SEGUNDA SEMANA

26 9 0
                                    

Para cuando se cumplió la primera semana de que Yoongi había comenzado a ir al gym con su mejor amigo, recorrer el camino para llegar a la instalación, llegar, pasar tarjeta para revisar su asistencia, y el iniciar con los ejercicios se habían vuelto casi parte de su rutina diaria... o algo así. Había comenzado a intentar no quejarse tanto. Aunque aún le daba un poco de flojera el tener que ir y ejercitarse todos los días, de algún modo había logrado conseguir que las sensaciones disminuyeran en tamaño e intensidad. Los ejercicios le salían mejor que los primeros días y hacía uno o dos más que resultaban ser fáciles también.

Un ejemplo de lo que toleraba un poco más eran los ejercicios para trabajar los brazos. Ya no los odiaba tanto como los primeros días. Tanto. Porque aún los odiaba. Sin embargo, a pesar de que la parte que menos odiaba ejercitar eran los brazos, ese día no se sentía harto o molesto mientras se encontraba ahí, sentado en un aparato junto a su mejor amigo, ambos haciendo un par de movimientos bastante pesados para trabajar los músculos de sus piernas.

-Hyung -Le llamó Jungkook-, ven aquí, por favor.

Interrumpió su ejercicio para levantarse de la máquina en que estaba y se posicionó a un costado de su amigo, atento.

-¿Qué sucede?

-¿Ves esos discos de allá? -Le preguntó apuntando un soporte de tubos que sostenía montones de discos de hierro, o eso parecía, apilados por tamaño y peso.

-Ajá, ¿esos qué?

-¿Podrías traer uno de los más grandes y ponerlo aquí? -Señaló el tubo de acero de la máquina donde estaba sentado.

-¿Tengo opción? -preguntó, arqueando una ceja.

-Noup -contestó Jungkook sonriente.
Yoongi rodó los ojos.

-De acuerdo. Ya vengo.

-¿Sí puedes, hyung?

-¿Con quién crees que estás hablando? Claro que puedo.

Fue a tomar uno de ellos, eligiendo uno de los más grandes. Veinte kilos, tenía escrito a un costado. Con toda seguridad lo levantó y fue a poner el disco en el tubo de la máquina que había señalado Jungkook, pero todo atisbo de confianza se borró cuando el disco se resbaló de sus manos a medio camino, provocando que Yoongi estuviera a punto de caer de cara contra el piso.

Abrió sus ojos, pues en algún momento los había cerrado a la espera de sentir su cara estrellarse contra el piso, pero para su grata sorpresa no había sucedido. ¿Lo único malo de no haber caído? Su cara estaba a tan solo unos centímetros de distancia de las piernas de Jungkook y sus manos estaban sujetas a las pantorrillas del mismo, con demasiada fuerza. Volvió a cerrar sus ojos avergonzado cuando sintió una oleada de calor subir por sus mejillas y se levantó de inmediato.

-Mierda -murmuró mirando a su amigo-. Creo que no podía.

El rostro de preocupación que Jungkook mantenía se deformó por completo. De su boca salieron sonoras carcajadas que Yoongi creyó se escucharían hasta el edificio de al lado y comenzó a golpear sus piernas con las sudadas palmas de sus manos.

-Vi mi vida pasar... -Yoongi intentó acusarlo.

Jungkook presionó los ojos.

El gimnasio de los Park - [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora