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Érase una vez un pueblo bastante tranquilo, que se situaba perdido entre las tierras del norte de Ontario, Canadá.
Por allí merodeaba un señor de mediana edad, quien vivía solo en su casa del pueblo. No tenía hijos, ni pareja, ni padres, ni amigos, ni hermanos. En resumen, no tenía familia. Aquel pueblo carecía de amistades que ofrecer más allá de las ancianas chismosas de la entrada.
Eddie, que así se llamaba, mantenía musculado su largo y fornido cuerpo mientras trabajaba largas jornadas al día haciendo cosas de típico señor pueblerino; por ejemplo: cuidar la huerta y el ganado, darse un paseo por el río en busca de peces que pescar, trabajar hasta tierras abandonadas de las que se adueñó, entre otros. De hecho, ese mismo día decidió podar la mala hierba, que ya estaba empezando a molestar.
Entonces llegó Thomas, el joven en su furgoneta de segunda mano. Solo bastó con el particular ruido que desprendía su avanzar para mantener expectantes a los diez escasos habitantes de dicha localidad sobre su identidad, nueve de los cuales yacían erguidos sobre hamacas junto a la primera casa de la calle principal. Casi nadie más había pisado aquel pueblo en años, al menos no alguien tan joven. Eddie se hizo el desinteresado, pero finalmente no pudo evitar observar el vehículo desconocido que estaba acercándose.
Thomas dirigió el vehículo hasta aparcarlo en frente de su casa, ubicada en mitad del pueblo. Había llegado para quedarse una buena parte de junio. Buscaba un refugio silencioso donde poder despejar su mente después de tantos exámenes y trabajos de la universidad. Qué mejor sitio que la vieja casa renegada de su abuela a la que nadie quería ir, ni siquiera ella. Además, su abuela tampoco quería que fuese él, pero este le mintió bajo la promesa de que iría al pueblo de un amigo.
En las próximas veinticuatro horas, Thomas ya había hecho la parte más costosa del nuevo hospedaje: había limpiado de arriba a abajo aquella descuidada casa. Una vez cumplió, se dio una ducha y se relajó tumbado sobre una comodísima silla en el soportal del domicilio. Tenía un libro en la mano, pero ni siquiera lo abrió. Mientras dormía, Eddie llegó a su puerta y aporreó la misma. Esperó un rato hasta que se hartó y caminó hacia el fondo de la callejuela, donde estaba la furgoneta. De camino, encontró al chico dormido en el soportal.
El sol golpeaba la piel del joven, así que el hombre decidió volver a la entrada, abrió la puerta sin apenas esfuerzo y buscó por toda la casa algo que pudiera proteger a Thomas de la estrella. No encontró nada útil, por lo que volvió a por el joven y lo cogió en brazos con mucho cuidado. Lo tumbó sobre el sofá más grande de la casa. Allí empezó a estudiar su cuerpo: longitud, peso, edad... De repente, abandonó la casa. Thomas abrió los ojos, se sentó y pensó sobre lo que acababa de suceder. Aquel señor le había tocado, evaluado y juzgado. Estaba seguro de que volvería, pero también... lo estaba deseando. Sin embargo, le dio un poco de miedo. Decidió que lo mejor sería esperarlo despierto.
Un par de horas después, el sonido de una camioneta comenzó a resonar cada vez más cerca. Eddie salió de la misma, cerró la puerta y apareció en la entrada.
—Buenas —saludó el joven.
El señor se dejó ver. Tenía una barba de color castaño bastante descuidada, las cejas gordas y el cabello un poco canoso y corto. Medía algo más de metro setenta y cinco, tan solo un poco más que él.
—¿Eres un hijo de Janine?
—Sí.
—¿Y qué haces aquí? No hay nada para jóvenes por aquí.
—Bueno... Es que quería despejarme de los estudios y creo que este es un buen lugar.
—Ah...
El hombre continuó frotándose sus manos sucias, pero Thomas no le había prestado atención hasta ese momento. También lucía una camisa desabrochada hasta la mitad, mostrando un pecho algo peludo y sudoroso. Llevaba unos vaqueros azules desaliñados y manchados a la altura de las botas. Apestaba a trabajo físico muy intenso.
—Quería proponerte un trato —dijo el mayor.
—D-Dime.
—Quiero llevarte a mi casa unos días. A las vacas les gusta el semen y es mejor si es de joven. A cambio te doy algo de dinero.
—A-ah... ¿sí? —dijo—. ¿P-pero puedo irme si quiero? Ya te he dicho que t-tengo cosas que hacer y-y no me quedaré mucho en el pueblo.
—Tranquilo, joven. No quiero asustarte. Me llenas tres botes y te dejo en paz.
Thomas cambió de apoyo de la pierna izquierda a la derecha. Volvió a agachar la cabeza, pero no podía pensar con claridad. Intentó convencerse de que todo iba a ir genial, al menos el señor le generaba confianza a pesar de sus impactantes proposiciones.
—Bueno, es que tengo cosas que hacer... —continuó el chico.
—Solo son tres botes y te vuelves para casa. Como mucho, tardaremos una semana.
—Pero... no... me harás daño, ¿verdad?
—Joven, no voy a hacerte daño. Solo quiero tu semen.
—¿Y por qué tengo que ir a tu casa?
—Para procesarte y que todo salga en condiciones, muchacho. ¿Para qué va a ser? Tendrás comida y agua. Te daré un techo y dónde dormir. Podrás volver cuando quieras, siempre y cuando cumplas el horario. Tráete ropa.
El chico estaba temblando, pero en el fondo sentía que todo iba ir bien, que solo se trataba de prejuicios. Aun así, tenía miedo.
—¿Q-Quieres que vaya ya?
—Sí, pero coge tu ropa.
—Vale... I-Iré a por mi mochila —jadeó mientras caminaba temblando hacia el pasillo que conducía a la habitación donde pensaba dormir el resto de la semana. El señor no le había seguido. Allí suspiró varias veces para intentar calmarse. Pensó con rapidez en las obvias razones por las que aquel tipo no le haría daño. También se preguntó en por qué aún no había hecho nada para evitar que la situación fuese a más y se juzgó por disfrutarlo en el fondo. De repente, Eddie se asomó por la puerta. Entonces Thomas le sonrió y organizó la mochila lo más tranquilo y rápido que pudo.
—Tranquilo, chaval. No estés tan nervioso. Soy vecino de tu familia de toda la vida. Tú no te acuerdas de mí, pero tu madre y yo éramos muy conocidos.
Thomas se limitó a sonreír y a rellenar la mochila.
—Entiende que no tengo más opciones. Intentaré no te duela mucho procesarte. No te preocupes, Thomas.
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¡Gracias!
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Jigsaw | Fanfic Symbrock/Veddie | TERMINADA
Fanfiction+18!!! | "Una historia especial, peligrosa y difícil. No apta para todos los públicos, pero perfecta si lo que quieres es adentrarte en el lado oscuro". Crítica de Mirivid. | Sinopsis: Eddie Brock espera a su próximo pretendiente para un fin en espe...