Capítulo 46

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Namur, Bélgica 1783

- Espero que los doce sé sientan muy seguros en mi humilde casa -

- Humilde casa - dijo el chico con ironía de tez morena

- Es placer es nuestro, el viento gritara a los cuatro vientos la lealtad un hombre como usted, los personas que se rindieron se levantaran al escuhar su nombre y su nombre vivira por cientos de años para honrarlo - dijo la chica rubia

- Señorita, ya basta de halagos, no mas solo soy un guerrero que los salvo, una coincidencia en su camino -

- Usted es mas que eso, usted salvo a muchas otras personas, liberó a muchos pueblos del sufrimiento y ahora gracias a usted me siento cálida entre sus manos - dijo nuevamente la misma chica

- ¿Entonces escucharon las historias? -

- Es imposible no reconocerlo, todos hablan de su valentía, y una vez que escuchas una historia te da ganas de seguir escuchando mientras bebes un buen licor al lado del fuego, por toda la noche -

- Señor, ya es hora de comer - una mujer se asomó por la puerta que daba al comedor

El hombre miró a los chicos

- ¿Ya vamos? -

El chico mayor de ellos miraba a su salvador atento y se digno a preguntar

- ¿Como es posible que un hombre que no viene de una familia con un apellido noble pudo lograr tantos logros, si nisiquiera tenía los recursos necesarios? -

El dueño de la casa dirigió su mirada al chico y pensó un poco su respuesta

- Bueno, cuando yo era niño mi padre trabajaba todo el día, solo por unas pocas monedas con la que apenas lograba alimentar a toda su familia, pero el jamás se rendía, cuando llegaba solo dormía dos horas y luego volvía a trabajar. Cuando se desató la guerra del 1756 me vi obligado a ir a la guerra, Francia iba perdiendo y yo tenía 19 años -

- ¿Como es que fue si no era un guerrero? - pregunto la española

Hizo una gran pausa

- Un caballero el cuál era un cobarde, me sedio su puesto para no ir a la guerra, me ofreció mucho dinero y no podía rechazar la oferta, tenía que ayudar a mi familia, y accedí -

- No salieron victoriosos - volvió a hablar el mayor desafiante

- Pero si gane el dinero, empecé mi propio negocio y empecé a vender licores, pero además me volví el sacerdote del rey -

- Eso es asombroso señor Kugler -

- Si y descubrí muchas cosas - dijo mirando el fuego - E inventé otras mas -

- Creo que ya es hora de dormir - dijo el hermano del dueño

- Creo que es lo mejor - dijo el señor Kugler

Los doce chicos ya se encontraban en sus habitaciones durmiendo pero había dos personas en esa casa que aún estaban hablando en una oficina al calor del fuego

- No creo que esto se correcto, ni mucho menos real -

- ¿Estas dudando de mi hermano? -

- No, estoy dudando de tu superstición, no de ti -

- Es lo mismo -

- ¿Sabes que es lo que va a pasar? Ellos lo van a descubrir y tu reputación va a decaer -

- ¿Y si no lo hacen? Ellos confían en mi, me admiran - penso un poco mas lo que dijo - al menos la mayoría de ellos. Yo los salve, los iban a matar, por ser... -

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