Parte 10: Ilusión

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Regresé a mi habitación y me fui a la ventana que quedaba directamente hacia la de él. El entró y se fue a su ventana de inmediato. Tomé mis binoculares.

Tom se quitó su camisa y se giró directamente hacia mi. Me sonrió y me mostró su dedo del medio mientras cerraba las ahora existentes persianas de su cuarto.

Idiota. 

Solté una risa ante su acto. Regresé hacia la otra ventana y tomé el trípode. Allí, pude ver a los mocosos que tenía por vecinos. Ellos estaban en su habitación mirando pornografía en el televisor de su cuarto.

—Hola, amiguitos — me puse de nuevo los binoculares  — Una noche familiar, ¿eh? — uno de los niños estaba contra la puerta y los otros dos miraban con atención hacia el televisor.

El que estaba contra la puerta les dijo algo y todos apagaron el televisor y comenzaron a correr a sus camas.

—Ah, ya se lo que hacen. Muy bien, no tienen salida.

En ese momento la madre de los niños entró a la habitación y comenzaron a hablar algo que era inaudible

—"Veíamos las caricaturas" — hice mi mejor impresión de voz de niño. Imaginando que eso era lo que hablaban con su madre — "Entiendo, son unos buenos niños" — la madre de los pequeños salió de la habitación.

Los niños se bajaron de sus camas, prendieron el televisor una vez más. Uno de ellos volvió hacia la puerta y los otros dos se sentaron al frente del televisor. Mujeres desnudas sin ningún tipo de censura.

—Malditos niños, son unos lujuriosos — reí.

Un grito llamó mi atención. Giré mi vista hacia la otra casa.

Tomé mis binoculares de nuevo y miré hacia la casa del señor Turner. Allí pude ver a la mujer corriendo por la casa, golpeando las puertas y ventanas, tenía una cara de terror en su rostro.

Mi corazón empezó a latir muy rápido, mis manos sudaban.

La mujer comenzó a mirar hacia dentro de la casa, como si temiera que algo viniera. Luego, el señor Turner apareció detrás de ella y la tomó por la fuerza.

—¡Maldición, maldición! Esto no está pasando — me quité los binoculares un segundo, pero volví a colocármelos.

Todo parecía en silencio ahora y oscuro. Comencé a mirar por todas las ventanas de la casa. 

El señor Turner estaba parado frente a una, mirándome fijamente.

—¡Dios! — me tiré al piso, dándole la espalda a la ventana.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez. Sentí un escalofrio recorrer todo mi cuerpo.

Mi celular comenzó a sonar.

Comencé a gatear por todo mi cuarto, con miedo de que Turner se hubiera dado cuenta o siguiera mirándome. Tomé mi celular. Era Leyla.

—¿Cómo va todo con el chico? — fue su manera de saludarme.

—Leyla, escúchame. Turner me vio.

—¿Qué?

—Si, lo que escuchaste, me vio y hay una pelirroja en su casa.

—¿Segura?

—La siguió, la persiguió por la casa. Todo se oscureció y apagó la luz. Amiga, no sé de que se trata, yo creo que quería matarla. Pero no pude ver más — comencé a hiperventilar.

—Ya, tranquila, calma. Solo dime, ¿Qué está pasando ahora? — me levanté lentamente del suelo.

—No me cuelgues. Sigue en el teléfono. — me acerqué a la ventana una vez más. 

PARANOIA (Tom Holland y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora