Capítulo 6

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Harry se sentía mareado. Todo en su cabeza daba vueltas, sus manos se apretaron alrededor de lo que reconoció como una manta. Abrió lo ojos e intentó enfocar su vista nublosa por la falta de las gafas. El techo blanco y el característico olor de la enfermería de Hogwarts fueron captados por sus sentidos.

—Señor Potter, al fin despierta. Vamos, tome agua— Madame Pomfrey lo miraba ceñuda, como si fuese culpa de él y de alguna de sus aventuras estar inconsciente.
Se sentó en la camilla y tomó del vaso que Madame Pomfrey le ofrecía. Alcanzó sus gafas que descansaban en la mesita de noche.
—Le traeré la comida en un momento, antes de que el muchacho Weasley vuelva y tenga que alimentarlo a él también.
—¿Ron? ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí? ¿Qué sucedió?

—Dos días, la señorita Lovegood nos avisó que usted y la señorita Weasley estaban inconscientes en el pasillo del tercer piso, no encontré ningún signo de lesión o embrujo, tampoco lo ha hecho el profesor Dumbledore, así que si es tan amable de iluminarnos con lo que sucedió— La señorita Weasley. Ginny.

Giró hacia su izquierda, la cama estaba vacía, pero a la derecha puedo ver a Ginny despertándose de la misma forma que él, confundida. Se miraron, con los recuerdos de lo que había sucedido llegando a su mente y en ambos se presentó la misma pregunta ¿Había sucedido realmente todo aquello? ¿Era real?

—¿Estás bien?— Ginny asintió.
—Mareada. ¿Por qué estamos en la enfermería?— Madame Pomfrey refunfuño.
—Eso es lo que me gustaría saber a mi. ¿Podrían decirme porque tengo dos alumnos inconscientes sin signo alguno de enfermedad o ataque? Dolores Umbridge ha respirado en mi nuca desde que estan aquí.
—Creo que debería llamar al Profesor Dumbledore— Pidió Harry— necesito hablar con él. Es importante.

*
—Bueno jóvenes— Dumbledore acomodó su capa de color lavanda y se sentó a los pies de la camilla— ¿Quieren explicarme que sucedió? Porque comprenderan que a mi edad es algo dificil encontrar cosas que me desconsierten tanto como esta situación.

—Sucedió algo— Ginny parecía estar escogiendo la forma de explicarse para no sonar como una demente— Estabamos en un lugar, haciendo algo— la mirada de Dumbledore chispeó y de alguna manera Harry supo que él sabía de la existencia del ejercito de Dumbledore, pero se quedó en silencio— yo dije algo, en realidad dije que desearía que Harry viera la familia que tendría si él quisiera— Dumbledore miró a Harry.

—En realidad me estaba regañando por no poner demasiado empeño en mis relaciones con Sirius y el profesor Lupin.
—Querido Harry, siempre debes escuchar el consejo de una mujer, especialmente si es una Weasley. Nunca he temido tanto llevarle la contra a una persona como a Molly Weasley.
—Ahí fue cuando quedamos inconscientes creo, pero despertamos. No aquí, no ahora. Antes, pero no despertamos en este...
— No podía decir mundo, no podía explicar correctamente lo que habían vivido— tiempo.
—Despertamos en un lugar, era de día y era fuera de Hogwarts, como si nos hubiesemos aparecido. Pero no eramos nosotros, profesor.
Ginny interrumpió: —Si lo eramos, pero eramos como espíritus, nadie nos veía ni nos sentía. Se qué suena loco, pero la gente a nuestro alrededor se sentía real, su mundo era real, eramos nosotros lo que no teniamos presencia, eramos observadores.
—Presiento, que si llegaron a tan extraña situación para ser observadores, ha de haber algo que ustedes debían observar ¿Me equivoco?— Dumbledore se sentía embargado por la curiosidad, había oído, como todo pensador y especialmente tan antiguos como él, de magías arcaicas y viajes en el tiempo, de experiencias extracorporeas y de magias accidentales poderosísimas, pero nunca había observado una situación como aquella tan de cerca.

—Harry estaba ahí, no conmigo. Me refiero no a este Harry. Un Harry distinto, adulto. Creo que tendría unos diez años más que ahora. Era muy atractivo.
—¡Ginny no es el punto! Señor, la guerra no existía, no había Voldemort, ni mortífagos. Tampoco creo que existiera Fudge ni Umbridge porque traía el uniforme del Ministerio, usted sabe que yo nunca le traicionaría— Dumbledore asintió con una sonrisa, conmovido— Él, bueno yo, llegó a una casa. Y había niños.

—Creemos que uno era hijo del profesor Lupin y Nymphadora Tonks, era metamorfomago como ella, pero ellos no estaban ahí, no sabemos que les sucedió.

—Y también— la voz de Harry se cortó un momento— también había un niño pequeño, un niño que era mi hijo. De él, mas bien.

—James Sirius— murmuró Ginny, con la misma opresión en el pecho, recordando la carita redonda y los hoyuelos de ese pequeño.

—Harry, ¿Viste ahí a tu familia?— preguntó, Dumbledore parecía conmovido, casi orgulloso. No solo de saber que aquel muchacho frente a él ganaría la guerra contra voldemort, si no que la ganaría contra si mismo, contra su dolor, su oscuridad y sus demonios. Harry estaba herido si, pero se recuperaria, y aquella idea le trajo una inmensa paz a su consciencia torturada.

—¿Puede creer que nos casamos?— Ginny parecía euforica por soltar esa pieza de información— Yo era, soy, quiero decir, seré la madre de James Sirius, y del otro niño, estaba embarazada sabe. Tendrémos al menos dos niños. Y Teddy, el niño de Tonks.

Dumbledore alzó sus cejas blancas, mirándola por sobre sus anteojos de media luna, y sonrió. ¡Oh amor adolescente! No podía imaginar una elección más certera de persona para acompañar a un ser tan joven pero tan complejo como el muchacho frente a él. Ambos estaban sonrojados, Harry por la timidez y Ginny por la felicidad.

—Señor, no solo nos vimos a nosotros, vimos a más personas. Vimos a Ron, a Hermione...

—¡Ellos se casaron!— interrumpió Ginny con una sonrisa— Ron sigue siendo un idiota, pero Hermione estaba tan feliz. Iban a tener un niño.

—Pareja curiosa sin duda, pero el amor actua por razones que la razón desconoce, señorita Weasley. Me alegra saber que en ese mundo la guerra no te ha quitado a nadie más— una frase honesta, dolorosa, sentida. Harry bajó la mirada— ¿Quizás no todo era tan feliz?— preguntó, con preocupación.

—Bill, le atacaron. George, perdió una oreja. No hemos visto a Sirius, ni a nadie de la Orden, Fred, Charlie, Luna... Tampoco usted. Temo que cada persona que no vimos, no haya llegado a ese futuro.

—Señorita Weasley, todo tendrá lo que tenga que ser. El tiempo es algo extraño, pero sabio. Si han visto esa pequeña porción de tiempo, no más, no menos, es porque era la que debían ver. La que no los hará querer cambiar el pasado para modificarlo, porque eso, eso podría modificar el curso de toda la historia.

—¿Señor, eso fue real?— Preguntó Harry, avergonzado por el anhelo en su voz— ¿Será real? ¿O pasó solo en mi mente, en la de ella? Si estuvimos aquí dos días, lo vimos, lo que oímos... ¿Es real?

—Harry, que haya pasado en tu mente no significa que no pueda ser real. Ahora si me disculpan hay un par de libros que me gustaría leer sobre este asunto, además creo que la señorita Weasley esta ansiosa por hablar con usted sin mi presencia. Esta vez, las orejas de Ginny se sonrojaron por la verguenza de ser tan evidente.

—Y por cierto Harry, no olvides escribirle a Sirius. No te perdonaría nunca el que no le dijeses que tu hijo llevará su nombre.

*

—¿Realmente crees que ha sido real? ¿Qué todo será como lo vimos?— Ginny se había pasado a la camilla de Harry, estaban sentados frente a frente, a pesar de las protestas de fondo de Madame Pomfrey.

—¿Qué nos casaremos? —Supongo que depende de nosotros— A Harry le sudaban las manos, no estaba acostumbrado a hablar abiertamente de sus sentimientos y menos con una muchacha que le gustase, ambos había omitido algunos hechos que habían presenciado y tampoco era tan valiente como para comentarlo en voz alta— Si tu quieres, yo quiero.

—¿Casarme contigo? ¡Claro que no! Tengo catorce años, pero dentro de tres o cuatro vuelve a preguntar y estaré encantada. Aunque si podemos pasar más tiempo juntos, si quieres. Me refiero, sin Ron y Hermione. Podríamos ir a Hogsmade o a algún otro sitio— Ginny estaba nerviosa pero feliz, había estado enamorada del chico frente a ella por tres años, él finalmente estaba dando el paso más cerca.

—Eso me gustaría.

—Debes prometerme algo, Harry Potter. Me pedirás matrimonio solo el día que me ames con todo tu corazón, si nunca lo haces que nunca suceda, encontrarás otra mujer a la cual amar. Pero nunca permitas que lo viste te ate a mi.

—Cuando te ame, si tu me amas, seremos una familia.

Nuestro futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora