EP 01

371 56 15
                                    

Una enorme gota de sudor resbala por su frente lentamente, Beomgyu puede sentirla quemando su piel enrojecida por el sol como si fuere agua hirviendo, e incluso juraría que puede escucharla chisporrotear como si se estuviese evaporando en una sart...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una enorme gota de sudor resbala por su frente lentamente, Beomgyu puede sentirla quemando su piel enrojecida por el sol como si fuere agua hirviendo, e incluso juraría que puede escucharla chisporrotear como si se estuviese evaporando en una sartén caliente.

La limpiaría de inmediato si tan sólo sus manos no estuviesen ocupadas en sostener sus enormes y pesadas maletas, tratando de evitar que estas rueden colina abajo por tercera vez en esta media hora, y la tarea sería mucho más fácil si dos de las rueditas de una maleta no se hubiesen salido de su lugar y la manija de la otra no se hubiese roto apenas bajó del bus que tomó desde la estación de tren hasta el centro de la ciudad.

— ¡Eish, arde! ¡Arde! —chilla tan pronto como la gota de sudor continúa su camino por su espesa ceja y termina cayendo dentro de su ojo.

Beomgyu rápidamente deja ir una de las maletas (la de la manija rota), y lleva el dorso de su mano hasta su ojo, tallándolo con fuerza para enjuagar el salado sudor y disipar un poco el picor que éste le causa, pero se detiene cuando escucha el sonido hueco de la maleta chocar contra el suelo. Ni siquiera se sorprende o se siente decepcionado cuando al volverse hacia el sonido, encuentra su maleta rodando cuesta abajo por cuarta vez.

Todo esto sería más sencillo de superar si tan sólo sus circunstancias no fueran tan... complejas.

Beomgyu se dispone a enumerar sus dificultades desde la menos importante hasta la más abrumadora, para así ocupar su mente mientras arrastra su equipaje por la décima colina que le toca cruzar.

Número uno: Tiene que caminar al menos otros tres y medio kilómetros de colinas y camino polvoso para llegar hasta el lugar donde se va a quedar.

Número dos: Todavía le restan cuatro semanas, seis días y doce horas viviendo en este pequeño pueblo, aislado de la gran ciudad y sus altos edificios, donde ha construido una vida llena de fiestas y lujos.

Número tres: Esa vida llena de fiestas y lujos en Seúl lo tiene al borde de un colapso, y después de estas horribles 'vacaciones' obligatorias, Beomgyu tendrá que volver a ese mundo en el que debe de fingir que nada está mal incluso cuando todo lo está.

Sería todo mucho más sencillo si tan sólo sus abuelos hubiesen comprado una casa grande y cómoda cerca del centro del pueblo en vez de construirse una justo al lado de su enorme granja de fresas, a una distancia considerable de la civilización.

Aún mucho más fácil si Beomgyu no tuviese que tomarse unas vacaciones obligatorias en un pueblo lejano, para "desintoxicarse y recuperar energías" como lo había sugerido su manager en la junta con su empresa.

De hecho, nada esto estuviese ocurriendo ahora mismo si tan sólo su tonto y estúpido corazón pudiera conformarse con el dinero, la actuación y la fama. Pero no es así como funcionan las cosas. Al parecer, incluso después de haber cumplido su sueño de ser un actor famoso, el corazón de Beomgyu sigue latiendo sin alguna motivación real, y por eso, ahora se encuentra donde está.

Torna a casa | taegyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora