Capítulo 02

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Las nubes ya no estaban en el aire, en su lugar podía verse la luna llena iluminando todo, solo habían gotas en los árboles, Alec comenzó a sentir un fuerte dolor en su cabeza pero era soportable, estaba tendido en el suelo, algo le parecía extraño ¿por qué seguía vivo?, su mirada rápidamente volvió hacia arriba, pero sobre su cabeza solo había algunos árboles, no había rastros del barranco por el que hace apenas un segundo saltó.

En su lugar ese precipicio por el que saltó estaba frente a sus ojos a unos 20 metros del camino, se puso de pie y fue en esa dirección, al llegar lo confirmó, era el mismo por el que se había tirado hace un momento o para ser más exactos horas.

Primero pensó que la neblina había encubierto la verdadera distancia de profundidad sin embargo no había rastros de la pared de roca, o al morir había llegado a un lugar con una semejanza, estuvo a punto de considerar esa teoría hasta que vio el suelo, era un poco lodoso no obstante aún se podía distinguir huellas de zapatos, eran frescas y correspondían a la suela de su zapatos, no cabía duda de que se trataba del lugar en el que había saltado.

El hecho de que frente a él estaba ese barranco le hizo pensar porque o como había llegado hasta ahí, se dio vuelta y comenzó a buscar a alguien, no sabía quién sería pero por primera vez quería respuestas.

Empezó a gritar esperando una respuesta, pero esta llegó antes de lo esperado, casi como respuesta a sus gritos se escuchó uno aun mayor, parecía que le perteneciera a una gran bestia, algo que no sería de este mundo.

En el fondo del camino aun con niebla se comenzaba a formar una silueta humana, sin embargo con forme más avanzaba se podía ver que su dimensión no correspondía a cualquier humano, seria de por lo menos 3 metros, avanzaba de forma pesada jalando con una de sus manos algo que parecía un garrote, posiblemente un arma.

En efecto superaba los 3 metros, su piel era roja de una forma intensa, su cabeza tenía la forma de un toro, sus cuernos que daban la impresión de poder atravesar lo que fuera, sus ojos eran rojos aún más que su piel pero su cuerpo humanoide no se quedaba atrás, su musculatura era muy marcada, era la viva imagen de un minotauro, la legendaria criatura de los laberintos de entrada al inframundo.

Una criatura del infierno se encontraba frente a él, que otra explicación necesitaba después de todo era un destino obvio, si se había suicidado no aparecería en la entrada del paraíso.

Estaba de frente a la criatura a menos de 50 metros, sus ojos no apartaban la mirada de Alec y él lo sabía, antes de que se diera cuenta los 2 comenzaron a correr, el minotauro estaba tras el pero Alec tenía otros planes al comenzar a correr a los arboles junto al camino.

Era evidente que no ganaría, entonces por qué no admitía la derrota, si se había tirado desde el acantilado el recibir la carga de la bestia no significaría demasiado, ¿o no?.

Ni siquiera el mismo Alec sabía la respuesta a esta acción emprendida, corrió a los árboles los cuales solo eran solo 5 separados por una distancia no mayor de 3 metros cada uno, lo importante era el árbol del centro, su grosor era de por lo menos 3 metros de diámetro y había varias ramas como para poder escalarlo, si llegaba hasta esas ramas tendría oportunidad de escapar.

Ese pensamiento solo pasó por su mente pero jamás creyó en él, estaba junto al árbol y salto alcanzando exitosamente la rama, luego la otra y la otra, su escape parecía total pero al lanzarse a la siguiente rama, esta se rompió, no fue por una sobre carga de peso su grosor era lo suficiente para aguantarlo, el motivo de aquella ruptura fue el mazo en la mano de la bestia, se podía ver en el aire volando rompiendo limpiamente la rama, al no tener de donde sujetarse Alec calló.

Las alas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora