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Ⅳ.❛Buen comienzo.❜
LLEVABAN más de cincuenta kilómetros en silencio. A Tessa el temor le había carcomido las cuerdas vocales, James tenía algo comiéndole la cabeza.—¿A dónde iremos?—inquirió por fin la castaña, tras tragar una bocanada de aire tan enorme que podría llegar a pensar que él se asfixiaría por su culpa. El chico la miró por un segundo y volvió a la carretera.
—¡Eso es lo bueno!—exclamó con una sonrisa mostrándole los dientes torcidos sin despegar la mirada de la carretera. Golpeó el volante con la palma de la mano con emoción;—¡A donde tú quieras, princesa!
La chica sonrió y miró por la ventanilla de su lado. Los párpados le pesarían normalmente por el cansancio de un día que había demandado tantas energías; Pero los nervios habían sido tan grandes que no podía casi parpadear.—¿Qué haremos luego?—preguntó recargándose mejor sobre el asiento y mirando al frente.
—¿Cómo viviremos el futuro, si no vives el presente?—sonrió como respuesta.—Queríamos huir, es el primer paso.
—¿No piensas que en algún momento tendremos que dejar de huir?—inquirió Tessa con algo de duda en su voz.
—Pienso que haces demasiadas preguntas, cariño.—Se aclaró la garganta;—huiremos hasta que consigamos un lugar fijo, pero mientras tanto, ¡Solo vívelo, nena!—aumentó el volumen de la música y simplemente se dejó llevar por la carretera, del camino a su infierno.
[. . .]
LEEDS era muy acogedor a pesar de sus luces y la enorme multitud que bañaba las calles. Tessa observaba con cariño los viejos edificios que mejoraban la visual de la ciudad, James buscaba un sitio para dormir y otro para conseguir las drogas.—¿Te gusta Leeds, princesa?—inquirió haciéndose un poco adelante intentando mejorar su campo de visión.
—Me fascina James, gracias.—Sonrió la chica, dado que había sido su idea. James había seguido las palabras de Tessa como palabra santa, y ella se sintió un poco más cómoda a su lado.
Jamie se detuvo frente a un edificio un poco lejos del caos. Aún en el corazón de Leeds pero se veía algo avejentado, por lo tanto no le costaría demasiado dinero a ninguno de los dos y sería un buen comienzo. Por dentro temía un poco que Tessa se negase a vivir en un sitio tan barato como aquél, pero de todas formas tomó algo de voluntad y bajó del coche siendo seguido por la muchacha. Abrieron la puerta de marco de madera desgastada con algunos cuadritos de vidrio encontrándose con una mujer negra con trenzas casi tan largas como las pestañas de la muchacha.—Buenas noches.—Sonrió la amable mujer.—¿Un cuarto?—inquirió.
James asintió con la cabeza;—Sí, por favor.—Respondió Tessa temerosa por los modales del muchacho. Sabía de la no muy buena reputación del chico y prefería no notarlo ahora mismo. Su cansancio no podría negar con ello.
