Bloque temático II: Origen, desarrollo y devenir del sujeto moral. Como recordarás en tu curso anterior llamado introducción a la Filosofìa viste que el pensamiento filosófico comienza con los griegos y que estos se dividieron en dos grupos, por así decirlo, Los presocráticos y los socráticos. Los primeros de ellos solamente se preocuparon por el origen de todas las cosas; mientras que los segundos no solamente tuvieron la misma preocupación que sus predecesores sino además quisieron saber qué es el hombre. Es aquí donde surge la ética. La filosofía socrática está representada por Sócrates, Platón Y Aristóteles. Sócrates, La contribución de Sócrates a la filosofía ha sido de un marcado tono ético. La base de sus enseñanzas fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y en la búsqueda de definiciones generales, como queda reflejado en los escritos de su joven discípulo, Platón, y en los del alumno de éste, Aristóteles. A través de las obras de ambos, las teorías socráticas incidieron de forma determinante en el curso del pensamiento especulativo occidental posterior al filósofo griego. El concepto universal ha sido una de sus principales contribuciones a la filosofía. Con sus preguntas inducía a su interlocutor al encuentro de una esencia universal; no se contentaba con una mera descripción externa de lo que podría llamarse los accidentes de la virtud. Con la universalidad de este concepto, en cuanto se aplica a todos los seres de la misma especie y también en cuanto es inteligible para todas las personas con uso de razón, da un golpe al relativismo de los sofistas. Postulados éticos de Sócrates 1. - La virtud se identifica con la ciencia del bien. De tal manera, que el vicioso lo es por ignorancia, por no conocer el bien que podría haber hecho suyo con su conducta. 2. -Más vale sufrir una injusticia que cometerla. El saber fundamental para Sócrates es el saber acerca del hombre que se caracteriza por tres rasgos: a) Es un conocimiento universalmente válido, contra lo que sostienen los sofistas. b) Es un conocimiento moral. c) Es un conocimiento práctico. Su ética es puramente racionalista pues encontramos una concepción del bien, de lo bueno. Bondad, conocimiento y felicidad se enlazan estrechamente. El hombre obra rectamente cuando conoce el bien y al conocerlo no puede dejar de practicarlo; por otro lado, al perseguir el bien, se siente dueño de sí mismo y es, por tanto, feliz. Ética socrática: Se muestra en uno de los diálogos de Platón: “Sócrates. Así, pues, de ningún modo se debe obrar injustamente. Critón. De ningún modo, por supuesto. Sócrates. Por tanto, tampoco el que es víctima de una injusticia debe devolverla, pese a la opinión del vulgo, ya que en ningún caso debemos hacer cosa injusta. Critón. Evidentemente. Sócrates. Bien. ¿Y es lícito hacer mal a alguien o no lo es, Critón? Critón. No lo es, por supuesto, amigo Sócrates. Sócrates. Bien. ¿Y es justo o no es justo que el que sufre un daño lo devuelva? La gente cree que sí. Critón. De ningún modo es justo. Sócrates. He aquí lo que te digo o, mejor dicho, te pregunto: ¿se ha de hacer o se ha de burlar aquello que convenimos con alguien y que es justo? Critón. Debe hacerse. Sócrates. Mira, pues, lo que de aquí se deduce. Si nosotros escapamos de aquí sin haber convencido previamente a la ciudad, ¿nos portamos mal con alguien, y precisamente con quienes menos deberíamos, o no? ¿Permanecemos fieles a aquello que convinimos y que es justo o no? Critón. No puedo responder, Sócrates, a lo que me preguntas, no lo entiendo. Sócrates. Sigue, pues, este razonamiento. Si proyectando nosotros fugarnos de aquí o como ha de llamar a eso, se nos acercasen las leyes y los gobernantes de la ciudad y nos preguntasen: “Dinos, Sócrates, qué piensas hacer. ¿Verdad que con lo que te propones llevar a cabo intentas destruirnos a nosotras, las leyes, y a la ciudad entera en lo que está de tu parte, o tal vez te parece posible que siga existiendo, que no se venga abajo aquella ciudad en la cual no tienen fuerza alguna las sentencias pronunciadas, sino que pierden su autoridad y son aniquiladas por obra de los particulares. ?” Critón. Esto, ¡Por Zeus!, Amigo Sócrates. Sócrates. ¿Y qué responderemos si las leyes dicen: “Sócrates, ¿es ese, acaso, el convenio estipulado entre tú y nosotras? ¿No te comprometiste a someterte a las sentencias que la ciudad pronunciase?” Ea, pues, dinos: ¿Cuál es el motivo de queja que tienes con respecto a la ciudad y nosotras y que te mueve a intentar aniquilarnos? Veamos para empezar: ¿no te trajimos al mundo nosotras, ya que por nuestra mediación casó con tu madre tu padre y te engendró? Di, pues: ¿tienes algún motivo de disgusto con aquellas de nosotras que son leyes relativas a los matrimonios, por considerar que no son buenas? No, respondería yo. Estas son, Sócrates, las acusaciones que creemos que van a recaer sobre ti también, si haces lo que proyectas, y no en menor grado que sobre cualquier otro ateniense, sino en grado más alto. Pues bien: si yo les preguntase: ¿Por qué?, Sin duda me reprenderían con razón, manifestando que yo he sido el ateniense que mayormente ha contraído con ella el referido compromiso.” Instrucciones: Explica con tus palabras en qué consiste la ética socrática: __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ Conocimiento. Sócrates es el primer filósofo en crear un método. A su método lo denominó, con el mismo nombre que la actividad a la cual se dedicaba su madre, mayéutica. Esta consiste en preguntas y respuestas con la finalidad de inducir entre todos los participantes en el dialogo encontrar la verdad. Este método tiene tres momentos: la ironía, la dialéctica y la definición. La primera de ellas, desvanece errores y crea un estado de ignorancia que entre todos los participantes se superará. Esto se manifiesta con su frase “Yo sólo sé que no se nada”. El segundo de ellos se refiere al diálogo; el cual, se inicia tomando como base a lo inmediato con el propósito de encontrar la definición y la conclusión general. La tercera de ellas, se refiere a la delimitación, reducción de términos y a la sintetización. Con esto, Sócrates pretendía que los hombres se pusieran de acuerdo acerca del significado de las nociones que usaba. Actividades de autorregulación: Instrucciones: Responde con tus palabras las siguientes preguntas: 1. - Menciona las ideas principales del diálogo entre Sócrates y Critón. _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 2. - ¿De qué nos habla este diálogo? ___________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 3. - Realiza un resumen con tus palabras de la ética socrática así como también explica los tres momentos de la mayéutica. _______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ Los Sofistas. Sofista designa a todo aquél que propone lo falso como verdadero, que engaña con astucia y cinismo y que se jacta de poder defender el pro y el contra de cualquier proposición. Entre los sofistas más destacados se encuentran Protágoras y Calicles. El primero de ellos es famoso por su frase: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Aquí se expresa la excelencia del hombre, la superioridad del ser humano en toda la creación. Veamos cómo lo expresa Platón en uno de sus diálogos “Sócrates. ¿Y cada objeto tendrá tantos nombres como se le atribuyan y en el momento y tiempo en que se le atribuyan? Hermógenes. En efecto, Sócrates, yo no concibo, por mi parte, más que una manera justa y exacta de denominar: yo puedo designar cada objeto con un cierto nombre que haya establecido yo; tú, con un cierto nombre establecido por ti. Lo mismo ocurre con las diferentes naciones. Yo veo que a las veces cada una de ellas asigna un nombre distinto a los mismos objetos, y veo que de esta manera unos griegos se apartan de otros griegos, y los griegos de los bárbaros. Sócrates. Vamos a ver, pues Hermógenes. ¿Crees tú que también ocurre esto con los seres mismos y que su esencia varía en cada uno de los individuos? Esta era, en efecto, la tesis de Protágoras, cuando afirmaba que el hombre es la medida de todas las cosas, queriendo sin duda decir con ello que tales cuales me parecen las cosas, así son para mí, y que para ti son tales cuales te parecen a ti. ¿O bien te parece, por el contrario, que los seres tienen por sí mismos, en su esencia, una cierta estabilidad o permanencia? Hermógenes. Ya me ha ocurrido, Sócrates, el dejarme arrastrar hacia la tesis de Protágoras en mis dificultades. Y, no obstante, es manera alguna en esta mi manera de pensar.” El verdadero sentido que Protágoras y, en este caso, Hermógenes dan a su frase es el siguiente: Cada persona es juez absoluto de la verdad y de la moral. Todo hombre puede y debe juzgar, por sí mismo y sin referencia a ninguna otra base objetiva, lo que es verdadero y lo que es bueno. Si una persona juzga que algo es bueno entonces es bueno y si otra lo juzga malo entonces es malo. A esto se le llama relativismo moral. La tesis sostenida por el relativismo moral se puede expresar de la siguiente manera: “Toda verdad y todo valor dependen de cada persona y de su criterio. La verdad y el valor son relativos a cada sujeto. Este tiene la última palabra en lo que se refiere al juicio sobre el mundo, las cosas y los valores”. Con el relativismo el sujeto se libera de toda urgencia de profundización acerca de las esencias válidas para todos. Basta atenerse a lo que en ese momento se “siente” o se “piensa”. Si hoy juzgamos buena la disciplina entonces la realizamos; si mañana la juzgamos mala entonces la dejamos y la fustigamos como una conducta de masas torpes y sin propia iniciativa. Lo positivo del relativismo es la explotación de una gran verdad: la conciencia es la norma subjetiva de moralidad. Es decir, cada hombre debe regirse por su propia conciencia. Si una persona cree sinceramente que debe actuar en determinado sentido, así debe proceder, aun cuando los demás piensen de otro modo. El relativismo niega que haya un criterio y un valor absoluto al cual deba someterse cada sujeto y cada juicio de conciencia. Calicles, por su parte, decía que la ley es la del más fuerte. Con esto se quiere decir que la autoridad corresponde a la que se sobrepone a los demás, al que efectivamente puede dominar al resto basándose en energía, no sólo física, sino también con la palabra, con la influencia, en el mando. Actividades de consolidación: Instrucciones: responde con tus palabras las siguientes preguntas. 1. -¿Cuál es la tesis de Hermógenes? __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 2.- ¿De quién le venía esta tesis a Hermógenes? ___________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 3.- ¿En qué consiste el relativismo? ___________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 4.- ¿Qué es lo positivo del relativismo? ____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 5.- ¿Qué niega el relativismo? ___________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 6.- ¿Qué decía Calicles? ______________________________________________________________________________________________________________________________________________¬¬_____________________________________________¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬ Platón. El núcleo de su pensamiento se encuentra en su teoría de las ideas o también llamada de las formas. Las ideas, para Platón, son seres espirituales, perfectos, subsistentes, modelos de todo ente o ser material. En cambio, los entes o seres materiales de este mundo en realidad no valen, no son seres propiamente dichos; son un pálido reflejo de aquellas ideas. Platón piensa que cada persona existe desde antes de su nacimiento en este mundo. Las almas espirituales viven en una especie de paraíso en contemplación de las ideas, plenas de conocimiento. Pero, por castigo de los dioses, han sido condenadas a vivir en este mundo encarceladas en un cuerpo material. El hombre tiene que purificarse respecto a lo material; pero a su muerte reencarnará en otro cuerpo, y así sucesivamente hasta que logre purificarse por completo. En uno de sus diálogos dice: “- Pasemos pues - prosiguió -, a lo tratado en el argumento anterior. La realidad en sí, de cuyo ser damos razón en nuestras preguntas y respuestas, ¿se presenta siempre del mismo modo y en distinto estado, o cada vez de manera distinta? Lo igual en sí, lo bello en sí, la realidad en sí, cada cosa, su esencia, ¿admite un cambio cualquiera? ¿O constantemente cada una de esas realidades que tienen en sí y con respecto a sí misma una única forma, siempre se presenta en idéntico modo y en idéntico estado, y nunca, en ningún momento y de ningún modo, admite cambio alguno? Necesario es, Sócrates - respondió Cebes -, que se presente en idéntico modo y en idéntico estado. ¿ Y qué ocurre con la multiplicidad de las cosas bellas, por ejemplo, hombres, caballos, mantos o demás cosas, cualesquiera que sean, que tienen esa cualidad, o que son iguales, o con todas aquellas, en suma, que reciben el mismo nombre que esas realidades?. ¿Acaso se presentan en idéntico estado, o todo lo contrario que aquéllas, no se presentan nunca, bajo ningún respecto, por decirlo así, en idéntico estado, ni consigo mismas ni entre sí? Así ocurre con estas cosas - respondió Cebes -; jamás se presentan del mismo modo. Y a estas últimas cosas, ¿No se las puede tocar y ver y percibir con los demás sentidos, mientras que a las que siempre se encuentran en el mismo estado es imposible aprehenderlas con otro órgano que no sea la reflexión de la inteligencia, puesto que son invisibles y no se las puede percibir con la vista? Completamente cierto es lo que dices - respondió Cebes. ¿Quieres que admitamos - prosiguió Sócrates - dos especies de realidades, una visible y la otra invisible? Admitámoslo. ¿Y que la invisible siempre se encuentra en el mismo estado, mientras que la visible nunca lo está? Admitamos también esto - respondió Cebes. Sigamos, pues - prosiguió -: ¿hay una parte de nosotros que es el cuerpo y otra que es el alma? Imposible sostener otra cosa. ¿Y a cuál de esas dos especies diríamos que es más similar y más afín el cuerpo? Claro es para todos que a la visible - respondió. Qué, ¿y el alma? ¿Es algo visible o invisible? Los hombres, al menos, Sócrates, no la pueden ver. Pero nosotros hablábamos de lo que es visible y de lo que no lo es para la naturaleza del hombre. ¿O con respecto a qué otra naturaleza crees que hablamos? Con respecto a la de los hombres. ¿Qué decimos, pues, del alma? ¿Es algo que se puede ver o no se puede ver? Que no se puede ver. ¿Invisible entonces? Sí. Luego el alma es más semejante que el cuerpo a lo invisible, y éste, a su vez, más que aquella a lo visible. De toda necesidad Sócrates. ¿Y no decíamos también hace un momento que el alma, cuando usa del cuerpo para considerar algo, bien sea mediante la vista, el oído o algún otro sentido (pues es valerse del cuerpo como instrumento el considerar algo mediante un sentido), es arrastrada por el cuerpo a lo que nunca se presenta en el mismo estado y se extravía, se embrolla y se marea como si estuviera ebria, por haber entrado en contacto con cosas de esta índole? En efecto. ¿Y no agregábamos que, por el contrario, cuando reflexiona a solas consigo misma allá se va, a lo que es puro, existe siempre, es inmortal y siempre se presenta del mismo modo?. ¿Y que, como si fuera por afinidad, reúnase con ello siempre que queda a solas consigo misma y le es posible, y cesa su extravió y siempre queda igual y en el mismo estado con relación a esas realidades, puesto que ha entrado en contacto con objetos que, asimismo, son idénticos e inmutables? ¿Y que esta experiencia del alma se llama pensamiento? Enteramente está bien y de acuerdo con la verdad lo que dices ¡Oh Sócrates!- repuso. Así pues, ¿a cuál de esas dos especies, según lo dicho anteriormente y lo dicho ahora, te parece que es el alma más semejante y más afín? Mi parecer, Sócrates - respondió Cebes -, es que todos, incluso los más torpes para aprender, reconocerían, de acuerdo con este método, que el alma es por entero y en todo más semejante a lo que siempre se presenta de la misma manera que a la que no. Y el cuerpo, ¿qué? Se asemeja más a la otra especie. Considera ahora la cuestión teniendo en cuenta el que, una vez se juntan alma y cuerpo en un solo ser, la naturaleza prescribe a éste el servir y el ser mandado, y a aquélla, en cambio, el mandar y el ser su dueña. Según esto también, ¿cuál de estas dos atribuciones te parece más semejante a lo divino y cuál a lo mortal? ¿No estimas que lo divino es apto por naturaleza para mandar y dirigir, y lo mortal para ser mandado y servir? Tal es, al menos, mi parecer. Pues bien: ¿a cuál de los dos se asemeja el alma? Evidente es, Sócrates, que el alma asemeja a lo divino y el cuerpo a lo mortal. Considera ahora, Cebes - prosiguió - si de todo lo dicho nos resulta que es a lo divino, inmortal, inteligente, uniforme, indisoluble y que siempre se presenta en identidad consigo mismo y de igual manera, a lo que más se asemeja el alma, y si, por el contrario, es a lo humano, mortal, uniforme, inteligible, disoluble y que nunca se presenta en identidad consigo mismo, a lo que, a su vez, se asemeja más el cuerpo. ¿Podemos decir contra esto otra cosa para demostrar que no es así? No podemos. Y entonces, ¿qué? Estando así las cosas, ¿no le corresponde al cuerpo el disolverse prontamente y al alma, por el contrario el ser completamente indisoluble, o el aproximarse a ese estado? ¡Cómo no!” La unión con el cuerpo ha producido el olvido de las ideas. Cada vez que vemos las cosas materiales podemos recordar las ideas que habíamos conocido y olvidado. Entre otras cosas que postuló encontramos la teoría de las ideas innatas según la cual cada persona ya trae consigo la ciencia aprendida en el mundo de las ideas, en forma de conceptos o ideas, que son olvidadas al nacer y luego recordadas al contacto con las cosas de este mundo. Leamos el siguiente pasaje de la República en donde se hace un análisis de las cuatro operaciones del alma, la inteligencia, el pensamiento, la fe y la conjetura, que intervienen en el proceso del conocimiento del mundo exterior: “- Por Apolo_ dijo Glaucón riéndose-¡Extraordinaria superioridad es ésa! -Tú mismo eres el culpable-dije yo-, por haberme obligado a expresarme así. -Y no dejes de hablar, en modo alguno- afirmó-. Si no quieres referirte a otra cosa explícanos al menos esa semejanza del bien con el sol. Posiblemente, algo habrá omitido todavía. - Desde luego- dije-, aún es mucho lo que queda por hablar. - Pues no omitas, te lo ruego, ni la más pequeña cosa. - Insisto en lo dicho: mucho ha quedado sin tratar. Sin embargo, por mi voluntad no quedará nada sin decir en esta ocasión. - Harás lo que debes-afirmó. - Piensas, pues-añadí-, como decimos que el bien y el sol son dos reyes, señor el uno del mundo inteligible y el otro del mundo visible. No digo del cielo, para que no te parezca que estoy jugando con el vocablo. Pero responde, ¿no tienes ante ti esas dos especies, la visible y la inteligible? - Si, la tengo. - Toma ahora una línea cortada en dos partes desiguales y vuelve a cortar cada una de éstas en otras dos partes, también desiguales que representen la especie visible y la inteligible. La claridad y la oscuridad se harán manifiestas en ambos casos, y en la parte visible nos encontraremos con las imágenes. Doy el nombre de imágenes en primer lugar a las sombras, y luego a las figuras reflejadas en las aguas y en todo lo que es compacto, liso y brillante y si me comprendes, a todo lo que es análogo a esto. - Sí que te comprendo. - Coloca a un lado aquello de lo cual esto es imagen: así, los animales que están a nuestro alrededor, las plantas y todo lo que se prepara con el arte. - Ya lo coloco-dijo - ¿por ventura te avendrías a admitir-dije yo_ que esta división, aplicada a la verdad y a la falsedad, es la misma que puede aplicarse a la opinión respecto de la ciencia, siguiendo el ejemplo de la imagen? - No tendría inconveniente alguno-respondió. - Pues ahora deberás considerar cómo ha de dividirse la sección de lo inteligible. - ¿Y cómo? - El alma se verá forzada a buscar una de las partes haciendo uso, como si se tratase de imágenes, de las cosas que entonces eran imitadas. Procederá por hipótesis y se dirigirá no al principio, sino a la conclusión. Y para encontrar la otra, iniciará un camino de hipótesis, pero para llegar a un principio absoluto; aquí prescindirá por completo de las imágenes y se quedará tan sólo con las ideas consideradas en sí mismas. - No comprendo de manera suficiente-dijo- lo que acabas de anunciar. - Pues no tendré inconveniente en repetirlo-afirmé-. Y lo comprenderás fácilmente en cuanto comience mi declaración. Bien sabes, a mi juicio, que los que se ocupan de la geometría, del cálculo y de otras ciencias análogas, dan por supuestos los números impares y los pares,, las figuras, tres clases de ángulos y otras cosas parecidas a éstas, según el método que adopten. Emplean estas hipótesis como si en realidad las conociesen, y ya no creen menester justificar ante sí mismos o ante los demás lo que para ellos presenta una claridad meridiana. Empezando por ahí, siguen en todo lo demás un camino semejante hasta concluir precisamente en lo que intentaban demostrar. - Eso, desde luego, ya lo sabía yo-dijo. - ¿Sabes igualmente que se sirven de figuras visibles que dan pie para sus razonamientos, pero que en realidad no piensan en ellas, sino en aquellas cosas a las que se parecen? ¿Y así, por ejemplo, que cuando tratan del cuadrado en sí y de su diagonal, no tienen en el pensamiento el que diseñan, y otras cosas por el estilo? Las mismas cosas que modelan y dibujan, cuyas imágenes nos las ofrecen las sombras y los reflejos del agua, son empleadas por ello con ese carácter de imágenes, pues bien saben que la realidad de esas cosas no podrá ser percibida sino con el pensamiento. - Verdad es lo que dices-asintió - Pues esta es la clase de objetos que yo consideraba inteligibles. Para llegar a ellos, el alma se ve forzada a servirse de la hipótesis, pero no caminando hacia el principio, dado que no puede ir más allá de las mismas hipótesis y ha de usar de unas imágenes que son objetos imitados por los de abajo, los cuales son honrados y estimados como evidentes en una relación comparativa con los primeros. - Veo perfectamente-dijo- que tu método no es otro que el de la geometría y ciencias hermanas. - Y no hay duda de que ahora comprenderás también a qué llamo yo la segunda sección de lo inteligible. Es aquella que la razón misma alcanza con su poder dialéctico. No tendrá que considerar ahora la hipótesis como principios, sino como hipótesis reales; esto es, como puntos de apoyo y de partida que la conduzcan hasta el principio de todo, independiente ya de toda hipótesis. Una vez alcanzado ese principio, descenderá hasta la conclusión por un camino de deducciones implicadas en aquél; pero no se servirá de nada sensible sino de las ideas mismas que, en encadenamiento sucesivo, podrán llevarla hasta el fin, o lo que es igual, a las ideas. - Ya lo comprendo bien-dijo- aunque no de manera suficiente. Creo que la empresa que tú pretendes es verdaderamente importante e intenta precisar que es más clara la visión del ser y de lo inteligible adquirida por el conocimiento dialéctico que la que proporcionan las artes. A estas artes prestan su ayuda las hipótesis, que les sirven de fundamento; Ahora bien; quienes se dedican a ellas han de utilizar por fuerza la inteligencia y no los sentidos, con lo cual, si realmente no remontan a un principio y siguen descansando en las hipótesis, podrá parecerte que no adquieren conocimiento de lo inteligible, necesitado siempre de un principio. Estoy en la idea de que llamas pensamiento, pero no puro conocimiento al discurso de los geómetras y demás científicos, porque sitúas el pensamiento entre la opinión y el puro conocimiento. - Has comprendido perfectamente la cuestión- dije yo- Ahora tendrás que aplicar a esas cuatro partes de que hablamos otras cuatro operaciones del alma; la inteligencia, a la que se encuentra en el primer plano; el pensamiento a la segunda; la fe, a la tercera, y la conjetura, a la última. Concédeles también un orden racional que atienda a la participación de los objetos en la verdad proporcionadamente a su misma claridad. - Ya lo entiendo y convengo contigo-afirmó-; adoptaré, pues, la ordenación de que hablas.” La idea del bien es la cumbre de todas las ideas. Ella debe ser el centro de nuestra actitud práctica. Debemos aspirar hacia ella y purificarnos de todo lo material. Ascender a ese mundo ideal, espiritual y perfecto y desprenderse de este mundo material, sensible e imperfecto, es la norma fundamental en el pensamiento platónico. Actividades de autorregulación: Instrucciones: Responde con tus palabras las siguientes preguntas 1.- ¿cómo son las ideas para Platón? _____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 2.- Menciona las ideas principales que se dan en el fragmento del diálogo de Platón que aquí hemos incluido. __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 3.- Realiza un resumen y un comentario de dicho diálogo. ______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 4.- Explica cómo la inteligencia funciona en la construcción del conocimiento. __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Aristóteles fue discípulo de Platón y crea dos teorías que son contrarias a las de su maestro. La teoría Hilemórfica y la teoría Eudemónica. La teoría Hilemórfica afirma que todos los seres en este mundo están compuestos de materia y de forma. La materia es el elemento individualizador y la forma es el elemento especificador. Es decir, todas las cosas de la misma especie tienen la misma forma y sólo difieren por la materia. La materia es un principio que da unidad, estructura, organización e inteligibilidad a la materia, la cual por sí misma es caótica, sin orden ni unidad: “Hemos ya discutido suficientemente las teorías acerca del alma que nos han legado nuestros predecesores; replanteamos ahora la cuestión desde su comienzo otra vez, e intentemos determinar qué es el alma y cuál será su definición más comprensiva. Describimos una clase de los objetos existentes como sustancia, y subdividimos ésta en tres clases o tipos: la materia, que no es en sí misma un ser individual; la forma o figura, en virtud de la cual se atribuye directamente a la cosa la individualidad; finalmente, el compuesto de las cosas dichas antes. La materia es potencialidad, mientras que la forma es realización o actualidad; la palabra actualidad se emplea a su vez en dos sentidos, que podemos ejemplificar por la posesión de un conocimiento y el ejercicio del mismo. Los cuerpos parecen ser preeminentemente sustancias, y más de forma particular aun los que tienen un origen natural, pues estos son las fuentes o surcos de que nacen los demás. Ahora bien; de entre los cuerpos naturales, unos tienen vida y otros no la tienen; con el término vida significamos la capacidad de auto sustentación, de crecimiento y de corrupción. Todo cuerpo natural, pues, que posee vida, debe ser sustancia, y sustancia de tipo compuesto. Pero puesto que es un cuerpo de una especie definida, a saber, en posesión de la vida, el cuerpo no puede ser alma, porque el cuerpo no es algo predicado de un sujeto, sino que es él, más bien, lo que se considera como sustancia o sujeto; es decir, como materia. De esta manera, el alma debe ser sustancia en el sentido de ser la forma de un cuerpo natural, el cual posee potencialmente la vida. Y la sustancia es, en este sentido la actualidad de la clase del cuerpo que hemos descrito. Ahora bien: el término actualidad tiene dos sentidos, análogos a la posesión del conocimiento y al ejercicio del mismo. Evidentemente, la actualidad, en el sentido que usamos ahora, es análoga a la posesión del conocimiento, pues el dormir y el velar dependen de la presencia del alma, y el velar es análogo al ejercicio del conocimiento, y el dormir, a su posesión sin ejercicio. Ahora bien: en una misma y única persona se da primero la posesión del conocimiento. Por consiguiente, el alma podría definirse como la primera actualidad de un cuerpo natural, que posee potencialmente la vida; y es tal cualquier cuerpo que posea órganos. Las partes de las plantas son también órganos, pero de una gran simplicidad; por ejemplo, la hoja protege el pericarpio, y el pericarpio protege la semilla; las raíces son análogas a la boca, ya que ambas absorben el alimento. Si, pues, hay que dar con una definición que sea aplicable a toda alma, ésta será “la primera actualidad de un cuerpo natural que posea órganos” Así no es más necesario preguntar si el alma y el cuerpo son uno que preguntar si la cera y la impresión que se marca en ella son una cosa, o bien, en general, que preguntar si la materia de cada cosa es lo mismo que aquello de quien ella es la materia, pues, admitiendo que los términos unidad y ser se emplean en muchas acepciones distintas, el sentido primario es el de actualidad.” El hombre es sustancia compuesta por el cuerpo y el alma. La teoría del eudemonismo trata de identificar la noción de bien y de fin. El hombre busca como fin último su propio bien, es decir, su felicidad, en otras palabras, su propia perfección, la realización de sus potencialidades. La felicidad ocupa un puesto central en su ética, que es el fin último en su pensamiento ético pero, este no consiste en el placer, en la fama, en las riquezas, sino en la actuación conforme a la propia naturaleza, es decir, en la actualización de sus potencias, entre las cuales el entendimiento o razón ocupa el lugar privilegiado. El hombre que se gobierna por la razón, que actúa conforme a su naturaleza racional, que actualiza sus potencialidades propias, ese hombre, al mismo tiempo que se perfecciona, conquista su felicidad, alcanza su propio fin y se comporta honestamente. “Existe, pues, un determinado número de fines, y pretendemos alcanzar algunos de ellos, no por sí mismos; sino en vista de otros fines; por ejemplo, el dinero, las flautas y, en general, todo lo que son instrumentos; al ser esto así, es evidente que todos los fines no son fines perfectos. Pero el bien supremo constituye, de alguna manera, un fin perfecto. Aunque el fin único y absolutamente perfecto sería el que nosotros buscamos. Si hay varios fines, entonces sería el más perfecto de todos. Ahora bien: afirmamos que lo que buscamos por sí mismo es más perfecto que lo que se busca para otro fin: y el bien que no se escoge más que en vista de otro no es tan deseable como los bienes que se consideran a la vez medios y fines. Y hablando en absoluto, el bien perfecto es el que debe siempre poseerse por sí mismo y no por una razón ajena a él. Este bien parece ser, en primer lugar, la felicidad. La buscamos, en efecto, siempre por sí misma y nunca por otra razón ajena a ella misma. Los honores, el placer, el pensamiento y toda clase de virtudes no nos basta intentar alcanzarlos por sí mismos…, sino que los buscamos también de cara a la felicidad, pues nos imaginamos que alcanzaremos ésta por su medio. Mientras que nadie desea la felicidad por las ventajas o bienes que acabamos de enunciar ni, en una palabra, por nada que sea exterior a ella misma. Ahora bien: evidentemente esta característica de la felicidad tiene su origen en el hecho de que ella se basta a sí misma de modo entero. El bien supremo, en efecto, según la opinión común, se basta a sí mismo.” Para que se pueda determinar la naturaleza de la felicidad se debe investigar cuál es la actividad del hombre. Su función es la actividad del alma que esté de acuerdo con la razón: “No obstante, quizá, aunque convengamos en que la felicidad es el supremo bien, se desee aún tener algunas aclaraciones o precisiones complementarias. Se llegaría rápidamente a una conclusión, cayendo en la cuenta de lo que es el acto propio del hombre. Para el tocador de flauta, para el escultor, para todo tipo de artesano, en una palabra, para todos aquellos que practican un trabajo y ejercen una actividad, el bien y la perfección residen, al parecer, en el mismo trabajo. Evidentemente, lo mismo ocurre en el hombre, de haber algún acto que le sea propio. ¿Habrá, pues, que admitir que el artesano y el zapatero tienen una actividad particular y un trabajo específico, y no lo tendrá el hombre y la naturaleza lo habrá hecho inactivo? O bien, igual que el ojo, el pie, la mano, en una palabra, todas las partes del cuerpo tienen, evidentemente, una función que cumplir, ¿es preciso admitir para el hombre también una actividad, además de las que acabamos de indicar? ¿Cuál podría ser ésta? Porque, con evidencia, la vida es común al hombre y a las plantas; y buscamos lo que le caracteriza específicamente. Hay que dejar, pues, aparte la nutrición y el crecimiento. Vendría luego la vida sensible; pero ésta, sin duda, pertenece también al caballo, al buey y a todo ser animado. Queda una sola vida activa, peculiar al ser dotado de razón. Para Aristóteles una virtud es un perfeccionamiento de una facultad humana. Las facultades, como la inteligencia o los apetitos sensibles, funcionan ordinariamente en pos de su objeto propio; pero ese funcionamiento es más fácil y eficaz cuando la facultad posee una virtud. Esta se puede definir como un hábito bueno, es decir, una disposición estable y adquirida que facilita actuar bien: “La virtud es, pues, una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio en relación con nosotros mismos, definida por la razón y de conformidad con la conducta de un hombre consciente. Y ocupa el término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto. Además, mientras que en las acciones y las pasiones la falta consiste unas veces en quedarse más acá de lo que conviene; otras veces, en ir más allá, la virtud encuentra y adopta un justo medio. Por esta razón, si según su esencia y según la razón que determina su naturaleza, la virtud consiste en un término medio, en relación con el bien y la perfección, se halla la virtud en el punto más alto.” Una propiedad típica de las virtudes es la de ser aptas para encontrar el medio adecuado entre dos extremos viciosos. Por ejemplo, la valentía es un justo término medio entre la cobardía y la temeridad. Hay virtudes morales e intelectuales. Las virtudes morales perfeccionan al hombre en cuanto tal y son: la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la liberalidad en el gasto de las riquezas, la amistad, entre otras. “Hablo de la virtud moral, que es la que tiene relación con las pasiones y las acciones humanas, que son los que connotan exceso, defecto o justo medio. Por ejemplo, los sentimientos de temor, de confianza en sí mismo, de concupiscencia, de ira, de piedad, en una palabra, de placer o de dolor, pueden afectarnos o demasiado o demasiado poco, y en ambos casos de manera defectuosa. Pero si experimentamos estos sentimientos en el momento oportuno, por motivos satisfactorios, respecto de personas que lo merecen, por fines y en condiciones convenientes, nos mantendremos en un excelente término medio, que es lo característico de la virtud; de la misma manera, hay en las acciones excesos, defectos y términos medios. Así pues, la virtud ésta en relación con las acciones, como con las pasiones. En ella el exceso es una falta y el defecto provoca la recriminación; por el contrario, el término medio logra los elogios y el éxito, doble fruto característico de la virtud. La virtud es, pues, una especie de medianía, ya que la meta que se proporcione es un equilibrio entre dos extremos. Por estas razones, pues, el exceso y el defecto son signos de vicio, mientras que el término medio caracteriza la virtud”. Las virtudes intelectuales perfeccionan al entendimiento en sus dos funciones: especulativa y práctica. Las virtudes del entendimiento especulativo son tres: la ciencia, la intuición y la sabiduría. Las del entendimiento práctico son el arte y la prudencia. Actividades de autorregulación. 1.- Explica la teoría Hilemórfica que plantea Aristóteles. ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 2.- Explica por qué el alma es el principio formal del ser vivo. _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 3.- ¿En qué consiste la teoría Eudemónica? ___________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 4.- Explica la felicidad y la virtud a partir de los fragmentos de Aristóteles que aquí te hemos presentado. __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________