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—¡Ugh! ¡Esa zorra no deja de mirarlo! —exclamo enojada la castaña al ver cómo la dama con máscara negra no dejaba de ver a aquel rubio mientras balanceaba su pie de forma coqueta—Lo peor es que él se ve interesado—hizo un puchero leve.

—Ya se hermana. Es demasiado extraño, me sorprende que aún no la haya humillado—susurro un poco dándole un trago a su tequila sin dejar de observar a la mujer de arriba a abajo—No lo culpo, con esas caderas y esos pechos yo tampoco la dejaría ir—

—¡Ugh! —eso en definitiva no le ayudaba en absoluto. Las palabras de su hermana solo la había frustrado y enojado más en vez de ayudarla o levantarle el ánimo

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