| Capítulo 3 |

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El chico se había vuelto a dormir, pero unas horas más tarde, justo antes del atardecer, despertó. Le dolía la zona de la cadera y se levantó con náuseas. Las gallinas ya no estaban en el garaje y la puerta estaba cerrada por fuera. Fue a comprobarlo. No obstante, la ventana del habitáculo estaba completamente abierta, lo que ayudaba a mantener el lugar fresco. Esta era alcanzable; sin embargo, no quiso escapar y decidió sentarse a esperar sobre el colchón de paja. En su cabeza reprodujo lo sucedido una y otra vez mientras se tocaba.

Pasaron las horas hasta que Eddie por fin abrió la puerta y entró en escena. Thomas no se había movido del sitio. Estaba aún sobre la cama, aburrido y con hambre. Recompuso la postura erguida nada más verlo entrar. El señor traía consigo unas patas de pollo frito en la mano. Se acercó para dárselas.

—Descansa bien. Mañana va a ser un día duro.

Se dio la vuelta y se fue. Cerró la puerta con llave al salir, pero dejó la ventana abierta.

El joven comió una de las piezas de pollo a pesar de las arcadas que le generaba la pésima pinta que tenían. Las colocó sobre la mesa para carpintería y se tumbó de nuevo en la cama hasta volverse a dormir, no sin antes masturbarse una vez más pensando en lo sucedido.

—¡Muchacho!

El joven entreabrió los ojos como pudo hasta que consiguió despertar del todo. Una vez más se había dormido. Eddie estaba preparando el instrumento mientras las gallinas entraban y salían del garaje.

—Arriba —ordenó el mayor, y tiró de Thomas para después rodearle la cintura con su brazo. Lo llevó hasta el aparato. Le bajó los pantalones y también los suyos propios. Se frotó la polla hasta lograr la erección, la colocó sobre el orificio del chico y la introdujo entera por su ano. Thomas gimió de dolor. Estaba más dura de lo que la recordaba. Eddie se excitó y lo empotró contra la pared para poder penetrarle con mayor precisión. Esta vez se dejó llevar más por sus impulsos. La mano del mayor reducía el volumen de los gemidos de dolor del chico, pero eso no impidió que él mismo cesara.

Más tarde que pronto, Eddie acercó el instrumento e introdujo su mano en los pantalones del joven, quien ya estaba muy agotado. Sin embargo, el pene lo tenía tan erecto y erguido como la vez anterior. El señor aprovechó para exprimirlo al máximo. Parecía saber con exactitud como generarle placer. El joven, sorprendido y rendido a partes iguales, acabó desmayándose una vez más. Había logrado llenar el bote. Eddie estaba muy orgulloso al respecto. Llevó en brazos al chico y lo devolvió a la cama. Recordó que había una manta guardada en algún cajón del armario esquinero que buscó para el joven. Cogió el bote de semen y se fue. No se olvidó de cerrar la puerta al salir.

Thomas se despertó tan solo una hora después. Le dolía todo el cuerpo y a penas se tendía en pie. La puerta estaba cerrada, pero la ventana seguía abierta. Decidió tumbarse de nuevo sobre el colchón y descansar un poco más. Aprovechó para tocarse pensando en lo sucedido una y otra vez. Consiguió la erección a pesar del dolor y la sobreexplotación a la que su pene había sido sometido. Un pensamiento de culpa invadió su mente tras terminar sobre la propia cama. Se levantó y salió por la ventana. Fue hacia la puerta principal de la extraña cabaña que había justo al lado. Llamó a la puerta con los nudillos, pero estaba abierta, así que entró sin esperar respuesta. Encontró a su secuestrador colocando verduras en la enanísima cocina.

—¿Qué haces aquí? —dijo Eddie.

—T-Tengo mucho que dar ahora mismo —respondió, y se frotó sobre el pantalón en la zona del pene con las manos.

—Acabas de llenar un bote en un día. Tienes que descansar.

—Tengo mucho ahí aún —continuó, y se acercó a menos de un metro del mayor, aunque con cierto miedo.

—Tienes que reposar para que tu semen sea de calidad, muchacho.

—Voy a reventar... —se quejó mientras fingía que estaba a punto de correrse encima—. Se me ha-ha salido un poco encima de la cama. No lo he podido evitar...

Eddie suspiró. Dejó las verduras a un lado y cogió una jarra del armario. La colocó sobre una silla que puso en medio de la cocina. Agarró a Thomas por la espalda y lo empujó con presión hasta mantenerlo preso entre su cuerpo y la pared. Le quitó los pantalones y calzoncillos. El señor se sacó la polla e intentó lograr la erección, pero no pudo. Thomas se dio cuenta, le tocó la misma, pero Eddie le apartó la mano. El secuestrador lo volvió a intentar. Una vez erecta la colocó sobre el orificio del chico y la introdujo entera. El joven gimió de dolor como nunca antes. Su esfínter ya estaba muy irritado. Sus gritos se oían mucho más alto que las veces anteriores. Sin embargo, no fue molestia para el hombre, pero este acabó estirando el brazo para alcanzar el trapo. Rodeó la boca del chico con él e hizo un nudo muy fuerte detrás de su cuello. No llegaba a tapar la boca del joven, pero inhabilitaba su lengua y amortiguaba los chillidos. Thomas mordía la tela cada vez que Eddie Brock insertaba su miembro. El anfitrión continuó penetrando hasta que él mismo se cansó. Thomas había aguantado esta vez, aunque no podía mantenerse en pie solo.

Mientras sujetaba al chico, el mayor se dio cuenta de que no había apuntado bien con la corrida del joven. Algo más de la mitad había caído fuera del bote. Acostó a Thomas sobre la mesa y colocó la jarra a su lado. Cogió de nuevo al chico y lo llevó en brazos de vuelta al garaje. Lo dejó sobre la cama, pero esta vez, el hombre sacó una correa que había bajo el colchón, la cual estaba enganchada a la pared mediante una cadena de hierro, y se la colocó en el cuello.

—Así no me darás otra sorpresa —dijo mientras le ataba.

—Pero dijiste que podía volver a mi casa cuando no me tuvieras que procesar.

—Pues no vengas a pedirme que te encierre.

Eddie tiró de la correa para asegurarse de que estaba bien atada a la pared. Cerró el candado y guardó la llave.

—¿Cuánto he llenado hasta ahora?

—Bastante. Tienes mucho más fondo de lo que pensaba.

Thomas sonrió con orgullo.

—Ni las vacas me dan tanto, y mira que son más difíciles de procesar —continuó.

El joven dejó de sonreír.

—¿Procesas a tus vacas?


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¡GRACIAS!


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Jigsaw | Fanfic Symbrock/Veddie | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora