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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎, poco a poco
NARRA APOLO
—¿Qué pasa Apolo?—preguntó mi abuelo.
Estábamos viendo una de sus viejas películas para viejos, en su habitación.
Me gustaba pasar tiempo con mi abuelo, era genial escuchar sus anécdotas y dando consejos. Ya saben, la voz de la experiencia.
Lo mire y volví a bajar la mirada. Sentí y escuché como pauso la película y la habitación se llenaba en silencio.
—Nada.—me miró con la expresión "¿en serio quieres jugar a ese juego?"— Esta bien si pasa algo... No se, es tonto.
—Apolo, eres mi nieto, nada de lo que me digas va a ser tonto.
Eso era lo que más me gustaba de él. No me juzgaba, y solamente escuchaba y daba su opinión.
—¿Crees que debería cambiar? Ya sabes... Cambiar algo de mi.—dije mientras lo miraba fijamente.
Mi abuelo me devolvió la mirada. —Creo que tú eres cool y de onda cómo estás.
Me reí.— ¿Cool? ¿De onda?—le dije con una sonrisa.
—¿No son las expresiones que usan los jóvenes hoy en día?—negué con una sonrisa divertida—Pasa algo más ¿no? Nadie pregunta cosas así porque sí, menos tú. ¿Que está pasando, Apolo?
—Una chica.—dije en un susurro— No lo se abuelo... Digo, tal vez tenga algo malo en mi que ella no quiera estar conmigo. Se que su principal argumento es mi edad, soy un año menor que ella, y muchos dicen que soy un niño y tierno... Pero yo no soy un niño... Solo mira a Ares... a él a mi edad le llovían chicas, y no es que yo quiera eso, porque no lo quiero, pero a él lo consideraban ya un hombre. Pero a mi me consideran un—trague el nudo de mi garganta—niño.
