CAPITULO 6

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¡¡Presencia de leve contenido sexual en este capítulo, leer bajo responsabilidad propia!!

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¡¡Presencia de leve contenido sexual en este capítulo, leer bajo responsabilidad propia!!

Olivia

Comienzo a despertar lentamente del letargo en el que me encuentro. Siento el cuerpo cansado y sin fuerza, tanto que no consigo moverme. Mi cabeza es una neblina espesa llena de pensamientos y recuerdos borrosos e inconclusos que me impiden recordar las últimas horas.

Poco a poco voy recobrando la consciencia y el ultimo recuerdo que tengo es estar en la oficina de Heron actualizando la agenda. Después de eso todo se vuelve oscuro en mi cabeza.

En la lejanía comienzo a escuchar leves ruidos que no consigo identificar, pero a medida que voy recobrando el conocimiento me doy cuenta de que es el pitido de las máquinas de hospital.

El dolor de cabeza me hace fruncir el ceño inconscientemente, aun con los ojos cerrados. A través de los parpados puedo notar algo demasiado brillante que produce leves punzadas en mis globos oculares y que me quita las ganas de despertar por completo.

Ignorando todas las molestias que siento intento abrir los ojos parpadeando rápidamente ante el incomodo brillo de los fluorescentes anclados al techo y el blanco nuclear de la habitación tampoco ayuda. Cuando consigo acostumbrar la vista a la luminosidad de la estancia muevo la cabeza, recorriendo la habitación con la vista, sin importar la pesadez que recorre todo mi cuerpo.

Mi vista alcanza la ventana y frente a ella, dándome la espalda y mirando hacia afuera, se encuentra un hombre que no consigo reconocer a causa de lo aturdida que estoy aun.

No se si nota mi mirada sobre él o tal vez es el ligero incremento de los pitidos que marcan mi pulso en la máquina a mi izquierda, pero cuando menos lo espero se gira hacia mi dedicándome una mirada que no se descifrar.

En ese instante lo reconozco de inmediato. Es mi jefe y solo consigo preguntarme que está haciendo el aquí antes de escuchar su voz.

—¿En que estaba pensando? —Pregunta, con voz imponente cargada de exigencia.

Sin comprender a que se refiere y cuál es la razón del reproche en su voz intento articular alguna palabra, pero debido a lo seca que tengo la garganta me es imposible y lo único que sale de mi garganta es un sonido rasposo que me hace toser.

Al ver la situación, se gira hacia un dispensador de agua que hay en una esquina de la habitación, rellenando un vaso de plástico antes de volver hacia mí.

En ese lapso de tiempo, a pesar de estar en una camilla de hospital y no en las mejores condiciones, se me hace inevitable fijarme en la seguridad que desprende su cuerpo y sus movimientos y en lo mucho que impone su figura, cubriendo toda la habitación y haciéndola sentir pequeña cuando realmente no lo es.

Solo cuando lo tengo frente a mí, ofreciéndome el vaso de agua, soy consciente de lo descarada que debo de haberme visto recorriéndole el cuerpo con la mirada.

Rendición [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora