Parte 13: Placer

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—Bien, es todo. Llamaré a la policía — dijo ella parándose del sofá al escuchar todo lo que le dije que había pasado.

—Espera, no hizo nada, solo dijo que quería su privacidad — la detuve.

—Piénsalo, ¿Por qué quiere privacidad? Obviamente porque oculta algo — miró a su amiga en aprobación, quién también estaba consternada por la situación — Y sabe que lo sabemos, lo sabe.

—Mira, ________. El si puede ser un poco extraño pero es cierto, ¿Quién lo fue a espiar? Yo — Ella soltó un suspiro de desesperación.

—Oigan que tal si lo... — comenzó a decir su amiga.

—¿Olvidamos? — interrumpí — Es evidente que ya no es un juego. Fuimos demasiado lejos — ________ me miró con decepción.

El lugar se mantuvo en silencio unos segundos.

—Tengo que irme, es aniversario de mis padres — dijo su amiga. Se levantó y abrazó a ________ — Olvídalo, ¿si? — Ella solo asintió sin mucha gana. — Adiós, Tom

Leyla salió de la habitación. ________ suspiró pesadamente y se sentó a mi lado poniendo su cabeza en mi hombro. Yo aún seguía pensando en todo lo que había pasado.

—¿Estás enojado conmigo? — preguntó.

—No, pero lo que pasó fue muy grave __________, de verdad. Ese tipo me humilló, jugó con mi ego. Mi virilidad estaba en suelo, lo juro. Aún sigo enojado por lo que insinuó. Pude haberlo golpeado si no creyera que tenía sus razones para pensar eso.

—Está bien, solo ignora eso. Supéralo.

—¿Cómo superas algo así?

—Bueno, yo ignoro el hecho de que todos el mundo cree que maté a mi maestra y...

—¿Y no fue así? — alcé una ceja divertido.

Ella me miró ofendida y me mostró su dedo del medio.

—Lo que digo es que si yo puedo superar eso ¿por qué no podrías tu ignorar que un viejo degenerado creyera que estás enamora.... — la risa no la dejó continuar, ella comenzó a reír muy fuertemente.

—_________... — me paré del sofá enojado y me puse en la ventana con los brazos cruzados.

—Ya, perdóname. Me la debías — continuó riendo — Está bien, te voy a ayudar a que te sientas hombre.

—¿De qué hablas? — me giré para verla. Ella me arrojó algo a la cara. Lo tomé en mis manos y lo miré.

Sus bragas.

Sin pensarlo más me abalancé sobre ella y la besé desesperadamente. Ella aún tenía su falda puesta, así que comencé a acariciar sus piernas de arriba a abajo. Saqué mi camiseta. Ella se puso encima de mi, colocando una pierna en cada lado.

Yo estaba sentado en el sofá con ella encima besando mi cuello y mi pecho. Saqué su blusa, dejándola en sostén. Acaricié su espalda y lo desabroché. Tomé uno de sus senos y lo masajeé mientras nuestras lenguas entraban en guerra.

Ella bajó sus manos hacia mi pantalón y lo desabrochó. Comenzó a masajear mi miembro por arriba de mi bóxer. Varios gemidos salían de mi boca.

Metí mi mano debajo de su falda y comencé a masajear su clitoris, ella echó la cabeza hacia atrás, haciéndome saber que le gustaba.

—¿Ya te sientes lo suficientemente hombre? — preguntó divertida entre jadeos.

—¿Por qué mejor no me respondes tu eso?

Subí su falda hasta arriba de sus glúteos y los acaricé para darle una leve palmada. Ella bajó mi bóxer y sacó mi miembro, lo tomó en su mano y comenzó a masturbarme.

Sin previo aviso, lo metió entre su vagina soltando un gran gemido. Lo que hizo solo me hizo excitarme mucho más y la tomé de la cadera. Ella saltaba encima de mi, sus pechos se movían al compás.

La eché hacia un lado y me puse encima de ella. Comencé a embestirla con fuerza, tanto que el sofá en el que estábamos comenzó a moverse en cada embestida. Ella gemía fuerte en mi oído. Hacía todo lo que podía por no venirme, no antes que ella.

—Dios, voy a llegar — gimió, luego entrelazó sus pierna en mi cadera.

—¿Ahora soy Dios? — mordí mi labio y la seguí embistiendo

Después de varios minutos, sentí como clavó suavemente sus uñas en mi espalda, acompañado de un gran gemido con mi nombre. No aguanté más y me vine yo también.

Apoyé mi cabeza en su pecho, aún sin salir de ella. Nuestras respiraciones eran agitadas.

Salí de ella, y me acosté a su lado, aunque practicamente era encima. El sofá realmente no era muy espacioso. Ella se movió para darme un poco de espacio, pero no era mucha la diferencia.

Nos quedamos allí por vario tiempo más. Solo mirándonos y besándonos.

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Después de un rato, Tom se levantó, se colocó su camisa y se arregló sus pantalones.

—¿Tienes que irte ya? — pregunté aún acostada en el sofá.

—Cariño, no me he aparecido en casa en todo el día. Mamá ya debe estar por llegar y debo asegurarme que la casa se encuentre bien. Te llamo luego, ¿si?

—Bien — me levanté y lo besé. El puso sus manos en mi cintura y prolongó el beso — ¿Puedo pedirte un favor?

—El que quieras.

—¿Me das la clave de tu Wi-Fi? — sonreí dulcemente.

Tom soltó una carcajada, se fue hacia mi escritorio, tomó un bolígrafo, un post-it y escribió su clave en el.

—Nada de pornografía — me señaló con el bolígrafo una vez terminó de escribir.

—Que aburrido — Tom me dio otro beso y salió de casa.

Una vez anocheció, puse la clave del internet de Tom en mi computadora y comencé a averiguar sobre la casa de Turner. De vez en cuando miraba hacia allí con mis binoculares pero todo parecía estar en silencio y calmado.

Me habían dicho que lo olvidara, pero algo en mi simplemente no dejaba de pensar en eso.

—Habla Leyla, deja tu mensaje después del tono.

—Leyla, investigué la casa de Turner. Estoy viendo unos planos y dice que cuando construyeron la casa el interior y el garaje no tenían conexión. Ahora hay una parte media y esa parte no estaba ahí. ¿Así que para que diablos le va a servir? Como sea, solo estoy pensando en voz alta, llámame.

Seguí investigando y mirando hacia la casa de Turner, todo seguía igual.

Noté que la madre de Tom también había llegado. Tom salió a recibirla dándole un abrazo y puso su vista en mi ventana antes de entrar a la casa.

Algunas costumbres no se pierden.

Escuché el timbre de casa sonar así que me dirigí hacia el primer piso. Tocaban y timbraban desesperadamente.

—¿Quién es?

—Es Leyla, ábreme — la escuché un poco preocupada.

—¿Oíste mi mensaje? — le pregunté apenas entró.

—¿Qué? No, ¡yo dejé mi teléfono en su auto! Lo busqué en mi bolso, en mis bolsillos, nada, yo...

—Oye, calma, cálmate — la tomé por los hombros.

—¡Debí tirarlo cuando devolví el control! — Leyla estaba con los nervios de punta.

—Cálmate, lo vas a recuperar, ¿si? Lo vas a recuperar — ella se tranquilizó — Pero, necesito que hagas algo más para mi.

PARANOIA (Tom Holland y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora