Capítulo XX

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El repiqueteo de la pelota contra el suelo es el único sonido que se escucha en el campo.

 Me preparo para levantarla y dar el golpe, el juego inicia con la pared como mi rival, mi mayor rival.

Pienso en lo que seria estrellarme contra ella, en el golpe tan duro que me daría y en las consecuencias que tendría por eso.

Pienso en lo que era, en lo que soy y en lo que tengo que ser, en todo lo que va a pasar, en todo lo que se tiene que hacer.

<No podías escapar de esta vida, reina>

Me concentro mas en dar a la pelota, sintiendo la rabia, queriendo culpar a todos los que me involucraron, a mi misma por meterme demás, por no seguir lo que decía mi papa.

- Si sigues pegándole tan fuerte la raqueta se va a reventar y seria una lastima.

Aprieto mas fuerte el mango de la raqueta, la rabia fluye rápidamente por mi cuerpo, la siento caliente, noto como la pelota pasa por un lado rebotando hasta quedar inmóvil. 

No quiero voltear mas me obligo hacerlo, lo veo de pie en la entrada junto a Adal, los dos vestidos de traje, solo que el no tiene el saco puesto. 

giro la raqueta en mi mano, analizándolos a los dos, decidiendo no decir nada.

Noto como los dos están a la defensiva, se perfectamente que están esperando que me exalte por tenerlos cerca, pero no les doy el gusto.

Los miro con desprecio y desagrado de arriba abajo para luego ignorarlos, me volteo y camino tranquilamente hasta mi bolso guardando mi raqueta, tomo agua echándome el bolso al hombre.

Decido que no tengo que demostrarle que me importa y camino hacia ellos, al estar cerca noto como se tensan y sonrió internamente por eso, no saben cual va a ser mi siguiente movimiento y eso les preocupa, lo se.

Pero solamente paso por al lado de ellos, deteniéndome justo al lado de Adal.

- Hoy me siento generosa y te daré un consejo necesario - Hablo sin siquiera mirarlo - Ten mucho cuidado - Aunque hablo bajo me encargo de que no solo Adal me escuche - Tiene la costumbre en traicionar, por la espalda porque es un cobarde, esta atento y piensa bien las cosas al estar con el, se precavido, lo necesitaras amigo - Le doy dos palmadas en el omoplato y renuevo mi caminata.

Se perfectamente como se va a tomar mi "consejo" y quisiera voltear a mirar la expresión en su cara mas me obligo a seguir escuchando pasos hacia mi pesados pero antes de que llegue a mi, aparece Basil por la izquierda llegando primero a mi. 

Me quita el bolso y se lo pasa a su hombro, dándome un beso en la cabeza, les dedica un asentimiento de cabeza a su hermano y amigo al tiempo que me indica que siga caminando.

- Vas agotar su paciencia, lo sabes, también sabes que va a terminar mal, no hay necesidad - No lo dejo terminar la frase.

- No me importa, el que esta agotando mi paciencia es el, y donde eso pase no me va a importar ni un poco lo que yo haga.

Caminamos dentro de la casa hasta la cocina donde nos sirven refrigerio. Basil hace un movimiento con su mano despachando a todo el personal que estaba adentro.

Me mira mientras comemos el postre durante un largo segundo, analizando, se que esta buscando como sacar lo que tiene por decir.

- La mutaron - Escucho por primera vez lo que temía, lo dice tan bajo que dudo de si hablo - Todavía estoy en saber quien fue.

𝕻𝖊𝖈𝖆𝖉𝖔𝖘 𝖈𝖔𝖒𝖊𝖙𝖎𝖉𝖔𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora