5. El mejor amigo de Tine

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Ya que el papel de Ethan no tenía muchas líneas, la mayor parte de los ensayos me la pasaba mirando el ensayo de los demás, sobre todo el de Tine. Tenía tantas líneas que gran parte de las sesiones, más de uno, nos la pasábamos mirándolo. Yo no era el único y eso me estaba empezando a molestar: Mil no despegaba los ojos de él, y ni que decir de Lin, que cual fan enamorada se quedaba observándolo sin parpadear todo el ensayo. Solo descansaba los ojos cuando tenía que transmitirle a su amiga la emoción que sentía, ya sea dando brincos o dándose con las palmas de las manos.

Y Tine, tan ciego de todo, nunca se daba cuenta de nada. Si Mil se le acercaba sonriendo, él le contestaba sonriendo también, si le susurraba al hablarle, Tine lo hacía también. Y Lin, bueno, Lin era más brincos que atrevimiento, así que solo lo admiraba en secreto.

Pero yo. Yo estaba harto.

Quería agarrarlos a ambos y alejarlos de Tine. Y a Tine, a él quería esconderlo y nunca dejarlo salir. Lo quería solo para mí, aunque sonara descabellado.

Cuando el profesor dio orden de finalizar el ensayo, noté, con enojo, que Mil colocó su brazo alrededor del cuello de Tine y le dijo algo al oído. Y Tine, algo tímido, y al mismo tiempo inocente, le sonrió en respuesta.

¿Acaso no se daba cuenta Tine que Mil tenía otras intenciones? O no había intención alguna, ¿y yo estaba viendo cosas donde no las había? No lo sabía, pero no podía apartar el enojo de mí. Fastidiado los miré una vez más y noté que alguien más me miraba con ojos divertidos. Era Ohm, quien el notar que lo miraba caminó directo hacia mí.

— ¿Ya te vas a casa? —preguntó, colocándose a mi lado.

— Sí — respondí cogiendo mi bolso.

— ¿No vas a esperar a Tine?

— No.

— ¿Estas molesto?

— ¿Por qué lo estaría? —cuestioné tratando de ocultar mi vergüenza por haber sido descubierto.

— ¿Por qué no se lo dices? —preguntó sonriendo.

— ¿Decirle qué?

— Que te gusta.

Estaba perdido.

— No me gusta — mentí, mirando hacia otro lado.

— Mira, puede que Tine no se dé cuenta, pero yo sí. A mi no vas a engañarme.

— No me...— era inútil. — Si se lo dices te mato —amenacé.

Me miró divertido una vez más. ¿Qué le divertía tanto? Diablos.

— A Mil le gusta Tine — soltó de repente. Y yo sabía eso, pero me molestaba escucharlo.

— Lo sé — respondí apretando mi bolso, tratando de ocultar mi enojo.

— Se lo va a decir.

— ¿Qué? ¿Cómo lo sabes?

— Me pidió ayuda.

Sin proponérmelo me salió una mirada amenazante.

— Tranquilo —dijo, haciendo el ademán de tranquilizarme con sus manos. — No se la voy a dar. Tine es mi amigo y debo ayudarlo primero a él.

Otra vez esa sonrisa divertida en su cara.

— ¿No quieres venir con nosotros a mi casa? — preguntó.

— Nosotros, ¿Tine, tú y Mil?

— Nosotros: Tine y yo. Ya te dije que primero debo ayudar a Tine. ¿Vienes?

A los 16  #SarawatTine /BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora