita las líneas después de mí —dijo, el profesor, con tono agotado.

La obra era una adaptación del libro Simon vs. the Homo Sapiens Agenda, una historia sobre un adolescente llamado Simon, que se enfrenta a las dificultades de hablarles a su familia y amigos sobre su orientación sexual. Durante la historia se enamora de otro chico en línea, que al igual que él lucha por lo mismo, este chico se llama Blue. Y sí, la obra es LGBT.

Y Tine audicionará por Simon. Y yo, por supuesto, lo haré por Blue.

Pero aquí está mi explicación. Blue tiene muy poquitas líneas. Esa es la razón principal. La única. No tiene nada que ver que el único beso que dará Simon será con Blue. Nada que ver.

A los 16  #SarawatTine /BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora