✧ ೃ࿔ L L U V I A ˚♡⃕ ଽ V I C N I X ｡ﾟ✧

그렇게 빨리

Bostezando, Acenix se levantaba de a poco, sus ojos se abrían con dificultad por el rayo de luz, que aunque era muy fino, iluminaba solo sus ojos.

-Mhmm... no quiero despertarme. -dijo al sentir la presencia de la luz- Tsk! Deja dormir maldito sol -refutó mientras se escondía entre las sábanas-.

-Qué diablos pasó ayer...-decía con las manos tapando su rostro- Auch! -sintiendo dolor- no hablo de ti, dueles demasiado como para olvidarte. -dijo rodando los ojos, mientras trataba de no tocar su pierna-.

-Espera... el chico ese, Víctor! - se dijo levantándose de golpe de su cama-.

Lo primero que hizo al estar de pie fue mirar su ropa, seguía con la misma que de la noche pasada, su pierna estaba vendada, ¿Qué había pasado en realidad ayer?, definitivamente no fue un sueño, o si en verdad lo era, se sentía tan real. Por alguna extraña razón ese chico no salía de su mente, no solo era el echo de que lo había "salvado" , era más que eso, sentía mucha curiosidad sobre él, acaso... ¿Se había ido? y si ¿Nunca lo volvía a ver?... se preguntaba nervioso, cuando entre todo el lío que se armaba en su cabeza, empezó a llover de nuevo.

Últimamente a estado lloviendo mucho por la zona, y a el chico de ojos verdes no le gustaba para nada. Prefería mil veces quedarse encerrado en su pieza.

-¿Es un chiste? ¡No lo decía en serio sol! ¡Te prefiero mucho más a ti, que a la lluvia! -decía como si estuviera hablando con alguien-.

Olvidando ese asunto, el peligris decidido, salió de la habitación, buscando con la mirada algún rastro de Víctor.

Llegando a la sala, vio la silueta de alguien durmiendo en el sofá, por un momento pensó que era algún ladrón, pero no, era el chico de ayer, el culpable de invadir sus pensamientos. El menor lo miró de pie a cabeza, estaba justo como lo recordaba, se acercó lentamente a él... Viéndolo más de cerca, notó como temblaba de frío, no dudo en ir por algunas sábanas y taparlo con cuidado para no despertarlo. 

En el acto,  se había acercado demasiado.

Tanto así, que se había quedado inmóvil, podía sentir la respiración del otro, sus labios que se hacían cada vez más difíciles de ignorar, lo tenían con la mirada atrapada; y de manera inesperada, se alejó.

-Ashu! -estornudó-

Obviamente el estornudo de Acenix despertó al chico. Esto alarmo al ojiverde, que solo desviaba su mirada para no ponerlos incómodos. 

-Ah...Hola -dijo el pelicastaño, seguido de un bostezo- ¿Es muy tarde?

-No tanto. 

-Bueno. Voy a cocinar ¿Dónde está tu cocina?

-¿Cocinar? En primer lugar que haces tú en mi casa?

-Te puedo cuidar hasta que sane tu pierna, además sigues enfermo. 

-No necesito que alguien me cuide, mi pierna esta sana, mira -tratando de caminar un poco más rápido, ocasionando que casi se caiga-.

-¿Decías? -atrapándolo de la "casi caída"-. 

-Ashu! -estornudó- Esta bien, esta bien. -levantándose nuevamente- La cocina está por allá -con el dedo señalando-.

-Bien. -caminando hacia la dirección indicada- Oye... este lugar está re abandonado -dijo cuando llegó, mirando lo horrible que se veía-.

Y si, al parecer Víctor lo había notado recién, la casa de Acenix estaba súper descuidada, todo lleno de polvo. A excepción de su cuarto y una habitación que permanecía cerrada.

-Tú cocinas aquí? -le decía el pelicastaño mientras rozaba con uno de sus dedos la mesa- está muy sucio esto -viendo su dedo, ahora ensuciado-.

-Bueno.. -encogiendo los hombros- Sólo como comida enlatada del súper mercado.

-Ya no tendrás que preocuparte por eso. -sonriendo- no se ve tan mal después de todo -dijo con sarcasmo- Ah- si, tengo que ir a comprar algunas cosas, buscaré alguna tienda que esté cerca de aquí.

-Esta bien. -dijo sentándose en el sofá, mirando su celular-.

El chico salió de la casa, mientras que el otro estaba recostado sin apartar la vista de su aparato.

El menor se sentía cansado, sin ganas de nada, lo mismo de todos los días, en eso con una de sus manos quiso sentir el collar que siempre llevaba en el cuello, pero no sintió nada, el collar no estaba. Y lo peor era, que no recordaba donde se le había perdido... 

que lío.