| Capítulo 5 |

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El joven Thomas se sentó sobre la cama cuando Eddie se apartó. El chico se atrevió a colocarle la mano sobre su hombro y presionar hacia abajo para que el adulto se tumbase. Así hizo el otro. Thomas, quien aún estaba sorprendido, se colocó con cuidado sobre las piernas del hombre y procedió a tocar con suavidad su espalda. Eddie estaba paralizado, sin gesticular ni mostrar alguna expresión. Entonces el joven agarró del cinturón y bajó despacio los pantalones del hombre. Tenía un culo muy pomposo y sin vello. Thomas se ayudó con ambas manos para buscar el orificio. Con mucha seguridad, primero metió un dedo. Estimuló con cuidado el interior del esfínter moviendo los dedos de un lado para el otro.

—¿Puedo? —preguntó el joven casi susurrándolo.

Eddie afirmó con la cabeza, por lo que Thomas procedió a insertarle más dedos. Eddie no pudo evitar gemir. Los movimientos fueron inseguros y nerviosos al principio, pero con la práctica fue yendo todo mucho más fluido. El chico se concentró un montón, y el mayor también lo hizo. Thomas se sintió fuerte y poderoso. Aquello le estaba gustando mucho más de lo que creía. El hecho de tener dominado a su secuestrador le excitaba, y que este último gimiese le hacía creer que era verdad. El joven sonrió más que en ningún otro momento, más aún que ninguno de los días en los que permaneció en cautiverio, más aún que todas las veces juntas en las que había sido procesado por quien gemía bajo él en ese momento.

—Vete —pidió Eddie.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Vete ya —continuó el hombre tras quitarse al joven de encima—. ¡Vete!

Thomas se levantó de la cama y se recogió los pantalones, pero se quedó mirando al adulto. Su comportamiento le recordó a él mismo.

—No te lo voy a decir de nuevo.

—Te dejo mi número de teléfono escrito por alguna parte —dijo el chico.

Eddie no contestó. Thomas fue a la cocina y allí encontró un bolígrafo. Apuntó con él su número de móvil sobre una hoja de cuaderno arrancada que había en la encimera. Dejó el folio pegado en la nevera con ayuda de un imán de emergencias. Salió por la puerta principal y caminó hasta su casa. Recorrió caminando todo el pueblo para llegar hasta ella, por lo que tuvo mucho tiempo para pensar, como siempre solía hacer cuando tenía tiempo. Había escapado de allí sintiéndose confuso, pero también poderoso. Sin embargo, aquella sensación de superioridad le generó temor y duda. Incertidumbre por no conocerse a sí mismo en realidad, miedo a lo que pudiese descubrir.

Cuando llegó a casa, no se lo pensó dos veces. Recogió sus pertenencias, hizo la maleta y se fue. Adiós al pueblo, a la tranquilidad prometida y a su vecino, o quien quiera que fuese. Thomas condujo rápido, sin poder parar de pensar en todo lo que había ocurrido, en lo que sentía por el hombre, en el deseo de que lo volviese a procesar; pero, sobre todo, no podía dejar de darle vueltas a lo familiar que le resultaba su persona. No obstante, sentía rabia por haberlo echado de allí después de haberlo usado como un trapo por tantos días. Lloró por el camino. La presión y la confusión superaron al joven. Era demasiado pequeño para comprender todo lo que le había pasado. En el fondo sabía que nada de lo que había ocurrido estaba bien.

Mientras tanto, Eddie reflexionó sobre lo que había hecho. Había tomado una decisión y ya era demasiado tarde para arrepentirse. Intentó recordar como era él de joven e maginó lo que hubiese sentido si su fantasía más húmeda hubiera sido real. Quizás así lograse la motivación suficiente para ir a buscarlo y salvarle de la condición de vida a la que le había condenado.

—No te olvides de que estoy aquí —comentó la voz de Venom en su cabeza—. Estoy un poco viejo, pero estoy vivo, como tú.

—Lo siento... —sollozó Eddie—. Vivirás, Venom, pero no puedo perdonarme por lo que acabo de hacer —continuó—. Sabes que tengo que ir a por el chico y salvar su cuerpo, su vida.

—No voy a impedir que hagas eso.

—Pensé que sería fácil... —quiso decir, pero rompió en llanto—. Como no iba a ser un plan perfecto para salvarte, si ese chico soy yo mismo de joven en otra realidad paralela. "¿Qué podría salir mal?" —se imitó a si mismo.

—Parece un rompecabezas (jigsaw) —comentó el simbionte—. Le has cuidado hasta el final —animó—. "Thomas" es un nombre que te pega, aunque eres un poco raro a esa edad.

—Debes irte ya de mí.

—Eddie...

—No soporto más sentir como te vas muriendo en mi interior a cada segundo que pasa... —sollozó de nuevo—. Es que... todo lo hago por ti. Ya tienes un nuevo huésped, ¡a mí!. ¡No me necesitas para nada!

—Cálmate, colega —contestó el otro—. Claro que te necesito. Te necesitaré siempre.

Eddie permaneció en silencio.

—Y come muchos dulces cuando eso ocurra —continuó.

Ambos rieron y el humano negó con la cabeza.

—¿Unidos hasta el final? —vaciló Venom.

—Unidos hasta el final.

—No te olvides de tener hijos —comentó el simbionte en mitad del abrazo que en realidad era un estrujamiento con las extensiones de su cuerpo.

—¡No digas tonterías! —exclamó Eddie entre risas—. Voy a centrarme en mi carrera. Además, escribiré sobre simbiontes —siguió dejando una pausa dramática—. Pero no de ti —vaciló.

—¡¿Cómo que no?!

—Si me prometes que te portarás bien, puede que lo haga.

—¿Por qué dices eso? —preguntó confuso y algo enfadado.

—Porque toca hablar.

Eddie no pudo inhibirlo más: la culpa, la tristeza y Thomas. Se dirigió a la cocina en busca de algo que pudiese digerir para calmar su descontrolada ansiedad. Allí, en cambio, encontró un papel pegado en la nevera que él no recordaba haber colocado ahí. Se trataba del número del joven, quien había puesto su nombre: Thomas. Eddie no lo reprimió más y se fue de la casa inmediatamente mientras marcaba el número de su otro "yo". El marcador sonó un rato, sin respuesta.

—¿Sí...? —terminó por decir la voz del chico.

—Hola, Thomas.


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FIN

¡GRACIAS!


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Jigsaw | Fanfic Symbrock/Veddie | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora