Capítulo 5

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—¿Crees que esto sea buena idea?— Habían oído murmullos sobre el domingo familiar toda la tarde anterior entre Harry y Ginny y habían discutido si ellos también asistirían o no. Una cosa era conocer su futuro, pero otra muy diferente era conocer el futuro de todos los demás. ¿Afectaría aquello todo lo que estaba por venir? ¿Intervendrían para que todo llegase a puerto?

—Acordamos que iríamos con ellos, Harry.

—No acordamos, solo dijiste que haríamos lo que tu querías— recordó, Ginny puso los brazos en jarra demostrando su semejanza con Molly Weasley— De acuerdo, decidimos ir. ¿Funciona la red flu para espectros del pasado? Mejor pregunta ¿Notarán ellos que dos espectros del pasado pasaron por su chimenea al centro de la madriguera?

—¿Por qué esperas que tenga esas respuestas? Ni siquiera Hermione lo sabría. Relájate ¿Por qué estas tan nervioso?

—Tienes seis hermanos mayores, no es gracioso ser tu novio.

—Eres mi esposo, no mi novio. Ya te han de haber golpeado, no lo harán mañana. Vamos por el segundo niño Harry, ellos ya han de haber notado que tenemos sexo. ¿Acabas de sonrojarte porque dije la palabra sexo?— se burló. Jaló de él y le dio un beso en la mejilla.

*

Harry se removió nervioso, no es que tuviera grandes experiencias con la red flu. Y no quería ser un espectro perdido en alguna parte del mundo futuro. Vio desaparecer a Ginny entre el fuego verdoso, tomó un puñado de polvo y entró en la chimenea.

—¡La madriguera!— el fuego lo envolvió, un retorcijón en el estómago y olor a comida. No a cualquier comida, olor a la comida de la señora Weasley. Había aparecido en la sala de la Madriguera pero nadie parecía haberlo notado, solo Ginny que todavía se limpiaba ceniza de la ropa.

La madriguera estaba igual a la que él llevaba visitando cada verano, solo que parecía haber más asientos por todos los sitios, más sillas en una mesa mucho más larga y también juguetes regados por el suelo.

Y niños. Muchos niños corriendo.

—Has apuestas, ¿Quién crees que tiene más niños? ¿Por qué hay Weasleys rubios? Ay no. Harry no, no, no. Mátame Harry, mátame para que no tenga que llegar a este mundo tan horrible— Harry no entendía a que se estaba refiriendo hasta que siguió su dedo índice que señalaba a la cocina, de donde Fleur Delacour estaba ayudando abrazando a Bill, quien estaba cocinando de espaldas a ellos.

—¿Qué hace Fleur aquí? Ella es miembro de la orden ¿No es así?— Ginny asintió.

—Bill esta ayudándola con su inglés, parece que también le ayudará con otras cosas. Uno... Dos... ¡Tres! ¡Hay tres niños Weasley rubios aquí! ¡Harry no te rías! Soy la tía de pequeñas flemas, esto es una catástrofe, ¿Cómo es posible que mi madre la aceptase? Si ella es tan...— Se levantó la nariz con el dedo.

—No sé porque te desagrada, es amable.

—Todos dicen eso de la flem... ¡Merlín santo!— Ginny se llevó la mano al pecho y se fue un par de pasos hacia atrás cuando Bill se giró. Su hermano, su apuesto hermano mayor tenía la cara destrozada, cubierta de gruesas cicatrices— William, Bill... Bill ¿Qué le sucedió a Bill? ¡Maldita sea, quien lastimó a Bill!— Corrió hacía él pero Harry la detuvo.

—Ginny, no pueden verte, no puedes preguntar, no puedes interferir. No sé que pasará, la guerra no será fácil, pero míralo, esta feliz.

Fleur probó la comida que Bill le ofrecía de la cuchara de madera, aplaudió y le dio un beso.

—Mon amour, eres el mejor cocinero del mundo.

—Bill podría hacerte agua sucia y pan duro y dirías lo mismo cuñada, tu voto no es para nada imparcial— Ginny se giró hacia la puerta de la cocina, donde George entraba con un traje anaranjado, una sonrisa burlona, de la mano de una chica morena y de cabello largo trenzado que le resultó muy familiar.

—¿Es Angelina? ¿Fred se casó con Angelina?— Ginny negó, pálida.

—No es Fred. Es George. Tiene un lunar... Él tiene un lunar cerca de... Harry su maldita oreja no está— Harry sintió un escalofrío al ver el lugar vacío donde debería de estar su oreja derecha— No me digas que están felices, Harry uno de mis hermanos esta desfigurado y al otro le falta su maldita oreja ¿Qué sigue? ¿Quién perdió su brazo? ¡Y no te atrevas a mirarme con culpa, Harry Potter! ¡Si en este momento te sientes culpable déjame decirte que te patearé el trasero antes de ir yo misma a matar al bastardo de Voldemort! ¿ME OYES?

—¡Pero si es mi pequeño Fred!— la voz de Molly detuvo la discusión, estaba más anciana, con el cabello rojizo cruzado por el gris, con más arrugas pero con una sonrisa. El niño frente a ella parecía la suma perfecta de los rasgos de George y Angelina. Y la niña de no más de tres años, con su cabello voluminoso reunido en un rosado laso, se acercó a abrazar a la señora Weasley— ¡Y mi dulce Roxy!— Molly abrazó a cada niño con un brazo, para luego saludar a Angelina y a abrazar con fuerza a George.

—Vayan a jugar con sus primos, Freddie nada de barro en los pantalones de Louis o tu tía Fleur me golpeará— El niño asintió con una sonrisa pícara.

—¿Puedes creerlo?— murmuró Ginny— Le puso Fred a su hijo, ¿Crees que el hijo de Fred se llame George?

—Mamá, ya reparé el sistema de calefacción del segundo piso, lo he vuelto mucho más eficiente si me lo permites decir— Percy se acomodó los lentes mientras bajaba por las escaleras y se acercó a las dos niñas pelirrojas que coloreaban en un rincón junto con una niña rubia. —Anda, las tres a lavarse las manos si quieren comer los postres de la abuela, no me mires así Lucy ¿Qué hay en las manos?

—¡Gérmenes!— repitieron las tres a coro, con tono cansino como si fuese la milésima vez que Percy les repetía lo mismo.

—Bill tiene tres niños, Percy aparentemente dejó de ser un imbécil lamebotas, volvió a casa y tiene dos niñas, George tiene dos hijos, Ron y Hermione están esperando un niño, tú y yo vamos por el segundo. Ay demonios. Si es que Malfoy tiene razón con eso de que a los Weasley nos gusta reproducirnos— silbó asombrada— Eso son diez niños. ¡Diez niños!

—Y no están Charlie ni Fred— recordó.

—No creo que Charlie se case, a no ser que acepten el matrimonio con dragones.

Harry miraba asombrado, con el corazón latiendo rápido y una sensación de calidez como la velada transcurría. Como Fleur, Ginny y Hermione charlaban sobre el embarazo de la última que parecía ser la última gran noticia, como los niños mayores comenzaban a volar en escobas pequeñas en el jardín. Se veía a si mismo, en el sofá con un vaso de whiskey en un mano mientras su otro brazo envolvía a James Sirius que tomaba su biberón. Percy y el Señor Weasley le preguntaban sobre el funcionamiento de la electricidad muggle, mientras Ron balbuceaba cosas sobre la paternidad que hacían carcajear a Bill. Parecía una postal de lo que siempre había soñado tener.

—¿No sientes que falta gente aquí? Quiero decir, ¿Lo has pensado verdad? — Ginny se sentó en el suelo, mirando todo a su alrededor— temo pensar que las personas que no estamos viendo... que no estén en este futuro. Se que es paranoico, puede que solo estén ocupados en sus vidas, pero temo que Charlie este herido, o Fred, o quizás el profesor Lupin ¿Por qué tenemos nosotros al niño de Tonks? ¿Por qué no han hablado de ver a Sirius? ¿Esta bien Luna? ¿Neville?

Harry meditó un momento, sabía que aquel pensamiento era válido, demasiado acertado como para que él no lo sintiese también.

—Gin, creo que es momento de volver.

—¿Por qué? ¡Quiero saber como están todos! ¿Qué sucedió?

—Ginny mira a tu alrededor, son felices. Lo que sea que deba pasar, pasará. Pero aquí estamos y lucharemos para que nadie falte aquí, pero no podemos saber cada paso que daremos, debemos vivir.

Ginny dejó caer las lágrimas.

—¿Desde cuando eres más inteligente que yo, Potter?— Se abrazó a él— Prométeme que este será nuestro futuro, que seremos felices al final.

—Te lo prometo.

Y todo se puso negro. 

Nuestro futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora