Eiji Okumura.

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Nació en una familia de clase alta en Japón

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Nació en una familia de clase alta en Japón. Era conciente de sus privilegios, nunca le faltó nada en cuestiones materiales. Aunque debía admitir que sí un poco de afecto. Sus padres eran algo frívolos, no daban mucho afecto físico, la vivían trabajando y todo eso, ni para qué quejarse, era normal en Japón.

Estudió en los mejores colegios privados, tuvo la más alta educación, tanto en casa como en la escuela. Estaba bastante agradecido por sus padres por darle tanto, pero definitivamente eso no significaba hacer lo que ellos quisieran.

Es su vida, el no era un muñeco o un perro para obedecer algo así.
Así que mejor comenzará a explicarse.

Su padre era científico, estudió Microbiología con especializaciones en medicina y química.
Su vida la dedico a investigar y dar avances en el área de la salud y medio ambiente, tanto para Japón y el mundo.

Así que quería que su hijo hiciera lo mismo.

Jamás.

A el no le gustaban esas cosas, de hecho, podía decirse que detestaba un poco la ciencia. Todo lo querían comprobar, como si la vida fuese tan exacta. Era agotador. Su padre podía tener todos esos títulos, reconocimientos y admiración encima, pero el no era su padre. El no tenía esa pasión, el no se levantaba cada día soñando en descubrir algo nuevo que le diese más reconocimiento y admiración. Ni siquiera entendía cómo alguien podía levantarse así, imposible.

El era un deportista y fotógrafo, no un hombre de ciencia.
Así que jamás aceptaría con lo que su padre tanto insistía. Permitía que lo obligara a acompañarlo a las ferias y sus reuniones con tipos aburridos y vírgenes.
Pero no sé dedicaría a ello, no pasaría su vida infeliz. Podía ser el sueño de el, podía haberse ilusionado con que su hijo sería igual, lo lamentaba profundamente. No iba a ser ese hijo.

Era gimnasta y practicaba la fotografía en sus tiempos libres.
Conoció un fotógrafo bastante agradable en una plaza y desde ese día, este le enseñaba sobre todo lo que sabía. Era bastante agradable. Adoraba a Ibe-san como a uno más de su familia.

La gimnasia le gustaba mucho, había comenzado desde muy pequeño. Sus padres para distraerlo y gastar sus energías lo inscribieron en deportes, probó varios hasta que llegó a la gimnasia y se enamoró de ella.
No se podía ver haciendo algo fuera del deporte o la fotografía.

Pasaba más de cuatro horas dirías entrenando, seis días a la semana. Claro que había asistido a competencias, incluso tenía un par de medallas, aunque admitía que no le interesaba mucho aquello. Era emocionante competir, pero el entrenaba por pasatiempo y amor al arte del deporte. No más.

En cuestión personal era un poco ambiguo, tenía un par de amigos no muy cercanos. Siempre fue un poco cuestionado por aquello, no es que odiara a la gente, sólo prefería estar solo.
Ponía más atención a sus gustos personales y listo, la pasaba en soledad mayormente.
Sus amigos respetaban esto y le daban su espacio, eso le agradaba. Tampoco se encerraba demasiado, salía varias veces con ellos.

Era tranquilo y relajado, muy paciente.
Pero tenía una personalidad, incluso dura, tenía mucho carácter.

En cuestión amorosa no había tenido bastante, lo normal quizá.
Le gustaban los hombres, desde siempre lo supo. Había algo en ellos que le atraían bastante, no en todos obviamente, en hombres especiales.

La masculinidad le gustaba mucho, más nunca había conocido a uno que le gustara demasiado. No sabía si era muy exigente o sólo no encontraba al indicado. Le gustaba soñar con conocer a alguien que le despertara más allá, ya se enamoró una vez pero no tan profundamente.

El hablaba de amor verdadero. Aquel que traspasa el enamoramiento o deseo sexual normal, ese que sigue vivo atraves de los años, diferencias y discusiones.
Y no quiere una relación perfecta, sino una real con un hombre extraordinario.
Que aprendan a entenderse y estar juntos, que puedan pelear sin dejar de amar al otro.

Quizá sólo es muy cursi y no ha encontrado el amor por estar tan concentrado en el sexo. Lo aceptaba, tenía un líbido alto y había buscado experimentar varias veces en su vida. No le culpen, se había acostado con varios chicos sólo para sentirse más acompañado.

Su padre le aviso sobre una reunión de colegas. Vendrían varios científicos de otros países y hablarían sobre algunos temas aburridos de los que disfrutaban alardear, tenía que ir.
Después habría una reunión informal, quería que fuera y hablase con esos tipos, para "ir conociendo el ambiente" ¿Cuál ambiente? ¿El de presunción? ¿Hablar con tipos que presumían su enorme cerebro y capacidades intelectuales aunque seguramente seguían siendo solterones?

Acepto, no tenía nada más que discutir, sabía que tenía que asistir sólo para que su padre no le diera un discurso cada día de la semana.

Cuando fue llamado bajó con su saco entre las manos.

Otro día de cantar canciones mentales y quedarse pegado a la mesa de los bocadillos.

¿Qué más daba?

Aquí la segunda parte lista y editada, jsjsjs

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Aquí la segunda parte lista y editada, jsjsjs.

No me juzguen, no tengo mucha imaginación ahora mismo. Me encuentro en un episodio depresivo y lo único que me alegro un poco fue editar este fic y actualizar algunos otros :"D
Felicitaciones a su autor deprimido y ¿querido?

¡Denle estrellita y comenten, o mañana su casa plomiada!
🔫 >:v

Más que un juego, Amor. - AshEijiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora