°•Genshin Impact headcanons y one-shots•°

🍃Cumpleaños de Venti🍃

Aquí les traigo la pequeña historia de esta wawa borracha que amamos tanto, espero les guste <3 (me demoré un poco, otra vez, pido perdón por eso)

—¡Muchas gracias!­— exclamaste con una bella y enorme sonrisa en tu cara. Te dirigiste hacía la enorme caja llena de botellas de vino de diente de león, pero al intentar tomarla, unas manos enguantadas te detuvieron, agarrando tu muñeca.

—No creo que te puedas esto tu sola. Esta muy pesado— un chico de ojos y cabellos escarlata te observó con seriedad, pero también había cierta curiosidad en su mirada; como si quisiera una breve explicación de porque su pequeña hermana, se estaba llevando una caja repleta de vino.

—Tranquilo señor seriedad, que yo sea la que entrene a Noelle, no significa que solo la observe y guíe—lo miraste con picardía y cuando intentaste volver a tomar la caja, él te detuvo otra vez.

—La llevaré por ti—frunciste el ceño ante su terqueza, pero sabías que por más que insistieras, no cedería.

—Está bien, está bien. Lo que quiera y ordene la cara congelada—rodeaste los ojos con una sonrisa, mientras que él te fulminaba con la mirada. Claramente no le había hecho ninguna gracia. Empezaba a dudar si estaría bien que te juntaras mucho con Kaeya. Pero era inevitable; eran casi familia después de todo, y Diluc soportaba al portador de Cryo solo por el hecho de que, deseabas con todo tu corazón, que se reconciliaran algún día.

El cabello rojizo suspiró pesadamente, para luego cargar la caja con cuidado entre sus manos, y como soporte extra, apoyarla en su pecho.

Comenzaron su camino hacia Levantamiento, donde quedaste de verte con Venti a mediodía. En el camino, ibas recordando lo que te había pasado con el bardo hace unas horas:

Te habías levantado temprano. Muy temprano. Y solo para ir rápidamente a ver al bardo que te hacía tan feliz, en su día especial.

Mientras caminabas por las casi desiertas calles de Mondstadt, tomaste una gran bocanada de aire fresco, que solo se hace presente de madrugada, y alzaste tu mirada hacia el cielo teñido de colores rosados, y amarillentos. Estabas tan concentrada contemplando tal espectáculo, que no te diste cuenta de lo que había delante de ti, hasta que chocaste con eso. O más bien, con alguien.

—¿Uh? ¿______? — te sobaste un poco la cabeza, y luego dirigiste tu mirada en la dirección de donde provenía cierta voz que te sonaba bastante familiar. El chico de ojos color aguamarina había dicho tu nombre con cierto tono de desconcierto, para luego dedicarte una gran y alegre sonrisa­ al reconocerte del todo­—¡______! ¿Qué haces por aquí tan temprano?

Al verlo sonreír de tal manera, tu corazón comenzó a acelerarse de manera repentina. Sentiste como algo dentro de tu estómago comenzó a revolverse y retorcer, pero debías mantener la compostura. Aclaraste tu garganta, haciéndote reaccionar a ti misma, recordando también cual era tu cometido allí, y le devolviste la sonrisa.

—¡Venti! —te lazaste a abrazarlo, ocultando tu rostro en su cuello, inspirando también su aroma. Siempre era el mismo: cecilias, junto con una especie de olor que describirías como "brisa fresca" —¡Feliz cumpleaños!

El bardo correspondió al abrazo casi de inmediato, sintiendo cierta calidez en su pecho.

—No puedo creer que lo recordaste—río ante tu entusiasmo, y se limpió una lágrima de emoción imaginaria. Soltaste una carcajada ante tal acción ridícula.

Estuvieron conversando y riendo un rato, hasta que una pregunta que realizaste, hizo titubear al chico.

—¿Qué cómo quiero que pasemos el día? No tengo ni idea—se rascó la cabeza, soltando su típico "hehe", pero luego de unos minutos, su mirada se iluminó, y entendiste enseguida que se la había prendido el foco.