CAPÍTULO 2

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Llevábamos al rededor de una hora sentados en el interior de la heladería y 50 minutos de ese tiempo había tenido que estar soportando la discusión que se llevaba acabo entre mi amigo y mi novia sobre el tema más absurdo del mundo, cuál es el mejor sabor de helado.

-Pero pedazo de cabezona te estoy diciendo que el de Oreo es el mejor -ese había sido niall exponiedo de una manera poco amable su opinión-Ese de vainilla que tú prefieres es la cosa más aburrida del mundo-¿habéis oído eso de que los perros se parecen a sus dueños? Pues no sé porqué yo siempre he pensado que tu sabor preferido de helado dice mucho sobre tú personalidad.

A partir de ese momento desconecté totalmente de la estúpida discusión para sumergirme en mis pensamientos, sin motivo aparente acabé pensando en la chica que estaba discutiendo con mi mejor amigo, yo recuerdo que al principio de nuestra relación yo veía su pelo negro y ojos azules y algo en mí despertaba, pero ahora tras 10 meses de noviazgo ese sentimiento había desaparecido para dejar paso a uno de asfixia, sí, eso era lo que sentía cuando pasaba tiempo con ella, que me ahogaba. Su comportamiento tampoco es que me ayudara a aguantarla, en serio que yo intentaba que todo siguiese igual, pero era completamente imposible.

Me giré hacia la derecha y me fijé que en la mesa de al lado había un chico que parecía tener mi misma edad y su pelo rubio y ojos marrones me resutaban atractivos, siempre me había sentido atraído por los chicos pero eso no quitaba que también me sintiera cómodo con las mujeres. No sé si se me pude clasificar cómo bisexual ya que nunca había pasado nada con alguien de mi mismo sexo, bueno, una vez hubo un beso bastante intenso con alguien en una fiesta pero no cuenta ya que ambos íbamos bastante borrachos y después no nos volvimos a ver, en resumen, con la única persona que había llegado a la segunda base había sido con Clara, y solo pasó una vez hace un par de meses.

Dejé de confundirme a mí mismo y me dediqué a mirar por el gran ventanal del local, me entretuve mirando a las personas que andaban tranquilamente por la calle hasta que otra cosa llamó mi atención, era un coche de la empresa de mi padre destinado al transporte de voluntarios. Los llevaban al edificio dónde se realizaban las pruebas y dónde residian durante unas cuantas semanas para asegurarse de que no tenían ninguna clase de reacción negativa a las vacunas. Pero no fue eso lo qué llamó mi atención sino que mi padre me contó que los voluntarios eran trasportados el día dos de cada mes y hoy estábamos a 15. La única diferencia que existía entre este coche del que veía siempre el segundo día del mes era que el que estaba viendo ahora era un coche blindado, cosa que me parecía una gilipollez ya que eran voluntarios, no suponían ninguna amenaza.

-Chicos-llamé la atención de mis acompañantes que al fin dejaron de lado su conversación para oír lo que les iba a decir-¿Os habéis fijado en el coche de enfrente?

-¿Qué le pasa, no es uno de esos que utiliza la empresa dónde Pol trabaja?-preguntó Niall con una cara de confusión-¡Pero sí hoy no es dos!-pareció que al fin entendía lo que le estaba diciendo.

-Alguien me explica que tiene que ver que no sea dos-dijo la morena mirándome a mí, pero mi amigo se adelantó a contestar.

-Habeerrr obviamente solo transportan voluntarios ese día-contestó como si hubiera hecho la pregunta más tonta del mundo.

-¿Entonces porqué están aquí?-dijo ella.

-Si lo supiera no os habría dicho nada-respondí yo antes de que niall pudiera decir algo más ofensivo.

-Podríamos acercarnos al edificio y preguntar si algo va mal durante la ausencia de tú padre-habló el rubio intentando calmar su nueva curiosidad.

Tras haber dejado la carrera en la uni y no saber que a hacer con mi vida Pol me dejó acompañarlo al trabajo algunos días para ver si me interesaba ese mundo, y la verdad es que sí me gustaba. A lo mejor lo mío era la ciencia, porque tampoco es que se me diera mal. Debido a esos días en los que acompañaba a mi padre todo el mundo en la empresa me conocía, y tengo que admitir que me adoraban.

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