◞┈┈┈⋆┈┈⊰✩⊱┈┈⋆┈┈┈◟ɪɴᴄɪᴅᴇɴᴛᴇ
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Mark arrastraba corriendo la silla de ruedas de Emi, mientras ella llevaba el balón de fútbol agarrado entre sus manos. Se había acostumbrado a la energía de Mark, y según su hermano, ella también se veía más energética.
Abrieron la puerta sin ningún miramiento, para encontrar la misma escena de siempre. Todo el equipo del Raimon, que no eran muchos jugadores, se encontraba jugando a cualquier cosa, menos al fútbol. Ya era habitual ver esa actitud en ellos. Mark decía que se encontraban desanimados por no tener suficientes jugadores ni un campo propio, y que por eso mismo no veían lo necesario de entrenar. Estaban hartos de tener que pedir favores.
Sin conseguir animarlos, Mark y Emi se fueron de nuevo al campo de la rivera, donde solían entrenar con los niños pequeños que iban a menudo. Se había hecho una costumbre, pero ninguno de los dos perdían la esperanza de ir al Fútbol Frontier ese año. Esta vez, Silvia les acompañó en el entrenamiento, haciendo compañía a Emi.
—¡Eso es Maddie, verás como a la siguiente marcas!—animó la pelinegra.
Maddie era una de las chicas que entrenaban con Mark, y había mejorado notablemente. Era, probablemente, la mejor de sus amigos. Pero siempre se frustraba cuando Mark paraba sus remates.
Emi llamó a la chica para que bebiera agua y darle algunos consejos en base a sus observaciones, mientras Mark también alababa su avance.El animado ambiente se terminó cuando uno de los chicos, al intentar rematar, desvió el balón casi dándole a dos chicos mayores que pasaban por allí. Mark se acercó rápidamente a pedir perdón y a que le devolvieran el balón, pero todo se volvió peor cuando el más bajo de los dos chicos le pegó una patada en el estómago.
—¡Mark!—gritaron preocupados.
—¿Este es vuestro balón?—preguntó el chico alto mientras se sentaba en la pelota.
Mark se retorcía de dolor arrodillado en el suelo, mientras los dos chicos se inclinaban frente a él. Uno de ellos le agarró de la camiseta.
—Ahí va, ¿Eres del instituto Raimon? ¿Esa birria de equipo?—soltó a Mark y miró a su amigo sonriendo—, que no es capaz de tener un equipo completo.
—Que vergüenza—comentó el alto–¿Os falta gente y probáis con niños?
–¿Qué dices, Arnold, les enseñamos cómo se chuta de verdad?
—Vale, está bien—se levantó— ¡Vamos a demostrárselo!
Escupió al balón y le pegó una patada que le hizo caer. La pelota hizo un giro y se dirigió hacia Maddie, que fue rápidamente cubierta por los brazos de Emi. El golpe fue frenado por el pie de un chico peliblanco desconocido, y la sorpresa no se hizo esperar. En un segundo, la pelota había impactado contra la cara de Arnold, que aún estaba en el suelo, y el chico había aterrizado delante de Maddie y Emi.
—¿Cómo te atreves?—el amigo de Arnold se giró furioso, pero tras una mirada del misterioso chico, cogió a su amigo y salió corriendo.
—Muchas gracias—dijo Maddie después de un empujoncito de Emi.
El chico se giró con una amable sonrisa, pero una mueca de sorpresa apareció en su cara cuando se fijó en la pelinegra a su lado. Se giró dispuesto a irse, sin embargo, un Mark emocionado le detuvo.
—Espera un momento—gritó—. Ese tiro ha sido fantástico. ¿No jugarás al fútbol por un casual? ¿A qué colegio vas? Me gustaría que entrenases con nosotros.
El chico sólo miró de reojo, mas no dijo nada, dejando a todos confusos.
—B-bueno Mark, sigamos entrenando—intentó aligerar el ambiente la pelinegra.
La verdad es que lo que había hecho el chico aún la tenía ensimismada, había pasado tan rápido, y aquella mirada la había confundido tanto.
Quizás, y sólo quizás, volverían a ver al misterioso salvador.
¡ᴇꜱᴛᴏ ᴇꜱ ꜰᴜᴛʙᴏʟ ᴀʟ ʀᴏᴊᴏ ᴠɪᴠᴏ!
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ɴᴇxᴛ ᴛᴏ ʏᴏᴜ ᴬˣᵉˡ ᴮˡᵃᶻᵉ
Fiksi PenggemarEmi Sharp decide cambiarse de instituto cuando un accidente cambia su vida por completo.