🏮3: Un odio extraño y descoloridos días pasados.

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Wei Ying es una persona intrépida y sagaz. Astuto la mayoría del tiempo. Si se lo proponía, era el mejor mentiroso del mundo, mas si tenías un sombrero que se veía como a un gato muerto, sin discutir, Wei Ying dirá que tienes un gato muerto en la cabeza. Era una peculiar ambivalencia.

     A pesar de que no recordaba sus días de vivo, sentía a la perfección que la timidez, la serenidad, todo lo relacionado con estar quieto y silencioso, no eran lo suyo. Lo intentó, pero si no decía lo que tenía que decir, se terminaba mordiendo la lengua de la desesperación. Descarado, tragón, a veces grosero y aventado. Un desastre andante, ¡eh! Un desastre muy guapo, hay que decir.

     En la caminata se despejó la mente, entendiendo que su corazón no estaría tranquilo hasta que hablara con el cultivador de bonitos ojos miel. Esta vez no podría engañarse.

     Wei Ying también era demasiado resiliente.

     Eran cerca de la una de la madrugada del domingo, ciudad fantasma estaba retumbando de gritos y gritos provenientes de espíritus. Las lámparas desprendiendo luz escarlata.

     "Vamos a caminar, chico lindo", le habló a la par que avanzaba, alejándose del palacio Flor de Loto. Escuchó los pasos del cultivador, deteniéndose en un puesto de cachivaches de un hombre pavo.

—¿Cuál es tu nombre?

     Wei Ying tomó una peineta de dudosa procedencia, la dejó. El hombre no respondió. Al voltearse, notó que lo detallaba con la mirada, desde la túnica negra que estaba usando hasta el moño púrpura que sostenía su cabello en una cola alta. No poseía una mirada voraz ni de exitación. Wei Ying calculó que era dos centímetros más alto que él.

     El cultivador se está cerciorando de su estado. Preocupación detonando de esos orbes inverosímiles. El joven fantasma se sintió acorralado.

—¿Wei Ying?

—¿Sólo sabes decir eso? Sí, mi nombre es Wei Ying. ¿Feliz? ¡Ahora di otra cosa! Por ejemplo, podrías presentarte —Wei Ying alcanzó una diadema de flores—, o hablar, lo que sea.

     Wei Ying lo miró, tragó saliva.

—Usted... ¿me conoce?

     Su acompañante al escucharlo, se acercó dubitativo a su lado.

—Mn.

     Después confirmar, el rostro del cultivador se hizo inescrutable. Wei Ying ya no pudo descifrar lo que escondían las finas facciones ajenas. Se rascó la nuca con exasperación. ¿Qué debía decir? ¿Lo siento por haber muerto? ¿Llorar? ¿Brincar de felicidad por este improbable reencuentro? ¿Alejarlo? ¡Que alguien le diga qué hacer!

—Lan Zhan —dijo el hombre, enfriando la cabeza del joven fantasma a su paso—, me decías Lan Zhan.

     ¿Era su nombre de cortesía o...? Tranquilo. Con calma. Se aprende a gatear antes de correr.

—¡Lan Zhan! Es un nombre adecuado para ti —Wei Ying le regaló una sonrisa, inspeccionado otros puestos—, bien, bien, querido Lan Zhan. Lamento informarte que no recuerdo nada de mi pasado antes de muerto. ¡Ah, puede que se me haya olvidado! Soy un fantasma.

     Wei Ying fue de los pocos fantasmas que tenían una apareciencia humana. El fantasma optaba la forma dependiendo su nivel de resentimiento. Algunos fantasmas eran una flama flotante o tenían características de animales antropomórficos.

—¿Por qué estás aquí? —adivinó que Lan Zhan no estaba en la ciudad por él, se trataba de una fortuita casualidad.

—Exorcizar fantasmas.

El bello hombre de madam Jia Li | Mo dao zu shi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora