2. Club de Teatro

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Esa noche, luego de darme una ducha y acostarme, justo antes de cerrar los ojos, me acordé nuevamente del chico orejitas de conejo. Y digo nuevamente porque no pude evitar pensarlo varias veces en el día. Aparecía en mi mente como una impresión en el fondo de mis ojos. Por más que trataba de evitarlo, aparecía una y otra vez. Ni siquiera en el último segundo antes de caer dormido logré que desapareciera.

Soñé con él. Caminaba delante de mí, pero sin dar la vuelta, yo iba más rápido tratando de alcanzarlo, pero por más que me adelantaba no lo lograba. Me desperté sorprendido, no podía creer que había soñado con alguien que acababa de ver. ¿Pero que me estaba pasando? Fastidiado me levanté de un salto de la cama y con extrañeza vi que Man y Boss seguían durmiendo, ¿pero qué hora era? Miré mi celular, apenas las seis y treinta y seis minutos de la mañana ¡Las seis y treinta y seis! ¿Cuándo es que me había despertado tan temprano y sin despertador? Mi clase empezaba aún a las nueve de la mañana.

De pronto, otra vez como una impresión bajo mis ojos, ahí estaba en mi mente, el chico de las orejas de conejo, Tine. Y decidí que quizás no sería mala idea aprovechar la hora y pasar por la cafetería un momento. Me di una ducha veloz, me vestí para escuela y tomé todo lo que necesitaba para salir.

Al llegar a la cafetería no pude evitar buscarlo, pero por más que miré mesa por mesa, no lo encontré. No estaba en ninguna parte, y empecé a sentirme tremendamente desanimado. Pero la persistencia era una de mis cualidades así que decidí esperar un poco mientras desayunaba. Sabía que no era racional tener tantas ganas de ver a alguien que apenas conocía, pero realmente deseaba verlo, aunque sea solo una vez más.

Con mi propósito en mente elegí cuidadosamente donde sentarme. Compré algo ligero porque a esa hora no tenía nada de hambre y me senté a comer lentamente mientras miraba de rato en rato mi celular. Cinco minutos, siete minutos, nueve minutos, doce minutos, dieciocho minutos, ¡nada!

Sin nada en el plato y a punto de rendirme, sacudí las migajas de mi ropa e hice el ademán de ponerme de pie cuando lo vi entrar. Y otra vez mi corazón se hundió en mi pecho. Estaba incluso más guapo que el día anterior, más perfecto. Tanto, que sentí miedo. Y quise ponerme de pie y salir, porque sentí que Tine era peligroso para mí. Debía irme y nunca más volverlo a ver, pero no pude. Quería verlo tanto como fuera posible.

Lo vi comprar una bebida y sentarse en una de las mesas que estaba cerca a la puerta. Empezó a tomar un poco de ella y luego sacó su celular del bolsillo de sus shorts. Sus manos eran hermosas, no había visto eso el día anterior. Miraba el celular tan concentrado que empecé a sentir curiosidad por lo que veía, ¿acaso leía el mensaje de alguien? ¿Tendría novia? ¿Pero cómo no la iba a tener? Alguien tan atractivo como él. Pensaba en eso cuando lo escuché soltar un resoplido, ¿estaría cansado? De pronto cruzó los brazos sobre la mesa y puso su cabeza sobre ellos cerrando los ojos. Se veía hermoso.

Estuvo así varios minutos, tantos que pensé que tendría que despertarlo al irme cuando vi que un grupo de chicos entraba a la cafetería gritando su nombre. Me sobresalté por un instante, pero luego los reconocí, eran los mismos de la vez pasada. Uno de ellos antes de sentarse sacudió la cabeza de Tine, despertándolo. Y cuando vi eso, sentí envidia y al mismo tiempo me sentí fuera. Fuera de su mundo, porque yo solo era un extraño que lo miraba desde lejos, pero ellos tenían derecho a hablarle, a tocarlo, a bromearle. Y empecé a sentir que yo también quería eso. Y sin dudarlo me puse de pie y decidí sentarme en una mesa más cercana, más cerca a la de ellos, porque quería saber más cosas del mundo de Tine.

Podía escucharlos ahora, estaban hablando del club al que debían unirse. La escuela nos había dicho que debíamos inscribirnos al menos a uno de ellos, yo aún no lo había decidido, aunque pensaba inscribirme al de música. Y al parecer ellos tampoco lo tenían claro, porque estaban discutiendo si unirse en grupo o cada uno por separado. Tine no decía nada, parecía que los efectos de haberse quedado dormido aún lo envolvían. De repente uno de ellos tocó el hombro de Tine y le dijo que había escuchado que una tal Lawan se uniría al club de porristas. ¿Quién era Lawan? ¿Su novia? No, imposible, si fuera su novia, Tine sabría a que club iba a unirse. Tine al escuchar eso pareció despertar completamente y golpeando con fuerza la cabeza de quien había dicho eso, le dijo muy serio que Lawan no le interesaba y que dejara de molestarlo con ella. Entonces la tal Lawan no le gusta, me sentí tonto, pero también aliviado.

A los 16  #SarawatTine /BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora