Ciudad De Cristal [EN PROCESO]

Capítulo 3

No debí haberme ido así. Kai me preguntaría por qué lo hice y no sabría qué responder.

Joder.

Me encontraba caminando hacia mi casa. No quería volver, pero, ¿qué otra elección tenía?

Llegué a esta, y entré por el patio y trepé el árbol para entrar por mi ventana. Ya se había hecho de noche, así que no creí que ningún vecino me vería. La música ya no sonaba, supuse que era porque se habían terminado las canciones de mi playlist.

Me desvestí, no sin antes cerrar las cortinas de mi habitación. Tomé una toalla y entré al baño para meterme en la bañera

Ese día había sido tan estresante, merecía un momento de paz interior.

Oh, Dios, moría por decir eso, qué dramático sonaba.

Dejé la toalla encima de el lavamanos y entré a la bañera mientras terminaba de llenarse. Me quedé unos minutos metida en esta, mirando hacia el techo. Estaba tranquila en ese momento.

Pero mi momento de paz terminó cuando un sonido llamó mi atención.

Salí rápidamente de la bañera, tomé mi toalla y salí del baño. Todo estaba en silencio cuando lo hice.

Era de madrugada, no había visto la hora, pero estaba segura de que eran sobre las 2:30 a.m, incluso más. No entendía qué podía ser.

Iba a volver a entrar al baño cuando volví a escuchar el sonido. Volteé y miré a mi ventanal. En mi habitación había un ventanal enorme, básicamente toda la pared era vidrio. El sonido nuevamente se hizo presente, pero esa vez sí me di cuenta de qué era.

Dios, no me jodas.

Vi como una pequeña piedra se estrellaba contra dicho ventanal. Rápidamente fui a ver qué era.

O quién.

Abrí la ventana, intentando no hacer mucho ruido.

—¿Qué coño haces aquí, Kai?—soné bastante irritada, y lo estaba por su presencia.

—¿Puedo subir?

—¿Qué?—pero, ¿y este chico?—, por Dios, ¡claro que no!

—Tengo frío.

—Pues vete a tu casa, chico.

—No. Quiero subir—insistió.

No entendía qué le ocurría. Menudo cínico. Su comportamiento me molestó, así que cerré la ventana rápidamente.

¿Por quién me tomaba? ¿Sería el típico fuckboy que se cogía a todas y las echaba después? No lo sabía, pero lo que sí sabía, era que yo no iba a ser de esas. Yo no. No después de lo que le pasó a ella.

Me dirigí a mi closet para buscar mi pijama, pero escuché como mi ventana se abría.

Oh, mierda...

El castaño apareció en mi campo visual, entre la luz de la luna que se colaba por los vidrios.

—¡Joder, Kai, estoy en toalla!—intenté taparme como pude con la puerta del closet.

—Me vale mierda.

No soportaba su actitud.

—¿Estás enfermo?—espeté—, debes irte. Ahora mismo. Y lo digo en serio.

Se dirigió a mi cama, y se acostó en esta.

—Muy cálida tu habitación—comentó—, y tu cama—añadió.