Derritiendo el hielo Portgas D. Ace x Oc (Lemon)🍋🔥🥵

1: EL PECOSO Y LA ALBINA

_ AHH! Ace... Ace! Arde... aah que rico mmm..._ Gemía ella debajo de mí empapada de sudor, clavando sus uñas en mi espalda mientras sentía como su interior me apretaba y chupaba. Ambos hicimos contacto visual por unos breves segundos, luego nos besamos. Al besarla metí mi lengua en su boca y aumenté la velocidad de mis estocadas con sumo salvajismo, no podía controlarme y sus gemidos no me ayudaban para nada.
_ Maldita sea! Agh... Hilda tus gemidos me están volviendo loco...

* * *

_ Aquí empieza nuestra historia, soy Portgas D. Ace o mejor conocido como Ace puño de fuego, usuario de la mera mera no omi, 2do comandante de la tripulación de barba blanca, con una recompensa 550, 000. 000 de berries.
_ Hace 6 meses salí en la búsqueda de un pirata llamado Marchall D. Teach o Barba negra, con la intención de hacerlo pagar por sus acciones.
_ Pero, por ahora me tomaré un descanso y continuaré con mi recorrido por todo Alabasta.

_ Vendida!_ Alcancé a escuchar una voz no muy lejos de donde estaba pasando, me detengo y miro hacia donde proviene la voz, provenía de la casa de subastas. En ese momento, algo me impulsó a caminar hacia ese lugar, ignoraba las miradas de algunas personas que pasaban cerca de mí, eso no me importaba yo solo quería ir a ese lugar.

_ Cuando por fin llego me detengo frente a un enorme portón, podía escuchar las voces de los compradores a través de éste. Abro el portón y entro cerrando la puerta al instante, me giro y ahí la vi, era la mujer más hermosa que había visto en mi vida, su belleza no era de éste mundo, de hecho no parecía humana, parecía una muñeca de porcelana, su piel, su piel no tenía color, era extremadamente blanca.

_ Caminé hacia adelante bajando las escaleras, cada vez que me acercaba más me cautivaba aún más incomparable belleza, ella que estaba esposada y sentada dentro de su jaula puso su mirada lila en mí. Yo quedé aún más embobado al ver esos ojos tan fuera de lo común en conjunto con una cabellera blanca ligeramente corta.

_ Sin darme cuenta estaba parado frente a ella extendiendo mi mano para tocarla, y ahora que la tengo frente a frente bajo mi mirada hasta sus gruesos y sensuales labios, luego enfoco la vista en lo que traía puesto, era un vestido blanco muy corto y escotado, ajustado al cuerpo._ Que grandes._ Hablé sin pensar refiriéndome a sus tetas, ella solo me mira y noto un ligero color rojo haciéndose presente en sus mejillas y alejo mi mano.
_ Oye tú, si la quieres debes comprarla!_ Escucho a un hombre gritar entre el público.
_ Con qué dinero? Ese chico se nota que es un pobre diablo._ Se burla otro.
_ Doy 50 mil millones de berries por ella!
_ Yo Doy 70 mil millones!
_ Yo 90.

_ Bueno, no me queda de otra._ Pensé, Sonrío ignorando los comentarios de aquellos hombres y me acerco más a la jaula pero al tocarla me sentí débil, no cabe duda, esa jaula estaba hecha de kairoseki, así que rápidamente retiro la mano.
_ Oye, mocoso si no me pagas no te la llevas._ Habló el vendedor soltando el micrófono para luego dirigirse hacía a mí. Yo lo miro de forma amenazante y levantando mi mano saco fuego de ésta asustando tanto al público como a él y dejando a la chica asombrada.

_ T-Tú... tú eres Ace... Ace puño de fuego, por favor... te lo ruego no me mates._ Pedía de rodillas y bajando la cabeza al suelo mientras la gente empezaba a correr aterrada hacia la salida del lugar.
_ Entonces... si no quieres que te vuelva cenizas liberala y deja que se vaya conmigo._ Amenacé, convirtiendo mi mano en fuego.
_ El hombre tembloroso por el miedo mete su mano en uno de sus bolsillos y saca un llavero mostrandocelo a Ace.

_ La joven que permanecía en silencio observando inquieta pero curiosa se preguntaba._ Ese hombre... Ace puño de fuego, que querrá de mí?_ En cuestión de segundos mi jaula es abierta, saliendo de ella enseguida me pongo de pie y el hombre que hace unos minutos intentaba venderme me quita las esposas y yo tocando mis muñecas suavemente sonrío.
_ Muchísimo mejor! Ahora... es hora de darte a ti y a tus secuaces una paliza._ El hombre se paralizó de miedo al verme congelar mi puño para golpearlo pero, justo cuando lo iba hacer una mano caliente detiene mi golpe.