CAPÍTULO 16: Por más que duela

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CHANGBIN.

Había encontrado a Félix dormido en la cama, tenía su rostro lleno de sudor, unas hebras de cabellos se habían pegado a su frente delicadamente. Pero a pesar de eso, pude distinguir entre sus mejillas húmedas caminos de lágrimas que bajaban como surcos. Iba a llevar mi mano a una de sus mejillas, me tentaba hacerlo su nívea piel brillar adornada por constelaciones, pero al verlo tan tranquilo a pesar de sus heridas en sus pies lo dejé dormir.Para cuándo lo desperté ya había tratado sus heridas.

El reloj marcaba las cuatro de la madrugada, escuchaba la respiración tranquila provenientes de la única habitación donde dormía Felix.

Me estaba alistando para volver a mi trabajo, salí caminando del edificio como lo haría Felix o un humano normal. El portero me vio con cara de no poder creer que me estaba viendo, tal vez recordaba que nunca me vió entrar. No le dije nada, tan solo me abrió la puerta en silencio y agradecí que en verdad no dijera una sola palabra, no estaba con humor ni ánimo para tratar confusiones de humanos comunes.

Las calles estaban aún iluminadas por farolas de las aceras y algunas señales de tránsito. Respiré profundo viendo la ciudad sólida, encontraba paz en el silencio del adormecimiento del ruido que suele ser. Antes imaginaba vidas de personas haciendo sus labores y transcursos mientras caminaba. Ahora sólo pienso por primera vez en qué es correcto y qué no.

Me sentía acorralado, ¿Qué tanto podía confiar en Sana? Nuestros lazos no iban más allá de lo laboral, tampoco era primera vez ella guarda algún secreto de mis deslices de mi vida. Pero sentía que ésta vez era diferente, ya no era dinero, no era un trato ilegal, tampoco un deseo cumplido a un humano sin supervisión, ahora se trataba de un humano con un alma casi pura que estaba en la cuerda floja entre mis manos.

Me sentía perdido, ¿Cómo proteger el color rosa del color negro sin que cambie? ¿Cómo podía tan si quiera el color rosa estar al lado del negro sin ser distinguidos? ¿Por qué alguien aún no me ha detenido?.

Miré mis manos perdiendo de vista el camino que seguía sin rumbo. Yo solo podía quitar vidas, no podía mantener una a salvó, para eso había sido creado, mi tarea destinada sin alternativa alguna. Soy la tinta que contaminaba el agua clara y pura, y dejándola contaminada irreversiblemente.

¿Qué podía hacer ahora? No tenía a nadie más que me diera unas palabras de aliento, más que yo mismo. Estaba igual de desolado como aquella ciudad, tal vez por eso disfrutaba caminar a esas horas, sentir compatibilidad con algo como aquello no me hacía sentir tan solo.

Seguí caminando hasta llegar a un parque adornado por árboles a su alrededor, observé sus gruesas raíces sobresaliendo por encima de la tierra negra y su grueso tronco.

"SOMOS COMO LOS RELOJES, EN CUALQUIER MOMENTO DEJAMOS DE FUNCIONAR".

Aún recordaba tan vividas esas palabras, palabras que fueron en ese tiempo imposibles de entender. Ella sonreía a pesar de que por dentro gritaba ayuda, sonreía solo porque quería ver a su hijo sonreír, por encima de su dolor estaba el amor.

Me adentré al parque, un sitio que de día es un lugar donde es extraño sentirse triste en ese momento momento se sentía más triste que un buen lugar donde reír.

-¿Qué vas a hacer?- habló de repente junto a mí.

Me mantuve en silencio, era lo que estaba tratando de buscar una respuesta, una solución.

-¿No crees que es muy riesgoso?- Puso su mano en mi hombro izquierdo, paré en seco. Era primera vez que Sana tenía ese acercamiento, tanto ella como yo habíamos creado una distancia que sin tan siquiera decirla siempre la respetabamos- Sabes que tarde o temprano alguien, de tantos enemigos que te has ganado, se darán cuenta, Changbin.

-¿Por qué debería de importarme eso?- me sentía ser desnudado en público, y me negaba a estar vulnerable.

-Se está pagando- señaló con su otra mano mi pecho- solo hay unas pequeñas llamas azules.

-¿De nuevo con eso? Tal vez te volviste loca después de tanto tiempo viviendo entre humanos- lo dije sin fuerzas, sin ganas, me crucé de brazos y bajé mi cabeza.

-Changbin, no estoy aquí para juzgarte, tampoco para fastidiar tu vida- quitó su mano de mi hombro y buscó mi mirada bajando también su cabeza.- Entiendo tu desconfianza, tampoco quiero que confíes en mí, sabes que no soy más que una estúpida marioneta. Si tengo que hacer algo por órdenes, por más que trate de negarme mi cuerpo actuará.

Miré sus ojos negros, brillaban con las luces del alumbrado público. No había pizca de mentira, la transparencia se notaba en su pequeña sonrisa en medio de su rostro triste. Su destino era un "para siempre" y no era del todo lindo como un "para siempre" de los cuentos de hadas.

Los humanos siempre queriendo tener lo mejor bajo su ambición cubierta por la palabra "sueño" "anhelo" y generalizandolo. ¿Se había convertido en ambición acaso el querer estar junto a Felix? Si así lo que esperaba era una cura para dejar de sentir la "ambición".

-No quiero que se enteren mis enemigos- dije en voz baja aún, sumido en mis pensamientos de miedo- Él no merece ser tan si quiera tocado.

Abrió Sana sus ojos sorprendida, enderezó su posición y restrocedió un paso. La miré confundido, un poco disgustado por su actitud tan extraña miré hacia otro lugar.

-No te enfades, solo que es... Sorprendente- su sonrisa se ensanchó aún más cuando se acercó a mí de nuevo- Esas llamas no es alimentada por una flecha, ¿Entonces qué puede ser?- de nuevo miraba mi pecho analizando y hablando para ella misma.

-Ya detente- dije incómodo.

-Es fantástico- sonrió y suspiró con pesar- ¿ Por qué te cuesta romper el trato? ¿A caso para tí es más difícil?

No supe qué decirle, no sabía en verdad que era lo que estaba haciendo con Felix. Pasaba tiempo con él, tiempo en el que lo logré conocer, sus gustos, disgustos, sus aficiones y sus amistades. ¿Era parte del trato ser tan cercanos? No lo era, y lo sabía, pero... No había tampoco algo que me lo impidiera.

-Changbin, si en verdad quieres verlo bien, tan solo acelera el trato o debes cortarlo- se sentó en una silla de madera del parque que estaba bastante cerca .

-¿Qué me garantiza que estará mejor si no estoy allí para protegerlo?- me sorprendió que lo dijera sin rodeo alguno y con sinceridad.

-Estará bien, tan solo quedará en tu lista más de tratos. Nadie le va a importar, solo fué un humano más- se encogió de hombros.

¿Cómo decirle ahora que no lo sentía así? Felix no era un humano más, no era un trato más. No quería tan si quiera pensar en un "fué" como palabra, más bien quería un "es".

Sabía lo egoísta que estaba siendo, estaba eligiendo en ése momento la vida de Felix tan si quiera consultárselo, más bien, sin si quiera saberlo. El estaba de seguro dormido sin preocupaciones en ese momento, sentía más fuerte su confianza de él en mí, como un lazo que lo ataba a mí.

Por otro lado estaba el contarle la situación, pero no serviría de mucho, solo preocuparlo y hacer que su estado de ánimo deteriore. Era tan frágil, como una hoja seca de primavera. Eran también egoísta seguir a su lado sabiendo el peligro que podía correr.

-Aceleraré el trato- mordí mi mejilla por dentro, tenía que actuar como lo que era, como la muerte.

-Eso está bien- se puso de pie elegantemente como siempre lo hacía, con la gracia de una bailarina- Recuerda que es una cuenta contra reloj, no apuestes más allá arriesgandolo todo.

Se marchó sin despedirse, tan solo siguió hacia el lado contrario del que yo iba antes. ¿Era una apuesta la vida de Felix? Tal vez si lo era, una apuesta contra un destino. Un all in, todo o nada.

Pero prefería no apostar, parar la apuesta, dejarlo en paz si era necesario para que estuviera a salvo. Decidí dejar de pensar en mí, si debía de ser egoísta debería ser conmigo mismo y no con Felix, no tenía la mínima culpa de nada de lo que podía pasar. Me aseguré de no dejar parar las manecillas de su reloj por encima de todo, incluso de mí.

TENEBRIS - FIC CHANGLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora