°•Genshin Impact headcanons y one-shots•°

Zhongli

TW: SANGRE

La ciudad de Liyue estaba tranquila, como de costumbre. Miraste hacia el cielo nocturno y cerraste los ojos, disfrutando del viento helado de la noche. Era tarde, pero tenías que ir a dejar algo al trabajo.

Te ocupabas de organizar archivos y manejar el dinero en uno de los bancos más famosos de Liyue. No eras del rango más alto, pero si ocupabas un cargo relativamente importante.

Ese día, habías faltado a tu turno de madrugada, ya que necesitaban ayuda urgente en tu otro trabajo; una florería. Por esa razón, ahora te encaminabas a dejar unos papeles de unos clientes a tal hora.

La recepcionista ya estaba guardando sus cosas, cuando sintió abrir la puerta y te vio entrar.

—¿_______? ¿Qué haces tan tarde por aquí? —te observó con curiosidad, y con la cabeza ligeramente ladeada en señal de duda.

Tu solo te limitaste a dedicarle una leve sonrisa cansada, para luego empezar a subir las escaleras hacia tu oficina.

—Solo vine a dejar unos papeles—te detuviste al observar su semblante preocupado—Me iré a casa luego de guardar esto—añadiste, cosa que pareció tranquilizarla, ya que suspiró, para luego dedicarte una sonrisa.

­—Está bien. Ten cuidado al salir.

Inclinaste tu mentón levemente en señal de afirmación, y seguiste tu camino hacía tu oficina. Al estar frente la puerta, quisiste sacar las llaves de esta, pero en el intento, dejaste caer todos los papeles y carpetas que traías encima, haciendo que se dispersaran por todo el suelo.

—Esto debe de ser una broma...—soltaste un largo suspiro, para luego agacharte y empezar a recoger todo. Ya luego dentro de la habitación, te harías cargo de organizarlo todo de nuevo.

Entraste en la estancia, y dejaste todo encima de la gran mesa. Observaste el desastre que tenías frente a ti, algo que te hizo sentir más cansada, sin siquiera haber empezado.

Tenías para rato allí, así que te preparaste un café, y te sentaste frente a la mesa, alistándote mentalmente para todo lo que tenías por hacer.

Un par de horas más tarde, ya estabas tomando un sorbo de tu tercera taza de café, y guardando las últimas hojas en su carpeta correspondiente.

Querías sentirte feliz por haber terminado, pero estabas demasiado agotada como para agitarte más. Y pensar que te quedaba el camino a casa...

Suspiraste pesadamente, para luego guardar todas las carpetas en un cajón del mesón, y salir de esa habitación de una vez por todas. Definitivamente no querías pasar ningún segundo más allí dentro.

Apagaste todas las luces del edificio, y al salir, cerraste la puerta con llave. El aire fresco te golpeó la nuca casi al instante, haciendo que te recorriera un escalofrío por la espalda.

—Si que está fresco esta noche, ¡y eso que estamos en verano! —gritaste al cielo, como si estuvieras reprochando al clima por ser tan bipolar.

Observaste el cielo estrellado, sintiendo una calidez en el pecho inexplicable, para luego desviar tu vista hacia el gran océano que se extendía más allá del puerto, la luz de la luna reflejada en el agua cristalina. Extrañamente, aquel tipo de vistas te llenaban de gozo y te colmaban en alma.

Había poca gente rondando por las calles. Te asomaste un poco por sobre el barandal que se encontraba junto al edificio, presenciando como una pareja se miraba mutuamente; claramente estaban enamorados.

Nunca entendiste como se provocaba ese tipo de conexión en las personas, ni tampoco es como si tuvieras mucho interés en experimentarlo; pero siempre rondaba la misma pregunta por tu mente: ¿Cómo sabías que aquella persona era la indicada?