capítulo 19

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En el reino del oeste.

Llegamos al reino del oeste.
Adams menciono que era uno de los reinos, que en total eran ocho.
Era algo parecido a una ciudad pequeña y moderna, incluso era algo parecida a Yale, con muchos edificios viejos pero históricos, una ciudad bastante peculiar, tenía demasiados jardines, con flores como rosas rojas, tulipanes y otros en la gran mayoría amarillos.

Pero en un lugar a la izquierda se hallaba una fuente hermosa, un hombre de mármol, que sostenía un jarrón, en su hombro, por dónde sale el agua delicadamente.

A su alrededor, dos tipos de aves desconocidas para mí, las cuales una tiene las alas elevadas y la otra las tiene sobre el suelo, es muy fascinante y efímero, observar impecablemente sus figuras.

Supongo que al pasar del tiempo, aún se han mantenido.
Aunque hay una curiosidad en mi mente que mata, ¿Cuando sucedió la guerra entre los reinos?, ¿porqué no destruyeron todas las pinturas, esculturas, y todas las obras de arte. Tal vez alguien tuvo el poder de impedirlo, ya que recuerdo muy bien, en la ciudad de Yale, destruyeron la estatua de un ave que sostenía un libro en su pico, se suponía que representaba la unión, la que quizás, representaría la unión entre los reinos.

Me distraje observando, las estatuas, pero Adams, me hizo volver a la realidad de nuevo:

-Hannah, aquí hay una barrera, para entrar aquí, deberás tener unos papeles algo así como un tipo de tarjeta, dónde digas que eres parte de esta ciudad o que vienes solo de visita.

Me quedé pensando en cómo entraría, era obvio que no obtenía esa tarjeta, y no sé que tengo que hacer para obtener una.

Habían varias personas alrededor, unas entrando a la ciudad y otras a los alrededores de la barrera.

-Si no obtienes papeles para entrar a la ciudad, yo tengo la solución,-susurro una mujer a mi lado, juro que casi grito del susto, pero lo guarde para otra ocasión.

Gire mi cabeza, y ví a la mujer de cabello negro, y ojos azules. Se nota que es mucho mayor que yo.

-¿Dijiste que necesitas entrar a la ciudad?, descuida yo te ayudo a cambio de una piedra solar o me puedes dar mil libras. Es sencillo, es algo completamente limpio y comprobado.

-Esta, bien.-Dice Adams, al mismo tiempo que introduce su mano en el bolsillo de su elegante pantalón y le da a la mujer las monedas, la mujer inmediatamente saca una tarjeta de color negro, con unas letras blancas en cursiva que dice:

Bienvenido a la ciudad, presente está tarjeta para poder entrar.

La tarjeta era de metal y muy delgada, la mujer se despidió amablemente y entro a la ciudad.

-Avancemos rápido, necesitarás un vestido para el festival.-Me dice Adams mientras avanza a paso apresurado.- El rey organizó el festival dijo que los invitados tenían que ir de rojo.-Le entregó la tarjeta a un hombre que estaba en la entrada, la observó, asintió y nos dejó pasar.

-Está bien, ¿dónde lo compraremos?-le pregunté.

-Se una tienda en esta ciudad donde hay vestidos que me hicieron pensar en ti la primera vez que te ví, así que creo que te gustara. Y-ya sabes cuándo vez a alguien dices, esta persona se vería genial con esto.

Mire a Adams algo extraña, pero solo le respondí -Vale está bien..., Gracias por el dato.

***

La tienda era grande, tenía mucha ropa elegante, y por su puesto de alto costo.
Adams eligió un traje rojo, que era de telas finas, y yo elegí un vestido del mismo color, tenía unas pequeñas flores blancas alrededor de la cintura, en el borde al final del vestido, en la cintura un tipo de cinturón con algo de piedreria, en la parte superior del vestido, el cuello es en forma de "V", habían dos chicas en la tienda, que me hicieron un peinado con el cabello suelto, y un sencillo maquillaje de color blanco. Colocaron en mi cabello un girasol artificial pequeño, cuando salí del vestuario, Adams me dió una mirada que no pude descifrar, pero diría que fue una de sorpresa y admiración.

La Hora DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora