Alter ego

119 50 37
                                    

La que con ganas fingidas se aferra al cuerpo en llamas de ese desconocido, definitivamente no soy yo. No sé quién es, no la conozco, pero me resulta extrañamente familiar. Tiene mi rostro y mi cuerpo, pero su actitud es diferente: morbosa, salvaje y hasta diabólica.

Quiero gritarle, golpearla, hacerla reaccionar de alguna forma; no me escucha, no percibe mi presencia. El vaivén de su cuerpo y sus bien proyectados gemidos, son antónimos irremediables de sus pensamientos. Su piel simula un Sahara ardiente, mas su corazón tiene forma de iceberg. Un pseudo-orgasmo muy bien esbozado la hace suspirar aliviada.

Se viste deprisa, no hay tiempo para formalidades; con una anacrónica sonrisa agarra su recompensa. Juntas salimos de la habitación, desaparece. Me deja sola, con una dosis de inmenso y amargo vacío, el nauseabundo aroma de un desconocido impregnado en mis cabellos, y labios vulgares tatuados sobre mi piel.

 Me deja sola, con una dosis de inmenso y amargo vacío, el nauseabundo aroma de un desconocido impregnado en mis cabellos, y labios vulgares tatuados sobre mi piel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuentos cortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora