Parte 10

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El lobo de Remus Lupin era tan oscuro como la negrura de la noche.

Contra el cielo nublado del mediodía, parecía más un oso al acecho que otra cosa. Harry se acercó cautelosamente estando aún en su forma de lobo. Dejó que Remus le oliese, esperando las señales indicadoras de que no lo iba a atacar. Tomó mucho tiempo y Harry comenzó a sentirse ansioso, bajando la cabeza con cuidado para mantener la garganta protegida. Era tan grande como Remus en su forma animal pero no era tan experimentado en la lucha. Su músculo y su velocidad fácilmente convertía a Harry en un rival peligroso contra los lobos normales, pero no tenía prisa para averiguar si era un rival para Remus. Harry dio una última mirada en dirección a los bosques, donde estaba seguro de que su manada estaba vagando, cuando Remus finalmente se alejó del claro de roca en que estaba parado, se acercó lentamente y saludó al lobo negro con una ligera lamida a su hocico.

Rápidamente, Harry se transformó de nuevo a su forma humana, y Remus siguió su ejemplo.

—Necesito tu ayuda. —No tenía sentido alargarlo. Remus era un hombre que apreciaba la franqueza y Harry no tenía ninguna cortesía en él en este momento. Le había llevado demasiado tiempo encontrarlo, las últimas dos horas las pasó evadiendo el rastro de los otros hombres lobo en la zona mientras trataba de localizar a Remus y separarlo de la manada. Harry estaba prácticamente temblando por la ansiedad y el esfuerzo que había pasado, su mente llena de preocupación por su compañero solo y febril en su oscura casa.

Remus tardó bastante en responder, el joven mirando con sus ojos de color ámbar a su amigo más joven en silencio, sólo apartando la mirada de vez en cuando para mirar atrás por donde había venido. Remus se veía salvaje, una ferocidad en su mirada y una tensión en su mandíbula que inquietó a Harry aún cuando el hombre era su amigo y había sido su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts. Era más alto que él, más fuerte que él debido a que utilizaba sus músculos para sobrevivir, no era del tipo decorativo creados en un gimnasio. Llevaba suelto su largo cabello castaño, era suave y estaba ligeramente enredado, llegándole hasta sus bíceps, uno de los cuales estaba tatuado con el símbolo de la manada.

Remus apenas podía mantener una conversación algunos días, el hombre tan solitario y seco. Estaba bastante seguro de que la manada no le hablaba en su forma humana. Habían elegido vivir como animales la mayor parte de su tiempo, excepto por los breves momentos en que necesitaban una voz humana o usar sus manos para resolver hacer alguna mierda.

—¡Lupin! Necesito tu ayuda. — Harry repitió cuando el hombre volvió de nuevo la cabeza hacia donde había captado el aroma de su manada, todavía sin hablar.

—Silencio. —Gruñendo, Remus se volvió hacia atrás, sus fosas nasales hinchándose en advertencia—. No deberías estar aquí.

Harry rodó los ojos, Remus sonaba como si no hubiera hablado en años cuando había hablado con el hombre la semana pasada. Agarró al hombre por el brazo, alejándolo de la manada. —Créeme, no quiero estar aquí más que ellos me quieren aquí. Necesito tu ayuda.

—Te expulsaron, Harry. Ellos te... Joder. —Remus miró por encima de su hombro a pesar de las advertencias. No había nadie allí, pero Harry podía oír los ruidos tanto como Remus. Algo se dirigía en su camino. Antes de que el mayor temor de Harry se materializara, un ciervo pasó a toda velocidad, afortunadamente ningún aullido le seguía. Remus comenzó a empujarlo de todos modos, internándose más en el bosque para evitar que los vieran.

—No deberías estar aquí. —Remus repitió en voz baja—. No comprendes cómo son. Lo que te harán.

Harry ignoró la tensión del mayor. —No me importa una mierda. Necesito ayuda. Mi compañero... Joder, es mi compañero, está enfermo, ¡Y no sé qué hacer!

MORDEDURA DE APAREAMIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora