Capitulo 1: Antes del trabajo.

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Estados Unidos, Washington D.C. Viernes 13 de septiembre 3:30 p.m.

Un día perfecto para una caminata por el parque.

Salí de mi casa hace como una hora, necesitaba estar tranquila y despejar mi mente para el trabajo de esta noche; llevamos planeando este robo hace meses, dos para ser exacta; James tardó un poco infiltrándose en el sistema de seguridad del casino, también tuvimos que considerar el horario de entrega del camión bancario, cuantos guardias de seguridad hay en el perímetro, entre muchos otros detalles.

Hubiéramos tardado menos, si Sebastián no se hubiera ido de carnaval a Río de Janeiro toda la semana sin decirle a nadie de su paradero; a veces me provoca matarlo y dárselo de comer a los cerdos, y lo haría juro que sí, pero no quiero que a los pobres cerdos les dé indigestión y mueran envenenados por comerse a Sebastián, porque conociéndolo ha de tener alcohol por sangre en este momento.

Todavía me invade la cólera cada que me acuerdo cómo me enteré que el muy idiota estaba en Rio.

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Una semana antes...

Sonó el timbre.

Me dirigí a la puerta a abrirle a Cara y James, los había invitado a comer para poder pasar un buen rato entre amigos y, además, teníamos que hablar de trabajo:

- ¿Alguno de ustedes ha sabido algo de Sebastián?, no contesta mis mensajes y cuando lo llamo me envía directo a buzón. - le pregunté a James y a Cara mientras abría la puerta para que pudieran entrar a mi casa.

- Hola para ti también Angèla, yo estoy bien gracias por preguntar- ironizó Cara sentándose en mi sillón. Puse los ojos en blanco.

- Hola, ¿Cómo están? ¿Bien? Me alegro. ¿Alguno de ustedes sabe algo de Sebastián? - repetí.

- Yo no sé nada, estoy igual que tú; y ya intenté rastrear su teléfono, pero parece que lo tiene apagado. - dijo James mientras sacaba de su mochila una paleta.

Esto ya era preocupante, si James, un nerd adicto a las computadoras, con mucho tiempo libre y mi mejor amigo desde que teníamos seis; no puede encontrar a Sebastián, nadie puede.

- Tal vez lo mataron, o se mató solo de un coma etílico el muy imbécil.

- Cara, no digas esas cosas, si Sebastián se muere ¿Quién va a comprarme dulces? - expresó James haciendo un gesto dramático para darle más realidad al sufrimiento que sería si Sebastián desaparece y nadie le compra dulces.

Pensándolo bien sí sería una gran tragedia, porque cuando no se le compra dulces a James se pone histérico, peor que una diva.

Iba a hablar, pero en el momento que me disponía a hacerlo mi celular vibró encima de la mesa de centro; en el reconocimiento de llamadas apareció un nombre.

Llamada entrante de Sebastián...

El idiota.

Maldito hijo de perra, ahora si me va a escuchar.

-James- lo llame para que me pusiera atención y dejará de pelear con Cara por su adicción insana a los dulces- es el idiota, triangula su ubicación- ordene.

James en un movimiento rápido sacó la computadora de su mochila y empezó a hacer su magia, mientras yo me disponía a contestar la llamada.

Y como soy la ternura y paciencia en persona, respondí muy calmadamente.

-SEBASTIÁN, MALDITO HIJO DE PUTA ¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?

- ¡Hooooolaaaaaaaaaaaa!, ¡jefa y querida amiga del aalmaaa! Estoy muuuuyyy bieeeen, solo me vine a pasar un buen rato...hip...- ¿Está borracho?

La Dama BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora