Más que un juego, Amor. - AshEiji

inicios

Se encontraban comiendo las delicias que aquel nuevo restaurante les ofrecía, vaya que había hecho que el rubio viviese la experiencia. En este mismo momento se encontraba sin zapatos y batallando con estar sentado en sus pantorrillas a modo tradicional.

— Duele. Tengo condición física, más no tanta. — rió para sentarse de lado.

— Espero hayas disfrutado Japón. — esta era su tercer y último día saliendo de paseo, lo habían disfrutado lo mayor posible visitando todos los establecimientos disponibles e interesantes, incluso el mismo había conocido más su propia ciudad.

— Lo disfruté como no imaginas y con la mejor compañía. — confesó acercándose al más bajo.

— Me enorgullece haber sido un buen guía, incluso yo me divertí dejando todos mis deberes a un lado. Fue una odisea hacer tareas tan rápido en poco tiempo, más totalmente valió el esfuerzo. — acepto feliz. Conocerlo ha sido todo, menos aburrido o decepcionante.

— Y siempre agradeceré que hayas hecho tanto por mi, no tenías la obligación y aún así me hiciste disfrutar estas cortas vacaciones, pocas veces me la paso tan bien. — confesó mirando al nipón mientras comía, le encantaba ver sus mejillas abultadas y ojitos abiertos, extrañamente grandes para sus rasgos orientales.

— Me alegra que te hayas divertido conociendo esta ciudad, aun queda mucho Japón por conocer. — aseguro sosteniendo la mirada.

— Entonces... espero que sí alguna vez visito alguna ciudad, tu me acompañes. No necesitas ser mi guía para venir conmigo, sino por disfrutar. — ok, eso había sonado en doble sentido y ni siquiera lo dijo con esa intención.

— Yo encantado, aunque considera mis clases, esta vez logre acompañarte por ser fin de semana, pero mañana vuelvo al instituto. —

— Seguro luces hermoso en uniforme con tu mochila portafolio a un lado. — bromeó entretenido.

— Claro que lo hago, te enviaré una foto mañana temprano, aunque creo que allá será algo tarde. — así eran las conversaciones entre ellos desde hace poco.

Se sonrieron entre platica siguiendo comiendo hasta salir del restaurante, caminaban por las calles cuando todo avanzó más rápido.

—¿A qué hora tienes que estar en el aeropuerto? — preguntó interesado y abrazandose por el frío.

— 11 pm, parto a la una de la mañana, ¿por qué? — levantó una ceja interesado.

— Vamos a tu hotel... no podemos acercarnos mucho en público. – se alejo sonriendo más, sí, se la habían pasado todos esos días coqueteando. Comenzaron con roces entre sus manos y miradas continúas, lo máximo era estar cerca porque no se habían atrevido a más por la gente a su alrededor.

— Para un taxi. — estaba hecho, ambos sentían atracción.