Extra 8 | La no Cita II |

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Ubicación temporal: Capítulo 39 | El amor está en el aire |  

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Raynor lo miro confusa. El mayordomo de uno de los prisioneros de la balsa estaba frente a la puerta de su consultorio con un ramo de flores.

-¿Aceptará mi invitación? - no había prestado atención a cuánto tiempo se había quedado en silencio pero la mirada avergonzada de Oeznik le demostró que era bastante. El le entrego el ramo de flores, sostuvo su mano y dejo delicadamente el ramo. No había sentido un cosquilleo así desde que su amado Robert murió casi diez años atrás.

—¡Espere!— dijo sosteniéndole el brazo antes de que se alejara— Claro que acepto su invitación, solo que fue sorpresivo para mí.

—¿De verdad?—pregunto con su marcado acento y ella asintio con la cabeza. Oeznik sonrió, haciendo que sus mejillas se toleran de rojo, pareciendole a Raynor lo más tierno del mundo—Traeré mi bolso.

Su secretaria no la observo ni con el mínimo disimulo. Oeznik le ofreció su brazo y ella lo entrelazó con el suyo. Luego bajaron las escaleras hablando sobre el clima, el periódico que ya nadie leía y lo lindo que era Brooklyn en la época de verano. La lluvia había caído levemente por la ciudad, así que se cubrieron con un paraguas mientras caminaban a un restaurante cercano.

Había olvidado las atenciones de un caballero. El hombre le abrió la puerta, le acercó la silla y fue sumamente dulce.

—¿Qué tal el trabajo?— le pregunto preocupándose por cosas que parecían ser simples. Mostrándose realmente interesado. 

—Oh, hoy di de alta a una pareja. Me sorprende como lograron avanzar en tan poco tiempo, generalmente tardan hasta tres o cuatro años en terapia.

—Eso me parece maravilloso.

—¿Y usted? ¿Qué hay de usted?— pronunció, mientras el mesero servía sus platillos, el hombre se detuvo a pensar un momento y después hablo.

—Estuve investigando a un maestro de danzas sokovianas.

—¿Es para la boda?

-Si— dijo con una soneisa— Barón Helmut está entusiamado con la boda, quiere que se realicen la mayoría de las tradiciones sokovianas y dado que la señorita Maximoff ha aceptado, estamos en la búsqueda. 

—Sin duda es la boda más esperada del año— dijo para después beber un poco de vino— Aún recuerdo la primera vez que los ví en consulta. Empatizaron al instante, jamás había visto algo así. 

—¿De verdad? 

—De verdad. En mis tantos años como psicóloga nunca había tenido la oportunidad de ver una conexión tan instantánea— admitió— y ahora estamos esperando su boda. ¿No es sorprendente? 

—Claro que lo es— dijo el hombre con comprensión haciéndola sonreír—  Hablando de eso.. ¿Usted con quién asistirá a la boda? Claro si no le molesta que pregunte.

Raynor lo miro curiosa. Tomo su copa de champagne y dió un corto sorbo— Iré sola... Y ¿Usted?

A Oeznik pareció iluminarse su rostro— También iré solo... Si le parece, podemos acompañarnos.

Raynor se quedó en silencio unos segundos y luego asintio con la cabeza— Me parece bien— murmuró con una sonrisa. Oeznik sonrió ampliamente. Aquella noche fue como rejuvenecer, se sentía coqueta y joven. Dicen que para enamorarse nunca hay edad, y aunque en ese momento no sentía nada más que atracción, que un cosquilleo pasajero, era lindo sentirse nuevamente así, con mariposas volando.

~ 🌻 ~

La semana siguiente, cuando estaba en terapia con Wanda, ella le pregunto con quién asistiría a la boda. Y Raynor pareció sonrojarse al instante. La ojo verde pensaba que tal vez con algún familiar pues tenía un pase extra pero su expresión indicaba otro tipo de invitado.

—Con Oeznik— Wanda soltó un pequeño jadeo antes de cubrirse la boca con su mano por la sorpresa.

—¿De verdad?— pregunto llena de ilusión al imaginar la expresión de James al enterarse. 

-—De verdad— pronunció la psicóloga llena de emoción. 

—¡Es una cita!— en ese instante Raynor tuvo un deja vu, meses atrás, con el prometido de la chica que ahora estaba viendo, lo había escuchado pronunciar lo que ella estaba apunto de negar.

—No es una cita— pero Wanda insistió.

—¿Entonces que es?

Oh James. Si te enteras de esto, seguramente pierdo mi título.

—¿Un encuentro casual de dos personas en un evento social de sus conocidos?— uso, recordando casi a la perfección las palabras del ojo azul. 

—¿Esa no es la definición de una cita?— pregunto Wanda con la ceja alzada.

Y Raynor suspiro. Se había entranpado ella mima.

—No. Dejemos eso de lado y volvamos a la sesión.

Wanda sonrió inocentemente. Ya se encargaría Bucky de hecharselo en cara. 

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Siguiente capítulo: Una petición inusual 

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