4. El cementerio

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La nostalgia y la tristeza era algo que siempre invadía el pecho de Sirius cuando conducía en dirección hacía el cementerio, nunca lo demostraba, no le gustaba verse frágil frente a Harry quien siempre iba con una sonrisa a ver a sus padres. Sirius se estacionó a las afueras y se bajó con cuidado, sacó sus cosas y las de Harry, el chico lo esperaba tranquilamente en la entrada hablando cortésmente con Hagrid quien era el cuidador del lugar.

-- Buenos días Hagrid -- Dijo mientras se acercaba, el hombre mayor dio su mejor sonrisa. Su perro le ladra levemente con alegría y el le acarició la cabeza.

-- ¡Hola Sirius! Es un gusto verte -- El otro asiente y toma la mano de Harry cuidadosamente.

Ambos caminan, Harry aprecia a las otras personas que están en el cementerio también, una más diferente que otra, no dice mucho tampoco, es alguien que le gusta analizar todo lo que ve, quizás eso lo hace un poco menos discreto con sus palabras, las cuales de vez en cuando terminan metiendo en un lío a Sirius.

El lugar siempre se siente solitario, independiente de que esté lleno de personas, niños corriendo y cariño brotando por los poros de todo aquel que viene a visitar a sus seres queridos, es un lugar muy solitario. A Sirius no le gusta pasar más de dos horas en el lugar, sabe que probablemente ahora estará incluso un poco más al tener que limpiar todo con la compañía de Harry a quien, de una u otra forma le gustaba ver los nombres de las personas que se encontraban al lado de sus padres y saber si es que Sirius los conocía o incluso tenían algún lazo, siempre le explicaba de que no conocía a ninguno pero de vez en cuando inventaba alguna que otra historia para poder calmar la energía preguntona del chico.

La tumba de James y Lily está un poco alejada, era el terreno que Andy había comprado para ella y Ted, amablemente se lo cedieron a la joven pareja y Sirius se apuró en devolverles todo el dinero gastado, los Tonks habían sido un soporte muy grande para él y Harry en esos momentos.

Harry corrió hacía la tumba con Sirius detrás de él, se paró frente a la estructura y la miró atentamente. El mayor llegó a su lado no sin antes dejar un beso en su mano y depositarlo en la lápida. Muchas de las flores que habían llevado la semana pasada estaban marchitas, la carta de Harry se había volado y uno que otro envoltorio los rodeaba. Quien iba a decir que Sirius, con tan solo veintiséis años habría visitado muchas más veces a sus amigos en su tumba que en su propio hogar, era deprimente. Aguantó unas lágrimas cuando Harry se aferró a su mano como un cachorro lleno de miedo.

Sirius comienza sacando las flores secas y poniéndola en una de las grandes bolsas de basura que había llevado hasta el cementerio, dejó a Harry sentarse en una roca que estaba al lado de la lápida mientras limpiaba con un pequeño trapo las letras en el apellido de su mamá, hablaba con ella, le contaba cómo se sentía, las veces que había leído el libro e incluso sus travesuras a las espaldas de Sirius, obviamente diciendo esto en susurros como si él no fuera capaz de escucharlo perfectamente. Una daga en su corazón chocaba cada vez que al pequeño se le atoraba una palabra y luego se callaba para rápidamente secar una lágrima que caía por sus mejillas.

Sabe que es duro, para él, para Harry y probablemente para James y Lily también, ellos estaban extasiados con la idea de criar a su hijo, de amarlo, de entregar todo lo que ellos tenían por aquella pequeña criatura que era su fruto de amor y de la noche a la mañana, ambos perdieron la vida y dejaron a su pequeño en los brazos de uno de sus mejores amigos. Sirius esperaba realmente hacerle honor a ambos con las historias que contaba, sabía también que nunca reemplazaría el cariño de los Potter, se siente egoísta cuando analiza que Harry nunca sentirá lo que realmente es un abrazo de James o una mirada comprensiva de Lily.

-- Sirius -- Escucha hablar a Harry, se da vuelta levemente para ver a su sobrino quien apuntaba con el dedo a algún lugar.

Se dio vuelta de manera completa y vio a dos personas que no conocía. Un niño regordete con cabellos rubios y pecas esparcidas por su cara, que veía atentamente a algún lugar de la tumba. Luego a su lado, había un hombre bastante alto, con cabellos castaños esparcidos en una mata de rulos, algunas pecas, ojos color miel y un gran ramo de flores en sus brazos. Sirius en esos momentos incluso cree que ha perdido el habla, hay un cosquilleo en su estómago y pestañea repetidas veces antes de reaccionar.

El corazón del poeta ; wolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora