—¿Ver? ¿A qué te refieres con ver?— Harry se sintió estúpido de repente, era obvio lo que ella estaba insinuando pero su mente parecía incapaz de procesar la idea. Él nunca había sido voyeur, nunca había intentado mirar debajo de las faldas de las chicas ni había pensado en entrar nunca al baño de mujeres, la idea de ver a personas teniendo sexo no le hacía sentir excitado, si no incómodo, fuera de lugar. Pero no estaba hablando de ver a otras personas, estaba decidiendo verse a si mismo.
—Ver, después de todo somos tú y yo, no estamos invadiendo a nadie. Nunca he visto un hombre desnudo ¿Sabes? Y francamente me da curiosidad— Harry intentó calmar sus ideas.
—¿Tú quieres verme?— Ginny asintió.
—Tú también me verás a mí, si quieres— le sudaban las manos y Ginny parecía demasiado tranquila con la idea de él observándola. Un sonido le atravesó el tímpano y le hizo temblar las rodillas como un niño, un sonido que la Ginny del sofá, la que estaba besándose con su esposo, emitió. Era algo así como un gemido, mezclado con su nombre. Ginny había gemido su nombre con deleite, y eso había volado su cerebro. —Parece que eres bueno en lo tuyo— la pelirroja a su lado se sentó en el suelo, mirando fijamente a la pareja del sofá. Con una curiosidad demasiado infantil para aquella situación.
—Shh, no hagas ruido Ginevra o tendremos a los niños aquí— Ginny asintió, aceptando la mano de Harry cubriendo su boca. Le bajó los pantaloncillos con la otra mano, lo suficiente para que ella pudiera retirarlos sola con movimiento de sus piernas. —¿Cómo es posible que cada vez que te vea estés más hermosa?— Harry pensó en que momento de su vida, entre su realidad y la que estaba viendo se había vuelto tan seguro al estar frente a una mujer, o quizás sea (y sintió calor en su cara al pensarlo) que él y Ginny habían tenido la suficiente cantidad de sexo como para no tener inseguridades. —¿Harás silencio?— Ginny asintió. Se sonrieron cuando él quitó su mano.
—Me portaré bien, señor Potter, no se preocupe por mí— una risita, cantarina y traviesa, se escapó de su boca. —Ven aquí, sé lo que quiero— Harry se acercó a besarla, justo antes de que ella murmurara algo en su oído. Algo que ellos no oyeron pero que hizo que Harry volviese a besarla con renovadas energías.
—¿Qué crees que...? Ay demonios— Ginny sintió el calor recorrer desde sus mejillas a su entrepierna cuando vio lo que pasaba frente a ella y ni siquiera tuvo el valor de ver la reacción de Harry.
Harry le bajó las bragas en un movimiento lento, como si fuese consciente de que tenían toda la vida, cubrió el sexo de la pelirroja con la mano, frotando despacio. Se quedó un momento así, jugando con ella, hasta que su dedo medio se perdió en la intimidad de su esposa.
—Ginny ¿Estas de acuerdo con que vea esto? Puedo irme— un murmullo a su lado, Harry miraba el suelo, podía ver sus mejillas rojas y sentir la timidez en su voz, la necesidad de ser un caballero aún cuando ella había sido quien comenzó todo.
—Harry ¿Crees que te dejaría hacer esto si me molestara? Solo somos tu y yo, aquí y allí— señaló a la pareja del sofá— Solo somos tú y yo.
Harry besaba en línea recta, dirección sur. Se detuvo en el vientre, apoyó su mano y dejó un beso.
—¿Cómo esta hoy? ¿Ha tratado bien a mamá?— Ginny sonrió.
—Ha extrañado a papá, como todos aquí— Harry besó su vientre un momento más.
Harry y Ginny miraban la escena conmocionados. Harry parecía al borde del llanto, sus ojos verdes estaban aguados y decidió darle un momento de privacidad, sin hablar. Se tocó su propio vientre como si pudiese sentir algo de lo que habría en el futuro. Un bebé de Harry. Otro bebé de Harry. Sonrió hasta que le dolieron las mejillas. El pensamiento de su embarazo había arrasado tanto en su cabeza que casi no prestó atención a lo que el Harry frente a ella estaba por hacer.
Se le escapó un ruido de sorpresa que sacó a Harry de su ensimismamiento. Casi se rió de la cara de Harry, como si nunca se le hubiese pasado por la cabeza que tal situación era posible y probable.
La información pasaba demasiado rápido por la mente de Harry. Apenas acababa de descubrir que no tendría uno si no dos bebés, dos niños, cuando se dio cuenta lo que pasaba frente a él. No es que no supiese que el sexo oral existiese, sabía que existía y que era algo común, pero nunca se había pensado haciéndolo y menos haciéndolo bien. Se preguntó si era algo que naturalmente sabría hacer o si había aprendido de alguna manera, podía ver al hombre en que se había convertido devorar a su esposa, mientras Ginny apoyaba las piernas en sus hombros, moviendo la pelvis en un movimiento hipnotizante.
No podía despegar la vista de aquello. De la manera en que Ginny arqueaba la espalda y se mordía los labios para no hacer ruido, como movía su cadera, como mezclaba sus dedos entre el cabello azabache y lo jalaba. Nunca había visto a una mujer tener un orgasmo. Y le ponía el pelo de punta saber que era Ginny la primera que vería.
—Shh... Eso es cariño, estuviste maravillosa— Harry se limpió lo que quedaba del orgasmo de su esposa en su barba, solo para acomodarle las bragas y el pantaloncillo. Se recostó sobre ella y dejó la cabeza sobre su pecho, justo donde su corazón latía. Ginny inhalaba y exhalaba intentando controlar su respiración, relajándose con el conocido peso sobre ella. Deslizó sus dedos entre el pelo de su esposo, acariciándolo con toda la ternura que le era capaz, acunándolo con sus piernas.
—Gracias— Harry rió.
—Cuando quieras, sigue siendo mi postra favorito— Y se quedaron ahí, acurrucados, perdidos uno en el otro, hasta que uno de los niños llamó desde el piso de arriba.
Ellos se amaban. Se podía sentir solo estando cerca de ellos, con verlos, el amor era casi palpable y hacía que el corazón de Ginny se derritiera, había soñado con aquel muchacho desde que era una niña pequeña y no solo se casaría con él sino que se amarían, de esos amores que uno no ve a diario y que parecen posibles solo en un cuento. La manera en la que Harry miraba a su versión adulta, con esos ojos verdes embebidos en ternura y deseo, le daba escalofríos. Y sintió una pequeña e irracional envidia, porque ese futuro aún no era su presente por más que ella lo anhelase.
—La barba te queda bien— fue lo único que salió de su boca— también el cabello más largo.
—Tu también estas bien— balbuceó— quiero decir, serás hermosa... bueno, ya lo eres, pero te ves diferente, como más adulta— Ginny no pasó por alto el detalle.
—¿Crees que soy hermosa?— Harry asintió.
—Creí que lo sabías— Ginny se acomodó el cabello pelirrojo detrás de la oreja y sonrió.
—Sé que soy hermosa, lo que no sabía es que tu me considerabas hermosa— podía sonar algo petulante, pero sabía que era atractiva, su popularidad entre los hombres era solo una demostración de ello, pero había un solo hombre cuya atención quería tener y estaba frente a él— Ven, vamos a explorar la casa— se levantó del suelo y le tendió la mano.
—Ginny, espera— se paró frente a ella, la miró a los ojos— gracias. Por este lugar, por los niños, por todo. No creí que tendría una familia nunca ¿Lo sabes? Nunca soñé con una vida como esta, con una esposa, con hijos, con alguien que esperara por mi, nunca creí que nadie me amaría de esa forma y tú...— Lo abrazó. Abrazó su vulnerabilidad, abrazó al niño huérfano, abrazó al adolescente solitario y abrazó al hombre que sería, la familia que formarían y al amor que le tenía desde el día que lo había conocido.
—No ha sido ningún esfuerzo amarte, Harry. No lo será en el futuro, no lo fue en el pasado. No lo es ahora. Siempre supe que tú eras el indicado, pero solo hace falta que sientas lo mismo, en su momento pasará.
—Quizás este sucediendo ahora, Ginny.
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Nuestro futuro
RomanceGinny y Harry terminan en el año 2005, juntos para conocer su futuro.